El poder del elogio (Vaieshev 5781)

Descarga aquí el ensayo en PDF.


Rubén es el líder que podría haber sido,  pero que nunca fue. Era el primogénito de Yaakov que dijo de él en su lecho de muerte: “Rubén, tú eres mi primogénito, mi fortaleza, la primera señal de mi virilidad, te destacas en fuerza y en honorabilidad.” (Génesis 49:3) Es un tributo impresionante que sugiere presencia física y capacidad de mando.

Más significativamente, en sus primeros años, Rubén aparecía en forma consistente como el de mayor sensibilidad moral entre los hijos de Yaakov. Era el hijo de Leah, y sintió profundamente el hecho de que su madre no fuera la favorita de Yaakov. He aquí su primera descripción como niño:

Durante la cosecha de trigo, Rubén salió al campo y encontró plantas de mandrágora, que llevó a su madre Leah.

Génesis 30:14

La mandrágora era considerada como afrodisíaco. Esto lo sabía Rubén e inmediatamente pensó en su madre. Fue un gesto muy sentido, pero tuvo el efecto contrario porque se lo entregó a Leah en presencia de Rajel, lo que suscitó una discusión entre ellas.

En el siguiente episodio vemos a Rubén en situación aún más preocupante:

Rajel murió y fue enterrada en el camino a Efrat, o sea en Betlehem… Mientras Israel vivía en esa región, Rubén entró y se acostó (vaishkav) con Bilá, la concubina de su padre…

Génesis 35: 19-22

Si esto se tomara literalmente, sería un pecado mayúsculo. Acostarse con la concubina del padre no solo era una transgresión sexual; era un imperdonable acto de traición y deslealtad, como veremos más adelante en el Tanaj cuando Absalón decide rebelarse contra su padre David, reemplazándolo como rey. Ajitofel le da el siguiente consejo:

“Acuéstate con las concubinas de tu padre que te encomendó cuidar el palacio. Entonces todo Israel se habrá enterado de que te has hecho detestable ante él, y la voluntad de todos hacia ti será más determinante.”

Samuel 2 16:21

Según los Sabios, ese texto de Rubén no debe tomarse literalmente.[1] Después de la muerte de Rajel, Yaakov mudó su lecho a la tienda de Bilá, la sirvienta de Rajel. Rubén consideró que esta era ya una humillación intolerable hacia su madre. Era difícil para Leah aceptar el hecho de que Yaakov amara más a su hermana que a ella. Hubiera sido insoportable para ella descubrir que prefería a la sirvienta de Rajel. Por eso Rubén movió el lecho de Yaakov de la tienda de Bilá a la de Leah. El verbo vaishkav debería traducirse no como “durmió con” sino “cambió el lugar de reposo.”

En este punto ocurre algo raro en el texto, que dice: “Rubén entró y se acostó con (o cambio el lugar de reposo de) Bilá, la concubina de su padre, e Israel se enteró de ello…” y después aparece un corte en el medio de la frase. La frase termina diciendo que “Yaakov tuvo doce hijos.” Esto es realmente muy extraño. Es como un silencio audible. Se había quebrado completamente la comunicación entre Yaakov y Rubén. Si la interpretación de los Sabios es la correcta, esta es una de las más grandes tragedias de todo Génesis. Yaakov realmente creyó qué Rubén se había acostado con su concubina Bilá. Y por eso lo maldijo en su lecho de muerte:

Inestable como el agua, no te destacarás, pues fuiste al lecho de tu padre, a mi lecho, y lo profanaste.

Génesis 49:4

Pero según los Sabios, esto no ocurrió. Si Yaakov hubiera querido hablar con Rubén, habría descubierto la verdad, pero Yaakov creció en un hogar donde la comunicación franca y abierta (como hemos visto hace unas semanas en el comentario sobre  la parashá Toldot) no existía. Por eso, durante muchos años, Yaakov sospechó acerca de un pecado que Rubén no había cometido – y todo porque se preocupaba por los sentimientos de su madre.

