Edición Familiar: Judaísmo del cerebro izquierdo y derecho (Tzav 5780)

EDICION FAMILIAR: JUDAÍSMO DEL CEREBRO IZQUIERDO Y DERECHO (TZAV 5780)

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Esta Edición Familiar es una guía al ensayo principal de Convenio y Conversación que puedes leer aquí.

IDEA CLAVE DE LA SEMANA

Combina el detalle sacerdotal con la visión profética para alcanzar la grandeza espiritual.

La parashá Tzav continúa con las leyes sobre sacrificios que empezamos a estudiar en la parashá de la semana pasada, pero esta vez  aprendemos sobre los requisitos que deben tener los Cohanim, que serán los que llevarán a cabo los rituales.

Las leyes sobre las ofrendas quemadas y  de granos, ofrendas de pecado y culpa, y las ofrendas de paz, están todas discutidas, y cada una tiene detalles especiales de cómo traer las ofrendas. A continuación aprendemos como Aarón (el Cohen Gadol) y sus hijos serán iniciados en sus roles como Sacerdotes. Finalmente, se describe la ceremonia de apertura del servicio en el Mishkán.

PREGUNTAS PARA PENSAR

  1. La raíz de la palabra sacrificio (korbán) significa “acercarse”. ¿Cómo piensas que darle un sacrificio a Dios acerca más de Él?

La idea de leer la Haftará – conectar un pasaje de la literatura profética para leer junto con la porción de la Torá de la semana –  es muy antigua, data de por lo menos 2000 años atrás. Los estudiosos no saben cuándo, dónde ni por qué fue instituida. Algunos dicen que comenzó en la época de Antíoco IV cuando este intentó eliminar la práctica de los servicios religiosos en el siglo II a.e.c. causado por la revuelta que hoy celebramos en Janucá. En esa época, según la tradición, la lectura pública de la Torá estaba prohibida. Por lo tanto, los Sabios determinaron que debía leerse un pasaje profético que recordara al pueblo el tema de la lectura semanal de la Torá.

Otra versión es comenzó como protesta contra los samaritanos, y luego los saduceos, que negaban la autoridad de los libros de los Profetas con la excepción del libro de Iehoshúa.

Con frecuencia la relación entre la parashá y la haftará es directa y obvia. A veces, la elección del pasaje profético es instructiva, enseñándonos algo más profundo de lo que los sabios consideraron el mensaje clave de la parashá.

Pero existen algunas haftarot tan extrañas que merecen ser llamadas paradojales, ya que su mensaje parece cuestionar la parashá en lugar de reforzarla. Nuestra parashá es un buen ejemplo de esto. Tzav trata de varios tipos de sacrificio. Y después continúa la haftará con el comentario casi incomprensible de Jeremías:

Ya que cuando Yo saqué a tus antepasados de Egipto y les hablé, no solamente les di la orden de ofrendas quemadas y sacrificios sino que les di también esta orden: ObedézcanMe y Yo seré vuestro Dios y ustedes Mi pueblo. Caminen con obediencia hacia todo lo que Yo les ordeno, que todo sea bueno para ustedes. (Jeremías 7:22-23)

Esto parece sugerir que los sacrificios no fueron parte de la intención original de Dios para con los israelitas. Parece minimizar la sustancia misma de la parashá.

¿Qué significa esto? La interpretación más simple es que “Yo no les di solamente la orden de ofrendas quemadas y sacrificios.” Quizás Dios está diciendo sí, lo ordené, pero no era la totalidad de la ley, ni siquiera el propósito principal.

Una segunda interpretación es la famosa visión controvertida de Maimónides de que los sacrificios no eran lo que Dios hubiera querido en un mundo ideal. Lo que Él quiso es avodá: Quería que los israelitas Lo veneraran. Pero ellos, acostumbrados a las prácticas religiosas del mundo antiguo no podían concebir el avodá shabalev, el “servicio del corazón,” o sea, el rezo. Estaban acostumbrados a la manera en que se hacían las cosas en Egipto (y virtualmente en todos lados en esa época) donde la veneración significaba sacrificio. En esta lectura, Jeremías quiso decir que desde la perspectiva Divina los sacrificios eran bediavad, no lejatejila, una concesión después del hecho, no algo deseado desde el principio.

Una tercera interpretación es que toda la secuencia de eventos desde Shemot 25 hasta Vaikrá 25 fue una respuesta al episodio del Becerro de Oro. Este error, creo, representa la intensa necesidad por parte del pueblo de tener un Dios cerca y no distante, en el campamento, no en la montaña, accesible a todos, no solo a Moshé, y a diario, no solo en los raros eventos de un milagro. Eso es lo que representaba el Tabernáculo, con sus servicios y sus sacrificios. Era la casa de la Shejiná, la Divina Presencia, proveniente de la raíz sh-j-n, “vecino”. Cada sacrificio – en hebreo korban, significando “lo que es traído cerca” – era un acto de acercamiento. Por lo tanto, en el Tabernáculo Dios se acercó al pueblo, y al llevar los sacrificios, el pueblo se acercó a Dios.

