Labán el arameo (Vaietzé 5780)

Descarga aquí el ensayo en PDF.

Los eventos narrados en la parashá de esta semana – la huida de Yaakov a la casa de Labán, su permanencia allí, y su fuga, perseguido por su suegro – dan lugar al pasaje más extraño de la Hagadá. Este texto, comentando sobre Deuteronomio 26:5, se lee la noche del Seder y dice lo siguiente:

Arami oved avi. Ve y aprende lo que Labán el arameo quiso hacerle a nuestro padre Yaakov, ya que el Faraón condenó a todos los niños recién nacidos a muerte, pero Labán intentó destruir todo.

Hay tres problemas con este texto. Primero, interpreta que las palabras arami oved avi significan “(Labán) un arameo (intentó) destruir a mi padre.” Pero ese no puede ser el sentido del versículo porque, como señala Ibn Ezra, oved no es un verbo transitivo. No puede referirse a un objeto. Significa “perdido”, “errante”, “pobre” “desarraigado” o “a punto de perecer.” Por lo tanto, la frase significa algo como “Mi padre era un arameo errante.” El “padre” se puede atribuir a Yaakov (Ibn Ezra, Sforno) a Abraham (Rashbam), o a todos los patriarcas (Shadal). En cuanto a la palabra Aram, esta era la región de la cual partió Abraham rumbo a Canaán, y hacia la cual huyó Yaakov para escapar de la ira de Esav. El sentido general de la frase es que los patriarcas no tenían una tierra ni un hogar permanente. Eran vulnerables. Eran nómades. Y en cuanto a Labán, no aparece en absoluto en el texto, salvo mediante una lectura muy forzada.

Segundo, no hay evidencia de que Labán el arameo le haya realmente hecho daño a Yaakov. Por el contrario, cuando perseguía a Yaakov (pero antes de alcanzarlo) está escrito: “Dios se le apareció a Labán el arameo en un sueño nocturno y le dijo: ‘ten cuidado de intentar acción alguna con Yaakov, buena o mala’” (Génesis 31:24). Por lo tanto Labán no le hizo nada a Yaakov ni a su familia. Quizás lo deseaba hacer, pero finalmente no lo hizo. Como contraste, el Faraón no solo intentó dañar a los israelitas sino que efectivamente lo hizo, matando a cada niño varón y esclavizando a toda la población.

Tercero y fundamental: la noche del Seder está dedicada a relatar la historia del Éxodo. Estamos obligados a recordarlo, grabarlo los corazones de nuestros hijos y “cuanto más relatamos la salida de Egipto, más admirable resulta.” Por qué entonces disminuir el milagro diciendo: “¿Egipto? ¡Eso no fue nada comparado con Labán!”

Todo esto es sin duda muy extraño. Permítanme sugerir una explicación. Tenemos aquí una frase con dos significados muy distintos dependiendo del contexto en el cual se lee.

Originariamente el texto arami ove avi no tenía nada que ver con Pesaj. Aparece en la Torá como el texto de la declaración ordenada al llevar los primeros frutos al Templo, normalmente en Shavuot.

Entonces declararán ante el Señor vuestro Dios: “Mi padre era un arameo errante, y bajó a Egipto… Entonces el Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido… Los trajo a este lugar y nos dio esta tierra, la tierra en la que mana leche y miel, y ahora traigo los primeros frutos de la tierra que Tú, Señor, me has dado.” (Deuteronomio 26:5-10)

En el contexto de los primeros frutos la traducción literal  “Mi padre era un arameo errante,” tiene pleno sentido. El texto contrasta el pasado en el que los patriarcas eran nómades, obligados a transitar de un lado a otro, con el presente en el cual, gracias al Señor, los israelitas tenían su propia tierra. El contraste es entre los que no tienen hogar y los que sí lo tienen. Pero es específico cuando hablamos de los primeros frutos – el producto de la tierra.

En algún punto, sin embargo, el pasaje fue puesto en otro contexto, en Pesaj, con la historia del Éxodo. La Mishná especifica que debe leerse y comentarse la noche del Seder. (1) Casi con certeza el motivo es que el mismo verbo (relativamente inusual) h-g-d, del cual deriva la palabra Hagadá, aparece tanto en conexión con el relato  de la historia de Pesaj (Éxodo 13:8) como con la declaración de los primeros frutos (Deuteronomio 26:3).

Esto causó un problema significativo. El pasaje efectivamente trata del hecho de bajar a Egipto, ser perseguidos allí, y sacados por Dios. Pero, ¿cuál es la conexión entre “Mi padre era un arameo errante/fugitivo” y el Éxodo? Los patriarcas y las matriarcas vivían una vida nómade. Pero esa no fue la razón por la cual bajaron a Egipto. Lo hicieron por la hambruna en la tierra, y porque Yosef era el virrey. No tenía nada que ver con ser errantes.

Los sabios, sin embargo, entendieron que había algo profundo acerca de las narrativas de los patriarcas y las matriarcas. Formularon el principio de  ma’ase avot siman lebanim, “Lo que ocurrió a los padres fue una señal para los hijos.”(2) Vieron que ciertos pasajes de Génesis solo podían entenderse como un presagio, un indicio de eventos posteriores.