Lo cual nos conduce al tercer episodio de la vida de Rubén, el más  trágico de todos. Yaacov prefería a Iosef, el hijo de su amada Rajel, y todos los demás hermanos lo sabían. Cuando Yaacov demostró una visible muestra de favoritismo hacia Iosef, un manto ricamente bordado, sus hermanos sintieron un resentimiento aún mayor. Cuando Iosef tuvo sueños en los cuales los integrantes de la familia se inclinaban ante él, la animosidad de sus hermanos llegó al punto de ebullición. Cuando estaban lejos del hogar pastoreando el ganado y apareció Iosef a lo lejos, su odio hizo que quisieran asesinarlo en ese momento, ahí mismo. Solo Rubén se opuso:

Cuando Rubén oyó esto, trató de rescatarlo (a Iosef) de sus manos. “No lo matemos,” dijo. “No derramemos sangre. Tírenlo a esta cisterna aquí en el desierto, pero no le pongan la mano encima.” Rubén dijo esto con la intención de rescatarlo y llevarlo de vuelta a su padre.

Génesis 37:21-22

El plan de Rubén era sencillo. Persuadió a sus hermanos de no matar a Iosef sino dejarlo morir de hambre y sed en el pozo. Su intención era volver más tarde, cuando los hermanos se hubieran ido, y rescatarlo. Sin embargo, cuando retornó, Iosef ya no estaba. Había sido vendido como esclavo. Rubén quedó devastado.

Tres veces intentó Rubén brindar ayuda, pero pese a sus buenas intenciones, falló. Resultó ser el responsable de la única discusión registrada entre Leah y Rajel. Su padre sospechó que él era el responsable de un pecado mayúsculo y lo maldijo al morir. Fracasó en salvar a Iosef. Rubén sabía que las cosas no estaban bien y trató de implementar cambios para mejorarlas, pero de alguna forma careció de la prudencia, confianza o coraje para lograr el objetivo deseado. Debía haber esperado que Leah estuviera sola para darle la mandrágora. Tendría que haber discutido directamente con su padre acerca de la disposición de las camas. Tendría que haber llevado a Iosef de vuelta a su casa por la fuerza.

¿Qué le pasó a Rubén para que se tuviera tan poca confianza? La Torá nos ofrece una aguda y certera pista. Escuchen estos versículos que describen el nacimiento de los dos primeros hijos de Leah (y Yaakov):

Cuando el Señor vio que Leah no era amada, permitió que concibiera mientras que Rajel permanecía estéril. Leah quedó embarazada y dio a luz a un varón al final que llamó Rubén, pues dijo ella: “Es porque el Señor ha visto mi angustia. Seguramente ahora mi esposo me amará.” Concibió nuevamente, y cuando nació un nuevo varón, dijo: “Porque el Señor ha escuchado que yo no soy amada, me otorgó este otro también.” Y lo llamó Simón.

Génesis 29:32-33

En ambas oportunidades fue Leah y no Yaakov la que nombró a sus hijos – y ambos nombres fueron como un grito a Yaakov para que la mirara y la amara – si no por ella, por lo menos por los hijos que le había dado. Yaakov evidentemente no la registró.

Rubén se transformó en lo que fue porque – así lo da a entender el texto – la atención de su padre estaba puesta en otro lado; no le interesaba, Leah ni sus hijos (el texto mismo dice que “el Señor vio que Leah no era querida”). Rubén sabía todo esto y sintió  intensamente la vergüenza de su madre y la aparente indiferencia de su padre.

Las personas necesitan ser alentadas para poder liderar. Es fascinante el contraste entre el indeciso Rubén y el seguro de sí mismo – quizás demasiado seguro de sí mismo – Iosef, que era amado y preferido por su padre. Si deseamos que nuestros hijos tengan la confianza para actuar cuando sea necesario, debemos empoderarlos, alentarlos y elogiarlos.