La Torá contiene el detalle de cómo hacer esto, pero sólo la haftará nos dice por qué – para ayudarnos a permanecer conectados con Dios y recordarnos que debemos caminar en Sus caminos.

PREGUNTAS PARA PENSAR

  1. Según la parashá, ¿cómo nos acercamos a Dios?
  2. Según la haftará, ¿por qué necesitamos sacrificios y el Mishkán para adorar a Dios?

De la película La Sociedad de los Poetas Muertos

Señor Keating: Señores, abran sus textos en la página 21 de la introducción. Señor Perry, ¿leerá el primer párrafo de la introducción, titulado “Entendiendo la poesía”?

Perry: Entendiendo la poesía, por el Dr. J. Evans Pritchard, PhD. Para entender plenamente la poesía, primero debemos ser fluidos con su métrica, rima y figuras del habla. Luego haga dos preguntas: Una, cuán artísticamente se ha presentado el objetivo del poema, y dos, cuán importante es ese objetivo. La pregunta uno evalúa la perfección del poema, la pregunta dos evalúa su importancia. Y una vez que estas preguntas han sido respondidas, determinar la grandeza de un poema se convierte en un asunto relativamente simple. 

A medida que avance a través de la poesía en este libro, practique este método de evaluación. A medida que su capacidad para evaluar poemas en esta materia crezca, también lo hará tu disfrute y comprensión de la poesía”. 

Señor Keating: Ahora quiero que arranque esa página. Vamos, arranque toda la página. Ya me oyó, arránquela. ¡Arránquela! ¡Arranque! Que desaparezca, J. Evans Pritchard, PhD. Rompa. Desgarre. ¡Arránquenla!En mi clase aprenderán a pensar por ustedes mismos otra vez. Aprenderán a saborear palabras y lenguaje. Sin importar lo que alguien les diga, las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo. No leemos ni escribimos poesía porque es linda. Leemos y escribimos poesía porque somos miembros de la raza humana. Y la raza humana está llena de pasión. La medicina, el derecho, los negocios, la ingeniería, todas estas son actividades nobles, y necesarias para sostener la vida. Pero la poesía, la belleza, el romance, el amor, esto es para lo que nos mantenemos vivos.

PREGUNTAS PARA PENSAR

  1. ¿Cuál es el valor de analizar la poesía a través de reglas? ¿Por qué las reglas son importantes en general?
  2. ¿Qué deja de lado el enfoque de la poesía  de Pritchard?

Este no era el plan original de Dios. Como se evidencia aquí desde Jeremías y en la ceremonia del pacto de Éxodo 19-24, la intención era que Dios fuera el soberano y dador de leyes del pueblo. Él sería su Rey, no su vecino. Sería distante, no cercano (ver Éxodo 33:3). El pueblo obedecería Sus leyes; no Le harían sacrificios en forma regular. Dios no necesita sacrificios. Pero Dios respondió entonces a los deseos del pueblo como cuando Le dijeron que no podían seguir escuchando Su voz atronadora en el Sinaí. “He escuchado lo que el pueblo te expresó. Todo lo que dijeron era bueno” (Deuteronomio 5:25). Lo que trae al pueblo cerca de Dios tiene que ver con el pueblo, no con Dios. Es por eso que los sacrificios no fueron la intención original de Dios sino la necesidad espiritual-psicológica de los israelitas: precisaban estar cerca de la Divinidad en tiempos periódicos y predecibles.

Veamos ahora la haftará de la mañana de Iom Kipur, del capítulo 58 de Isaías, uno de los pasajes más sorprendentes de la literatura profética:

¿Es este el ayuno que he elegido – un día en el que el hombre se oprimirá a sí mismo?… ¿Es esto lo que ustedes llaman ayuno, “un día para el favor del Señor?” No: este es el ayuno que yo elijo. Desaten las ligaduras de la maldad y rompan la cadena de la esclavitud. Aquellos que fueron aplastados, libérenlos; destruyan todo yugo de esclavitud. Corten vuestro pan para los hambrientos y lleven a los desposeídos y errantes a casa. Cuando veas una persona desnuda, vístelo; no apartes la vista de tu propia carne.

Isaías 58:5-7

Este mensaje es inequívoco. Hablamos de él en el último capítulo de Convenio y Conversación. Los preceptos entre nosotros y Dios y los de nosotros con nuestros semejantes, son inseparables. No tiene sentido ayunar si a la vez no se actúa con justicia y compasión hacia nuestros semejantes. No se puede esperar que Dios nos ame si nosotros no amamos a los demás. Eso está claro.

