
EDICION FAMILIAR: LA ÉTICA DE LA SANTIDAD (AJAREI MOT – KEDOSHIM 5780)
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IDEA CLAVE DE LA SEMANA
La ética de la santidad de la Torá nos guía en cómo debemos tratar tanto a la humanidad como al mundo.

Ajarei Mot describe el servicio del Sumo Sacerdote en Iom Kipur. Era una dramática y poderosa ceremonia en la que echaba suertes sobre dos cabras idénticas, una de las cuales era ofrecida como sacrificio y la otra era enviada al desierto. De aquí proviene la idea de un “chivo expiatorio.” A continuación, el Sumo Sacerdote entraba en el Santa Sanctorum, que es, espiritualmente, el momento más alto del año judío. La parashá también da más detalles sobre las leyes de la santidad.
Kedoshim continúa discutiendo leyes de santidad, cambiando el foco del mundo del Mishkán y los Sacerdotes, a los Israelitas en su totalidad. El pueblo de Israel es comandado a ser santo, porque, “Yo, el Señor tu Dios, soy Santo”. Estas leyes incluyen los mandamientos de “ama a tu prójimo y al extranjero” y también otras leyes rituales.
PREGUNTAS PARA PENSAR
- ¿Cuál es la diferencia entre amar a tu prójimo y amar al extranjero? ¿Cuál es más fácil y cuál más difícil?

Kedoshim contiene los dos grandes mandamientos de amor de la Torá. La primera es “Ama a tú prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor” (Vaikrá 19:18) Rabí Akiva lo llamó “el gran principio de la Torá.” La segunda no es menos exigente: “El extranjero que vive en tu seno debe ser tratado como los nativos. Ámalo como a ti mismo, pues tú has sido extranjero en Egipto. Yo soy el Señor tu Dios” (Vaikrá 19:34).
Estos son preceptos extraordinarios. Muchas civilizaciones tienen variantes de esta Regla de Oro: “No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti,” o la inversa, atribuida a Hillel: (a veces llamada la Regla de Plata). “Lo que es odioso para ti no lo hagas a tu prójimo.” Pero estas son reglas de reciprocidad, no de amor. Alientan una sociedad justa. Son las reglas básicas de la vida grupal.
El amor es algo totalmente distinto y más exigente. Es muy raro encontrarlos convertidos en leyes. Eso hace que estos dos preceptos sean una revolución en la vida moral. El judaísmo fue la primera civilización en colocar al amor en el corazón de la moralidad.
PREGUNTAS PARA PENSAR
- ¿En qué forma son diferentes las leyes de amar a tu prójimo y al extranjero de la Regla de Oro?
- Si el amor es una emoción, ¿cómo puede ser comandado?

Canción de amor para la tierra
Esta es una carta abierta.
De ti y de mi juntos.
El mañana está en nuestras manos ahora.
Encuentra las palabras que valgan la pena.
Dilas en voz alta.
Y hazlo mejor de alguna forma.
… Quién habría pensado que el suelo sobre el cual estamos parados,
Era tan frágil.
Esta es una canción de amor para la tierra.
Tú no eres un mundo común.
Un diamante en el universo.
Una poesía del cielo para nosotros.
Mantenlo a salvo, mantenlo a salvo, mantenlo a salvo
Porque es nuestro mundo, es nuestro mundo.
No es acerca de las posesiones,
Dinero o religión
Cuantos años podremos vivir
Cuando la única pregunta verdadera
Que importa es todavía un tema de perspectiva.
Ves mamá, la tierra está en un desorden loco,
Es tiempo de que hagamos lo mejor que podemos….
A menos que quieras quedar huérfano de madre,
Corazón limpio, corazón verde,
Es la forma en que me esfuerzo,
Rápidamente y mucha mezquindad,
6 billones de personas que todas quieren satisfacerse
(Es nuestro mundo),
Algunas personas creen que esto es inocuo
(Es nuestro mundo)
Pero si continuamos,
Solo habrá vacío
Escrito por una colaboración de artistas, incluyendo a Jon Bon Jovi, Colbie Caillat, Sheryl Crow, Fergie, Leona Lewis, Paul McCartney
PREGUNTAS PARA PENSAR
- ¿Podemos amar a la tierra de la misma forma como amamos a las personas?
- ¿La Torá nos comanda a amar a la tierra?

