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Si quieres saber de qué trata un libro, mira cómo termina. Génesis concluye con tres escenas profundamente significativas.
Primero, Yaakov bendice a sus nietos, Efraim y Menashé. Esta es la bendición que los padres judíos pronuncian los viernes a la noche para sus hijos. Mi antecesor, Lord Jacobovitz solía preguntar: de todas las bendiciones de la Torá, ¿por qué elegir justamente esta? Dio una respuesta hermosa. Dijo, todas las otras bendiciones eran de padres a hijos – y entre padres e hijos pueden haber tensiones. La bendición de Yaakov a Efraim y Menashé es la única instancia de bendición de abuelo a nieto. Y entre abuelos y nietos no hay tensiones, solamente amor.
Segundo, Yaakov bendice a sus doce hijos. Aquí sí se observa la tensión. Las bendiciones a sus tres hijos mayores, Rubén, Simón y Leví, más que bendiciones parecen maldiciones. Pero el hecho de bendecir a los doce hijos reunidos en un lugar al mismo tiempo es algo que no hemos visto antes. No hay registro de Abraham bendiciendo a Ismael o a Ytzjak. Ytzjak bendice a Esav y Yaakov por separado. El mero hecho de que Yaakov haya podido reunir a todos sus hijos no tiene precedente y es importante. En el capítulo siguiente – el primero de Éxodo, los israelitas están descritos por primera vez como pueblo. Es difícil imaginar que puedan vivir juntos como pueblo si no logran hacerlo como familia.
Tercero, después de la muerte de Yaakov, los hermanos le piden a Iosef que los perdone, cosa que efectivamente hace. Los hermanos evidentemente sospechan que estaba dejando pasar el tiempo hasta la muerte del padre, como antes decidió hacer Esav. Los hijos no buscan vengarse en la familia mientras esté vivo el padre – esa parece haber sido la norma de la época. Iosef enfrenta los temores y los deja tranquilos. “Ustedes quisieron dañarme pero Dios lo hizo para bien,” dijo.
La Torá nos está transmitiendo aquí un mensaje inesperado: la familia está antes que cualquier otra cosa, antes que la tierra, la nación, la política, la economía, la búsqueda de poder o la acumulación de riqueza. Visto desde afuera, lo impresionante de la historia es que Iosef llega a las máximas alturas del poder en Egipto y los mismos egipcios hicieron el duelo por la muerte de su padre Yaakov y acompañaron a la familia camino al entierro, de tal forma que los cananitas, viendo la escena dijeron, “Los egipcios están participando en una ceremonia de duelo,” (Génesis 50:11) Pero eso es lo externo. Cuando damos vuelta la página y comenzamos el libro de Éxodo, descubrimos que la situación de los israelitas en Egipto era en realidad muy vulnerable, y todo el poder que Iosef concentró en la persona del Faraón sería vuelto en su contra.
Génesis no trata sobre el poder, sino sobre la familia. Porque es donde comienza la vida en conjunto.
La Torá no sugiere que es fácil construir y mantener una familia. Los patriarcas y las matriarcas – especialmente Sara, Rebeca y Raquel – conocen la agonía de la infertilidad. Saben lo que significa aguardar con esperanza, y seguir esperando.
La rivalidad entre hermanos es un tema recurrente en el libro. El Salmo nos dice “cuán bueno y agradable es que los hermanos vivan juntos.” Se podía haber agregado “y qué poco frecuente.” Casi al comienzo de la historia humana Caín mata a Abel. Hay tensión entre Hagar y Sara que hace que Hagar e Ismael sean echados. Hay rivalidad entre Yaakov y Esav, y entre Iosef y sus hermanos, en ambos casos al borde del asesinato.
Pero nada de eso disminuye la importancia de la familia. Al contrario, es el principal medio de bendición. Los hijos figuran como receptores principales de las bendiciones de Dios, no menos que la bendición de la entrega de la tierra. Es como si la Torá nos estuviera diciendo muy honestamente, que sí, la familia es un desafío. La relación entre marido y mujer y entre padre e hijo pocas veces es sencilla. Pero tenemos que trabajarla. No hay garantía de que siempre salga bien. Está claro que los padres de Génesis no siempre hicieron bien las cosas. Pero es la más humana de nuestras instituciones.
La familia es donde el amor trae nueva vida al mundo. Eso solo hace que sea la más espiritual de todas las instituciones. Es también donde recibimos la más importante y perdurable educación moral. Citando al especialista en ciencias políticas de Harvard James Q. Wilson, la familia “es el lugar donde ocurren los conflictos y deben ser manejados.” Las personas de una familia “se aman y se pelean, comparten y se enojan, gratifican y decepcionan.” Las familias, dice, “constituyen el mundo en el que modelamos y manejamos nuestras emociones.” (1)
La Torá nos guía por áreas que en el siglo XX han sido identificadas como el lugar más importante de los conflictos. Freud definió el complejo de Edipo – el deseo de crear un espacio propio eliminando al padre – como uno de los principales motivadores de la emoción humana. Para René Girard la rivalidad entre hermanos es quizás la fuente de la violencia humana. (2)
Yo he argumentado que la historia de la Ligadura de Ytzjak tiene que ver precisamente con el complejo de Edipo. Dios no quiere que Abraham mate a Ytzjak. Quiere que renuncie a la posesión de él. Quiere abolir una de las convicciones más generalizadas del mundo antiguo conocido en la Ley Romana como el principio de la patria potestas, o sea, que los padres son dueños de sus hijos. Una vez superado, los hijos se transforman en personas legales de propio derecho, con lo cual gran parte de la fuerza del complejo de Edipo queda anulada. Los hijos tienen un espacio para ser ellos mismos.