Pero leer este pasaje en público en Iom Kipur, después de haber leído en la Torá el fragmento que describe el servicio del Sumo Sacerdote en ese día, junto con la orden de “aflicción,” parece ser contrario, casi ilógico. De hecho, el cambio brusco de foco refuerza una enseñanza crucial. Primero leemos la Torá que nos pide que ayunemos, expiemos y nos purifiquemos, y de repente el Profeta nos dice que nada de esto tendrá efecto si no realizamos algún tipo de acción social, o por lo menos actuamos honorablemente hacia los demás. La Torá y la haftará parecen estar en conflicto. Pero en realidad son dos voces en armonía.

Lo que conecta a estas dos haftarot es la insistencia en la dimensión moral del judaísmo. Como lo señala Jeremías en el versículo que cierra la haftará: “Yo soy el Señor, que practica la bondad, la justicia y la rectitud en la tierra, porque ellas me placen” (Jeremías 9:23). Lo realmente inesperado es que los Sabios conectaron partes de la Torá con pasajes de la literatura profética tan diversas una de otra que parecieran venir de universos distintos con diferentes leyes de gravedad.

Esa es la grandeza del judaísmo. Es una sinfonía coral escrita para muchas voces. Es una discusión constante entre distintos puntos de vista. Sin leyes detalladas, sin sacrificios. Sin sacrificios en la era bíblica, no hay acercamiento a Dios. Pero si hubiera sacrificios sin la voz profética, el pueblo podría servir a Dios mientras abusaba de sus semejantes. Podrían sentirse justos pero en realidad eran meramente auto complacientes.

La voz sacerdotal que oímos en las lecturas de Iom Kipur y Tzav en la Torá nos dicen qué y cómo. La voz profética nos dice por qué. Es como los hemisferios izquierdo y derecho del cerebro, como escuchar en estéreo o ver en 3D. Esa es la complejidad y la riqueza del judaísmo.

Coloquemos las voces proféticas y sacerdotales juntas y veremos que el ritual es un tutorial de ética. La acción repetida de actos sagrados reconfigura el cerebro, reconstituye la personalidad, moldea nuestras sensibilidades. Los preceptos fueron dados, dicen los Sabios, para perfeccionar a las personas. La acción externa influye sobre el sentimiento interno. “El corazón sigue a la acción,” como lo plantea el Sefer haJinuj.

Yo creo que esta tensión entre la Torá y la Haftará, y entre las voces sacerdotales y proféticas, es una de las grandes glorias del judaísmo. Nos dice cómo actuar y por qué. Sin el cómo, la acción es renga; sin el por qué, el comportamiento es ciego. Si combinas el detalle sacerdotal con la visión profética, tendrás grandeza espiritual.

PREGUNTAS PARA PENSAR

  1.  ¿Cuál es la diferencia entre el pensamiento del hemisferio izquierdo y el derecho del cerebro, y cómo se relacionan con la voz sacerdotal en la parashá y la voz profética en la haftará?

“La ciencia separa las cosas para ver cómo funcionan. La religión une las cosas para ver qué significan. Sin entrar en detalles neurocientíficos, la primera es una actividad predominantemente del hemisferio izquierdo del cerebro, la segunda está asociada con el hemisferio derecho… La ciencia trata acerca de explicación. La religión trata del significado. La ciencia analiza, la religión integra. La ciencia desarma las cosas en sus componentes. La religión une a la personas en relaciones de confianza. La ciencia nos dice qué es. La religión nos dice lo que puede ser. La ciencia describe. La religión nos llama, nos convoca, nos demanda. La ciencia ve objetos. La religión nos habla como sujetos. La religión practica desapego. La religión es el arte de apegarse, uno a uno, alma con alma. La ciencia ve el orden subyacente del mundo físico. La religión escucha la música detrás del ruido. La ciencia es la conquista de la ignorancia. La religión es la redención de la soledad.”

The Great Partnership, p. 2-6

  1. ¿Cuál de las razones dadas antes crees que explica mejor la institución de la haftará?
  2. ¿Qué crees que logra la haftará hoy en día?
  3. ¿Cuál es el mensaje de la haftará de esta semana?

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en pocas palabras

  1. La raíz de la palabra en hebreo para sacrificio es k-r-v, que significa cerca. Cuando le damos un regalo a un amigo, eso nos acerca a esa persona, y a esa persona la sentimos más cerca de nosotros. El dador se siente bien al haber  dado algo que tiene (valor monetario, tiempo, creatividad, cuidado) a otra persona, y esto hace que se sientan más cerca y conectados. En el caso de Dios, nos sentimos más cerca y más conectados cuando sacrificamos algo por Él. Podría ser, en los tiempos del Templo, un sacrificio; hoy en día, nuestro tiempo y pasión en la forma en la que rezamos o realizamos mitzvot.