El judaísmo fue la primera civilización en colocar al amor en el corazón de la moralidad. Como lo escribe Harry Redner en Ethical Life (Vida Ética), “La moralidad es la ética del amor. El principio inicial y el más básico está establecido claramente en la Torá: Amarás a tú prójimo como a ti mismo.” Y agrega: “El ‘amar a tu prójimo’ bíblico es una forma muy especial del amor, un desarrollo singular de la religión judaica y es muy poco probable encontrarlo fuera de ella.”
Pero, ¿por qué aparece este mandamiento aquí, específicamente en Kedoshim, un capítulo dedicado al concepto de santidad?
En ningún otro pasaje en todo el Tanaj se nos ordena amar al prójimo. Y sólo en otro sitio (Deuteronomio 10:19) se nos ordena amar al extranjero.
Y por qué aparece el precepto de amar al prójimo en el capítulo que contiene leyes tales como: “No siembres tu campo con semillas de distinto tipo. No aparees dos animales de distinto tipo. No vistas prendas hechas con tejidos de distintos tipos de material.” Estos son jukim, el tipo de mandamientos cuya razón no podemos comprender con la lógica. ¿Qué tienen que ver con la ordenanza evidentemente moral de amar al prójimo? ¿Es un capítulo que contiene un conjunto de mandamientos sin conexión, o hay algún hilo conductor que los une?
La respuesta es profunda. Casi todo sistema ético concebido hasta el momento ha buscado reducir la vida moral a un único principio o perspectiva. Algunos lo conectan con la razón, otros con la emoción, y aun otros con las consecuencias: haz lo que genere la mayor felicidad para la mayor cantidad posible de personas. El judaísmo es distinto. Más complejo y sutil. Contiene no sólo una perspectiva, sino tres. Hay una comprensión profética de la moralidad, una perspectiva sacerdotal y el punto de vista de la sabiduría.
La moralidad profética contempla la calidad de las relaciones dentro de la sociedad, entre nosotros y Dios y entre nosotros y nuestros semejantes. Las palabras clave de los profetas en el Tanaj son: rectitud, justicia, bondad y compasión (pero no amor).
Cuando los Profetas hablan de amor es el amor de Dios a Israel y el amor que debemos demostrar a Dios. La voz profética se refiere a cómo se conducen las personas en sociedad. ¿Son fieles a Dios, y uno a otro? ¿Están actuando con honestidad, justicia y con preocupación por las personas vulnerables de la sociedad? ¿Tienen integridad los líderes políticos y religiosos? ¿Tiene la sociedad una moral elevada que proviene de la percepción de que las personas tratan bien a sus ciudadanos y les extrae lo mejor de sí? Una sociedad moral será exitosa; la inmoral o amoral, fracasará. Esa es la clave de la visión profética. Los Profetas no exigieron que las personas se amen unas a otras, porque la sociedad requiere justicia, no amor.
La voz de la sabiduría de la Torá y del Tanaj toma en cuenta el carácter y la consecuencia. Si uno vive virtuosamente, entonces a grandes rasgos, en los temas importantes le irá bien. A los que hacen las cosas bien, les va bien. Encuentran la felicidad (ashré). Las buenas personas aman a Dios, familia, amigos, y virtud. Pero la literatura de la sabiduría no habla de amar al prójimo o al extranjero.
El Sacerdote es diferente del Profeta y del sabio, porque no sólo debe ser moral, sino también “santo.” Algo o alguien que es santo está separado, es distintivo, diferente. Los Sacerdotes fueron apartados del resto de la nación. No tenían la propiedad de la tierra. No trabajaban labrando la tierra. Su ámbito era el Tabernáculo o el Templo. Vivían en el epicentro de la Divina Presencia. Como ministros de Dios debían conservarse puros y evitar toda forma de impureza. Eran sagrados.