El ejemplo clásico ocurre en Génesis 12 cuando, casi inmediatamente de haber arribado a Canaán, Abraham y Sara fueron forzados a exiliarse en Egipto. La vida de Abraham corría peligro. Sara fue llevada al harén del Faraón. Dios entonces castigó la casa del Faraón mediante plagas, y el Faraón los dejó ir. El paralelismo entre esta historia y la del Éxodo es obvio.

Algo parecido les ocurrió a Abraham y Sara en Gerar (Génesis 20) como así también, en Gerar, a Ytzjak y Rebeca (Génesis 26). Pero ¿tuvo Yaakov su premonición del Éxodo? Sí, fue más tarde cuando bajó a Egipto con su  familia. Pero esto no fue un anticipo del Éxodo sino el Éxodo mismo.

Anteriormente, en nuestra parashá, se había exiliado, pero no por una hambruna. Era por temor a Esav. Tampoco era hacia una tierra extraña, ya que se dirigía a la familia de su madre. Yaakov parece ser el único de los patriarcas que no tuvo una experiencia anticipada de exilio y éxodo.

Los sabios, sin embargo, vieron otra cosa. Viviendo con Labán, Yaakov había perdido su libertad, transformándose de hecho en esclavo de su suegro. Más adelante escaparía sin avisarle a Labán de su intención. Sabía que si pudiera, Labán lo mantendría bajo su poder como una especie de prisionero.

En este sentido, la experiencia de Yaakov era más cercana al Éxodo que la de Abraham e Ytzjak. Nadie les impidió a ellos partir. Nadie los persiguió. Y nadie los maltrató. La vivencia de Yaakov en la casa de Labán fue la premonición más aguda del Éxodo. “Lo qué les ocurrió a los padres fue una señal para los hijos.”

Pero ¿dónde aparece Labán en la frase Arami oved avi, “Un arameo errante era mi padre”? La respuesta: Solo Labán y su padre Betuel son denominados Arami o ha-Arami en toda la Torá. Por lo tanto Arami significa “Labán.”

¿Cómo sabemos que Labán quería hacerle daño a Yaakov? Porque Dios se le apareció a la noche diciendo “Ten cuidado de no intentar nada con respecto a Yaakov, ni bueno ni malo.” Dios no hubiera hecho esa advertencia con respecto a Yaakov si Labán no habría tenido la intención de hacer el mal. Dios no nos advierte sobre algo que no tenemos la intención de hacer. Además, al día siguiente Labán le dijo a Yaakov, “Tengo el poder para hacerte daño.” Esa fue una amenaza. Está claro que si Dios no hubiera hecho la advertencia, efectivamente le habría hecho daño.

¿Cómo podemos leer esto en el versículo? Por la raíz a-v-d que significa “perdido”, “errante”, y en los tiempos gramaticales piel o hiphil puede significar “destruir.” Naturalmente Labán no destruyó a “mi padre” ni a nadie, pero eso se debió a la intervención Divina. De ahí que la frase pueda significar “(Labán) el arameo (intentó) destruir a mi padre.” Es así como lo entiende Rashi.

Entonces ¿cómo explicamos la frase “El Faraón solo condenó a los niños judíos a muerte, pero Labán quiso destruir todo”? La respuesta no es que Labán quiso matar a los miembros de la familia de Yaakov. Al contrario. Él le dijo a Yaakov: “Las mujeres son mis hijas, los hijos, mis hijos y el ganado, mi ganado. Todo lo que ves es mío.” (Génesis 31:43) Yaakov había trabajado durante veinte años para ganarse su familia y el ganado. Pero Labán afirmó que todo era de él. Si Dios no hubiera intervenido, habría quedado toda la familia prisionera. Es por eso que “buscó destruir todo” negándoles a todos la posibilidad de quedar libres.

Esta interpretación de Arami oved avi no se desprende de la lectura simple. Pero lectura simple sí se relaciona con la ofrenda de los primeros frutos. Fue la genialidad de los sabios la que la conectó con el Éxodo y con Pesaj. Y aunque puede ser una lectura algo antojadiza de esa frase, produce una interpretación convincente de toda la narrativa de Yaakov en la casa de Labán. Nos dice que el tercero de los patriarcas cuyo descenso a Egipto podría ser el inicio de la historia de Éxodo, había experimentado él mismo un éxodo en su juventud. (3)

Ma’ase avot siman lebanim, “La acción de los padres son una señal para los hijos” nos dice que lo que está pasando ahora ya ocurrió anteriormente. Eso no implica que el peligro pueda ser tratado con ligereza. Pero sí significa que no debemos desesperar. Abraham, Ytzjak, Yaakov y sus esposas vivieron el exilio y el éxodo como para decir a sus descendientes: este no es territorio desconocido. Dios estuvo con nosotros entonces; Él estará contigo ahora.

Yo creo que podemos enfrentar el futuro sin temor, porque ya lo hemos vivido anteriormente y porque no estamos solos.

Descarga aquí el ensayo en PDF.

Fuentes

  1. Mishná Pesajim 10:4
  2. Este principio no aparece en forma explícita en estos términos en la literatura midrashica o talmúdica clásica. Una expresión similar aparece en Bereshit Rabá 39:8. Un texto clave es Ramban, Comentario a Génesis 12:6, 10. Fue ampliamente adoptado por comentaristas posteriores.
  3. Acerca de este tema, ver David Daube, The Exodus Pattern in the Bible (El patrón del éxodo en la Biblia), Faber, 1963.

Traductores

Carlos Betesh