LA IDEA CENTRAL

  1. Los detalles del Tabernáculo y del servicio de los sacrificios son los “cómo” servir a Dios en la parashá de esta semana.
  2. La haftará relata: “Ya que cuando Yo saqué a tus antepasados de Egipto y les hablé, no solo les di la orden de ofrendas quemadas y  sacrificios, sino que les ordené: ObedézcanMe, y Yo seré su Dios, y ustedes serán Mi pueblo. Caminen con obediencia hacia  todo lo que  les ordeno, para que todo vaya bien con ustedes” (Jeremías 7:22-23). Esto sugiere que estas leyes son, en definitiva, para fomentar una cercanía y conexión con Dios. El Tabernáculo abordaba una necesidad pasional por parte del pueblo de tener un Dios cerca y no distante, en el campamento y no en la cima de la montaña, accesible para todos,  y no solamente para Moshé, y a  diario no solo en  los raros momentos de un milagro.

UNA VEZ SUCEDIÓ…

  1. Las reglas dan estructura a la vida. Las reglas para analizar la poesía nos ayudan a encontrar las técnicas literarias, los patrones y estructuras que se encuentran dentro de los poemas (y en otras formas de arte).
  2. Si solo usáramos las reglas para escribir y analizar poesías, perderíamos la pasión, las emociones y el espíritu de la poesía. Este es el equivalente del mensaje profético que se encuentra en la haftará, que nos ayuda a entender las reglas sacerdotales de la Torá.

PENSANDO MÁS PROFUNDAMENTE

  1. Nuestro cerebro tiene dos hemisferios que se usan para diferentes tipos de pensamiento. El lado izquierdo del cerebro se usa principalmente para pensamientos analíticos y metódicos, y el lado derecho del cerebro, para pensamientos más creativos y artísticos. El Rabino Sacks sugiere que esto corresponde al enfoque sacerdotal (que se encuentra en la Torá), ya que usa un ritual muy detallado para  acercarse a Dios, mientras que la voz profética (que se encuentra en la haftará de esta semana) se enfoca más en las necesidades emocionales y espirituales que subyacen en nuestro servicio a Dios.

ALREDEDOR DE LA MESA DE SHABAT

  1. La primera teoría mencionada es que la haftará fue establecida cuando Antíoco IV intentó eliminar la práctica del Judaísmo en el siglo II a.e.c, y, específicamente, la lectura pública de la Torá. Entonces, los sabios establecieron que se debía leer un texto profético cuyo tema le haría recordar al pueblo sobre el tema de la lectura semanal de la Torá. Otra opinión, es que fue implementada para protestar contra el punto de vista de los samaritanos, y más tarde de los saduceos, quienes negaban la autoridad de los libros de los Profetas, con la excepción del libro de Iehoshúa. Por último, hay una teoría  de que la haftará contiene un mensaje de los rabinos, que nos ayuda a entender cuál es el mensaje que ellos consideran más importante de la lectura de la Torá.
  2. Tal vez, el objetivo más importante hoy es exponernos a los libros de los Profetas. Generalmente, estamos muy centrados en la Torá (por razones obvias) y, a veces, nos olvidamos de estudiar y enseñar el resto del Tanaj, por lo que la haftará nos asegura que estemos familiarizados con  los libros de los Profetas.
  3. Los sacrificios son una parte importante de cómo servimos a Dios, y el libro de   Vaikrá está muy centrado en los detalles de este servicio. La mejor interpretación de por qué la haftará de esta semana fue elegida para acompañar la parashá Tzav, es porque la secuencia entera de eventos desde Éxodo 25 hasta Levítico 25, fue una respuesta al episodio del Becerro de Oro. El Tabernáculo representaba una necesidad pasional por parte del pueblo para sentir la cercanía de Dios, de tener una forma de que Su Presencia sea accesible a todos y no solamente a Moshé, y a diario, no solo en  los raros momentos de un milagro. Todo sacrificio– en hebreo korbán, que significa “lo que he traído cerca” – era un acto de acercamiento. En el Tabernáculo, Dios se acercaba al pueblo, y al llevar sacrificios, el pueblo se acercaba a Dios. La haftará  brinda una perspectiva muy necesaria a los detalles de los aspectos rituales del Tabernáculo, al cambiar nuestro enfoque de estos detalles a las maneras más verdaderas de servir a Dios y alcanzar grandeza espiritual.

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Esta Edición Familiar es una guía al ensayo principal de Convenio y Conversación que puedes leer aquí.

Traducción y edición

  • Iair Salem
  • Carlos Gómez
  • Inés Jawetz
  • Michelle Lahan
  • Abraham Maravankin