Hasta ahora, la santidad era vista como atributo especial de los Sacerdotes. Pero había una insinuación en que la entrega de la Torá que concernía no solo a los hijos de Aarón sino al pueblo en su conjunto: “Ustedes serán para Mí un reino de sacerdotes y una nación sagrada. (Éxodo 19:6). Nuestro capítulo lo desarrolla por primera vez. “El Señor le dijo a Moshé: “Hablaa toda la asamblea de Israel y diles: Sean santos porque Yo, el Señor vuestro Dios soy santo” (Vaikrá 19:1-2). Esto nos dice que la ética de la santidad se aplica no solo a los Sacerdotes sino a toda la nación. Ella también se trata de ser distinguidos, puestos aparte, considerados en un nivel más elevado.
¿Qué significa esto en la práctica? Un dato decisivo está provisto por otra palabra clave utilizada a lo largo del Tanaj en relación con el Cohen, el verbo b-d-l: dividir, reservar, separar, distinguir. Eso es lo que hace el Sacerdote. Su tarea es “distinguir entre lo sagrado y lo secular” (Vaikrá 10:10) y “distinguir entre lo impuro y lo puro”(Vaikrá 11:47). Eso es lo que hace Dios para su pueblo: “Ustedes serán sagrados para Mí, pues Yo, el Señor, soy sagrado y los he distinguido (va-avdil) entre los otros pueblos para que sean Míos.” (Vaikrá 20:26).
Hay otro lugar en el que b-d-l es la palabra clave, significativamente en la historia de la creación en Génesis 1, donde aparece cinco veces. Dios separa la luz de la oscuridad, el día de la noche, las aguas superiores de las inferiores. Por tres días Dios demarca diferentes dominios, en los tres días siguientes Él coloca los objetos o las formas de vida apropiadas en cada uno de esos dominios. Dios crea el orden a partir del tohu va-vohu, del caos. Y como último acto de creación, hace al hombre a Su “imagen y semejanza.” Este fue, claramente, un acto de amor. “Amado es el hombre,” dice Rabí Akiva, “porque fue creado a imagen [de Dios].” (Mishná Avot 3:14)
Génesis 1 define la imaginación moral sacerdotal. A diferencia del Profeta, el Sacerdote no contempla la sociedad. Tampoco busca, como la figura de la sabiduría, la felicidad. Está mirando la creación como obra de Dios. Sabe que cada cosa tiene su lugar: sagrado y profano, permitido y prohibido. Su tarea es hacer estas distinciones y enseñarlas a los demás. Sabe que diferentes formas de vida tienen su propio lugar en el medio ambiente. Es por eso que la ética de la santidad incluye reglas como esta: no sembrar semillas de distinta naturaleza en un mismo campo, no aparear distintas especies de animales y no usar vestimentas hechas con distintos tipos de fibra.
Sobre todo, la ética de la santidad nos dice que todo ser humano está hecho a imagen y semejanza de Dios. Dios creó a cada uno de nosotros con amor. Por lo tanto, si buscamos imitar a Dios – “Sé santo, porque Yo, el Señor tu Dios, soy santo” – nosotros también debemos amar a la humanidad, y no en abstracto, sino en forma concreta, al prójimo y al extranjero. La ética de la santidad está basada en la visión de la creación-como-la-obra-de-amor-de-Dios. Esta visión considera a todos los seres humanos – nosotros, nuestro prójimo y el extranjero – como creados en la imagen de Dios y es por eso que debemos amarlos como a nosotros mismos.
Yo creo que hay algo único y contemporáneo en la ética de la santidad. Nos dice que la moralidad y la ecología están muy relacionadas. Ambas están referidas a la creación: la del mundo como obra de Dios y la humanidad como Su imagen. La integridad de la humanidad y la del medio ambiente natural, van de la mano. El universo natural y la humanidad fueron ambos creados por Dios, y está a nuestro cargo proteger el primero y amar el segundo.
PREGUNTAS PARA PENSAR
- ¿Cómo se conectan los conceptos de santidad, amor, moralidad y ecología?