También he planteado que la historia de la lucha entre Yaakov y el ángel tiene que ver con la rivalidad entre hermanos: el deseo mimético, el deseo de tener lo que posee tu hermano sólo por ese motivo. Yaakov se transforma en Israel cuando deja de querer ser Esav y es él mismo.
O sea que Génesis no es un canto a la virtud de la familia. Es un versión cándida, honesta, muy trabajada, de lo que significa enfrentar alguno de los problemas que ocurren en las familias, aún en las mejores.
Génesis concluye con estas tres importantes conclusiones: primero, que los abuelos son parte de la familia y su bendición es importante. Segundo, Yaakov demuestra que es posible bendecir a los hijos, aun con relaciones fracturadas con alguno de ellos. Tercero, Iosef muestra que es posible perdonar a los hermanos aunque hayan causado un gran daño.
Una de las memorias más vívidas de mis primeros años como estudiante fue escuchar las Conferencias Reith de la BBC en 1967. Esas conferencias eran las más prestigiosas de la emisora: el primero en exponerlas fue Bertrand Russell en 1948. En 1967 el disertante era el profesor de antropología de Cambridge, Edmund Leach. Yo tuve el privilegio de ocupar ese lugar en 1990.
Leach llamó a su serie de disertaciones A Runaway world? (¿Un mundo en fuga?) y en su tercer capítulo dijo una frase que me hizo incorporar y tomar nota. “Lejos de ser la base de una buena sociedad, la familia, con su estrecha privacidad y secretos sórdidos, es la fuente de todas nuestras aflicciones.” (3) Fue una señal importante de que la familia estaba por ser destronada y reemplazada por la liberalidad sexual y la auto expresión. Pocas veces una institución tan importante ha sido abandonada en forma tan completa y tan livianamente.
En las décadas que siguieron, en muchas partes de la sociedad la cohabitación reemplazó al matrimonio. Cada vez menos personas se casaban, lo hacían más tarde y hubo más divorcios. En un momento determinado, el 50% de los matrimonios en Estados Unidos y Gran Bretaña concluyó en divorcio. El 50% de los hijos nacieron fuera del vínculo matrimonial. La cifra actual para Gran Bretaña es del 42%.
Las consecuencias han sido generalizadas y devastadoras. Para poner un ejemplo, el índice de natalidad actual en Europa está muy por debajo del índice de reemplazo. Un índice de fertilidad del 2.1 (la cantidad de hijos por mujer) es el necesario para que una población sea estable. Ningún país europeo llega a esa cifra. España, Portugal, Italia y Grecia están en 1.3. El promedio es de 1.6. Europa mantiene su población solamente por una inmigración sin precedentes. Esta es la muerte de Europa tal como la conocimos.
Mientras tanto en Estados Unidos, una porción significativa de la población vive en sectores con pocas familias intactas, niños desamparados, barrios dañados, escuelas pobres, pocos servicios sociales y una escasez preocupante de esperanza. Todo esto, para algunos sectores del país es el fin del “sueño americano.”
Las personas que miran al estado, a la política y al poder para hacer el bien, lo bello y lo verdadero – la tradición helenística – tienden a catalogar a la familia y todo lo que presupone en cuanto a fidelidad y responsabilidad, como una distracción. Pero para las personas que comprenden no solo la importancia de la política sino también sus peligros y limitaciones, la relación entre marido y mujer, padre e hijo, nieto y abuela y entre hermanos, la familia es la base más importante de la libertad. Esa es la percepción que recorre todo lo largo del libro de Alexis de Tocqueville Democracy in America, resumida en la afirmación de que “mientras el sentimiento familiar esté vivo, el oponente de la opresión nunca estará solo.” (5)
James Q. Wilson lo expresó hermosamente: “Aprendemos a lidiar con las personas de este mundo porque aprendemos a hacerlo con los miembros de nuestra familia. Los que huyen de la familia huyen del mundo; privados de su afecto, de su tutelaje y de sus desafíos, quedan sin la preparación requerida para enfrentar las pruebas, juicios y demandas a la qué serán sometidos.” (6)
De eso, sorprendentemente, es de lo que trata Génesis. No de la creación del mundo que ocupa un solo capítulo, sino de cómo manejar un conflicto familiar. Apenas los descendientes de Abraham pudieron formar familias fuertes, lograron pasar de Génesis a Éxodo y al nacimiento de la nación.Yo creo que la familia es el lugar de nacimiento de la libertad. Cuidándonos unos a otros, aprendemos a cuidar el bien común.

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Fuentes
- James Q. Wilson, The Moral Sense (El sentido moral), Free Press, 1993, 162.
- Rene Girard, Violence and the Sacred (Violencia y lo sagrado), John Hopkins University Press, 1977.
- Edmund Leach, A Runaway World? (¿Un mundo en fuga?), Oxford University Press, 1967.
- Esta es la tesis de dos libros importantes: Charles Murray, Coming Apart, Crown Forum, 2012, y Robert Putnam, Our Kids (Nuestros niños), Simon & Schuster, 2015. Ver también Yuval Levin, The Fractured Republic (La república fracturada), Basic Books, 2016.
- Democracy in America (Democracia en América), 340.
- The Moral Sense, 163.
Traductores
Carlos Betesh