Hay una Mishná fascinante en la Ética de los Padres:

Rabán Yojanán ben Zakai tenía cinco (preeminentes) discípulos: Rabí Eliezer ben Hircanus, Rabí Yehoshúa ben Janania, Rabí Iose el Sacerdote, Rabí Shimon ben Natanel y Rabí Eleazar ben Araj. Solía elogiarlos de esta manera: Eliezer ben Hircanus – un pozo recubierto que nunca pierde una gota. Yehoshúa ben Janania – alegre, la que le dio a luz. Iose el Sacerdote – hombre piadoso. Shimon ben Natanel – hombre que teme al pecado. Eleazar ben Araj – una fuente de flujo permanente.

Mishná Avot 2:10-11

¿Por qué motivo la Mishná, cuya finalidad es enseñarnos verdades eternas, nos da este relato aparentemente trivial de los alumnos de Rabán Yojanán ben Zakai y cómo hacía para estimularlos? Creo que la respuesta es que la Mishná nos está diciendo cómo hacer para tener discípulos, cómo ser mentor, guía e instructor: mediante el elogio focalizado.

La Mishná no nos dice que Yojanán ben Zakai simplemente enumeraba cosas buenas de sus discípulos. Utiliza una alocución inusual: “Solía contar (moneh) su elogio”, significando que sus comentarios positivos eran precisos y dirigidos adecuadamente. Le dijo a cada uno de sus discípulos cuál era su fortaleza específica.

Eliezer ben Hyrcanus tenía una memoria extraordinaria. En una época en la que la Torá Oral no era aún escrita, podía recordar las enseñanzas de la tradición mejor que nadie. Eleazar ben Araj era creativo, capaz de presentar una serie interminable de nuevas interpretaciones. Cuando alimentamos nuestras particulares pasiones y nuestros dones, podemos aportar al mundo lo que solo nosotros podemos brindar.

Sin embargo, el hecho de que tengamos un don excepcional también puede significar que podamos tener conspicuas deficiencias. Nadie tiene todas las fortalezas. Basta con que tengamos una. Pero también debemos conocer nuestras carencias. Eleazar ben Hircanus quedó tan fijado en el pasado que se  resistió al cambio aun cuando fue decidido por la mayoría de sus colegas. Posteriormente fue excomulgado por negarse a aceptar el dictamen de ellos (Baba Metzia 59b).

La suerte de Elazar ben Araj fue aún más triste. Después de la muerte de Yojanán ben Zakai, fue separado de sus colegas. Ellos fueron a Yavne; él a Hamat (Emaús). Era un lugar agradable, y allí vivió con su esposa. Aparentemente estaba tan confiado en sus dotes intelectuales que creyó que podía continuar su aprendizaje por sí mismo. Seguidamente olvidó todo lo que había aprendido alguna vez (Avot de Rabí Natán 14:6). El más dotado de sus contemporáneos finalmente murió sin haber hecho ninguna contribución valedera a la tradición.

Existe un delicado equilibrio entre el desinterés que lleva a alguien a carecer de la confianza necesaria para actuar, y el elogio excesivo o favoritismo que lleva a la confianza y a la convicción de que uno es mejor que los demás. Ese equilibrio es necesario si queremos ser el sol que ayuda a crecer a los demás.


  1. ¿Considerarías elogiar en forma focalizada a las personas en tu vida para elevar tu relación con ellos y darles confianza en ellos mismos?
  2. ¿Qué es más importante: ser recordados de nuestras fortalezas o nuestras debilidades?
  3. ¿Crees que los errores de Rubén y sus intentos de resolverlos están ligados al hecho de que las Ciudades de Refugio estaban situadas en el territorio de Rubén en la tierra de Israel?

[1] Ver Shabat 55a-b.


Traductores

Carlos Betesh

Editores

Abraham Maravankin