Ama a tu prójimo. Ama al extranjero. Escucha el grito de los que de otra forma no serían escuchados. Libera al pobre de su pobreza. Preocúpate por la dignidad de todos. Deja que aquellos que tienen más de lo que necesitan compartan sus bendiciones con lo que tienen menos. Alimenta al hambriento, dale un hogar a los sin techo, y sana al enfermo en cuerpo y mente. Lucha contra la injusticia, quienquiera sea el que la realiza y contra quien sea contra quien es realizada. Y haz todas estas cosas porque, siendo seres humanos, estamos unidos por un pacto de solidaridad humana, sin importar nuestro color o cultura, clase o credo. Estos son principios morales, no económicos o políticos. Tienen que ver con la conciencia, no con riqueza o poder. Pero sin ellos, la libertad no sobrevivirá.
Morality, Introducción p. X

- ¿Cómo se conectan el amor y la santidad?
- ¿Cuáles son las diferencias entre las voces proféticas, de la sabiduría, y sacerdotal en el Tanaj?
- ¿Por qué la voz sacerdotal es la que nos ordena amar a la humanidad y proteger el universo natural?

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en pocas palabras
- Siempre es más fácil demostrarle amor y amistad a una persona con quien tienes más en común. La palabra hebrea para “tu prójimo” es “re ’aja”, que literalmente significa “amigo” o “compañero”. Estas son las personas con las que formamos relaciones. Es muy probable que tengamos muchas cosas en común con nuestros amigos, lo que hace que sea más fácil que sintamos amor por ellos que por el extranjero, quien es probable que sea alguien con diferencias obvias para nosotros. Pero la Torá nos dice que todas las personas, incluso aquellas extranjeras y distantes para nosotros, son creadas a imagen de Dios, y merecen nuestro amor.
LA IDEA CENTRAL
- La “regla de oro”, que se encuentra en varias culturas, inclusive el judaísmo, es tratar al otro como te gustaría que te traten. Es fácil ver cómo esto nos beneficia como individuos y como sociedad. Si eres amable con los demás, serán amable contigo. Pero la Torá nos pide que vayamos más lejos. La Torá espera que amemos incondicionalmente, porque esta es la manera correcta de vivir. Es raro encontrar la expectativa de amar, dentro de la ley.
- El amor del que habla la Torá no es la emoción que se siente, a veces pasional pero fugaz o de corta duración. La Torá nos habla del amor bondadoso. El amor que se encuentra en el corazón de la forma en que vemos y tratamos a otros humanos. Esta es una elección y puede ser ordenada.
UNA VEZ SUCEDIÓ…
- Si el amor del que nos habla la Torá es acción y comportamiento, amor que se basa en los actos de bondad, entonces, podemos amar a la tierra de la misma manera. Ser amable y cariñoso con la tierra, sería cuidar de ella y trabajar duro para protegerla.
- La Torá nos ordena que amemos a la tierra, aunque no use la palabra amar. Se nos ordena proteger el mundo y asegurar su sustentabilidad (ver Bereshit 2:15). También hay varias leyes, que se encuentran en estas parashot en el libro Vaikrá, que protegen la integridad de la naturaleza. El Rabino Sacks sugiere que, la razón por la que esta parashá contiene tanto los preceptos sobre el medio ambiente, como también los preceptos de amar al prójimo y al extranjero, es porque todos lidian con la santidad. El mensaje es que el amor es fundamental para ser santo, y fundamental en la manera en que debemos relacionarnos con los humanos y la naturaleza.
PENSANDO MÁS PROFUNDAMENTE
- Alguien o algo que es santo es apartado, distintivo, diferente. El Sacerdote es el personaje central para comprender el concepto de santidad. El ve que todo tiene su lugar: lo sagrado y lo profano, lo permitido y lo prohibido. El Sacerdote es el encargado de hacer estas distinciones y de enseñárselas a los demás. La Torá también nos dice que las diferentes formas de vida, tienen su propio lugar en el medio ambiente, y que todo ser humano está hecho a imagen y semejanza de Dios. Dios nos hizo a cada uno de nosotros con amor. Por lo tanto, si buscamos imitar a Dios – “Se santo porque, Yo, el Señor, Tu Dios, soy santo” – debemos, también, amar a la humanidad, no en lo abstracto sino en la forma concreta de amar a nuestro prójimo y al extranjero. La ética de la santidad, también se basa en la visión de las creaciones-como-obras-de-amor-de-Dios. La conexión entre estos conceptos es que, la santidad nos enseña a ubicar el amor en el centro de cómo nos relacionamos con nuestros compañeros y con la naturaleza.
ALREDEDOR DE LA MESA DE SHABAT
- Los mandamientos de amor se encuentran en el Libro Vaikrá, que nos enseña todo acerca de la santidad. Usar el amor como el valor fundamental de la moralidad, para guiarnos en cómo relacionarnos con el prójimo, es una manera santa de vivir.
- La moralidad profética examina la calidad de las relaciones dentro de una sociedad, entre nosotros y Dios y entre nosotros y el prójimo. La voz de la sabiduría en la Torá y en el Tanaj examina la conducta y la consecuencia. Si vives virtuosamente, entonces, por lo general las cosas irán bien con vos. La visión moral del Sacerdote se centra en la palabra clave kadosh, “santo”. Esto es lo que lo diferencia del Profeta o Sabio. Santo es alguien o algo que es apartado, distintivo, diferente. El Sacerdote ve más allá de las funciones básicas de la sociedad y sus consecuencias. Nos guía a un nivel más alto de comportamiento.
- A diferencia del Profeta, el Sacerdote no examina a la sociedad. A diferencia de la figura sabia, no busca la felicidad. El mira las creaciones como obras de Dios. Sabe que todo tiene su lugar: lo sagrado y lo profano, lo permitido y lo prohibido. La ética de la santidad y la voz sacerdotal en la Torá se basa en la visión de la creación-como-obra-de-amor-de-Dios. Esta visión ve a todos los seres humanos –a nosotros, al nuestro prójimo y al extranjero– como imagen de Dios, y esa es la razón por la que debemos amar al prójimo y al extranjero, como a uno mismo.
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Traducción y edición
- Iair Salem
- Carlos Gómez
- Inés Jawetz
- Michelle Lahan
- Abraham Maravankin