Sobre Judaísmo e Islam (Jaiei Sará 5779)
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El lenguaje de la Torá está, según la famosa frase de Erich Auerbach, “cargado de trasfondo.” Detrás de los eventos que están descritos abiertamente yacen en las sombras otras historias puestas allí para que las descifremos. Debajo de la superficie de la Parashá Jaiei Sará, por ejemplo, hay otra narración, aludida solo a través de indicios. Existen tres claves en el texto.
La primera tiene lugar cuando el sirviente de Abraham retorna con la mujer que será la esposa de Ytzjak. Como Rebeca ve a Ytzjak a la distancia, nos dice que “se aproxima por la vía de Be’er-lahai-ro’i” (24:62) para meditar en el campo. La ubicación sorprende. Hasta ahora habíamos situado a la familia patriarcal en Be’ersheva hacia donde retorna Abraham después de las ligaduras de Ytzjak, y en Hebron, donde Sara fallece y es enterrada. ¿Dónde está esta tercera localidad de Be’er-lahai-ro’i, y cuál es su significado?
La segunda es la extraordinaria etapa final de la vida de Abraham. Capítulo tras capítulo leemos acerca del amor y la fidelidad que Abraham y Sara se profesaban mutuamente. Juntos se embarcaron en una larga travesía de destino desconocido. Juntos se posicionaron en contra de la idolatría de su tiempo. Dos veces Sara le salvó la vida a Abraham simulando ser su hermana. Ansiaron y rogaron tener un hijo y sufrieron largos años de esterilidad hasta el nacimiento de Ytzjak. Luego, la vida de Sara llega a su fin. Muere. Abraham llora por ella y compra una cueva que será el lugar de su entierro, y más adelante, él será enterrado a su lado. Deberíamos suponer que Abraham vivió el resto de sus días en soledad hasta ser depositado al lado de Sara su esposa” (25: 10) en la “Cueva de Majpelá” (25: 9).
Inesperadamente, después del casamiento de Ytzjak, Abraham se casa con una mujer llamada Keturá y tiene con ella seis hijos. No nos cuentan nada más de esta mujer, y el significado del episodio es oscuro. La Torá no suele incluir meros detalles fortuitos. No tenemos idea, por ejemplo, de qué aspecto tenía Abraham. Tampoco sabemos el nombre del sirviente que él envió para buscar una esposa para Ytzjak. La tradición nos dice que era Eliezer, pero no la Torá. ¿Cuál es entonces el significado del segundo matrimonio de Abraham y cómo se relaciona con el resto de la narrativa?
La tercera clave de la historia oculta se revela en la descripción de la muerte de Abraham:
Y Abraham falleció, y murió a una edad avanzada, un hombre anciano, pleno de años, y se reunió con su pueblo. Ytzjak e Ishmael, sus hijos, lo enterraron en la Cueva de Majpelá, en el campo de Efron hijo de Zohar el hitita, que se encuentra antes de Mamré, el campo que Abraham compró a los hijos de Het. Ahí fue enterrado Abraham, junto a su esposa Sara. (25: 8-19)
La presencia de Ishmael en el funeral es sorprendente. Al fin y al cabo, él había sido enviado al desierto años antes, cuando Ytzjak era joven. Hasta ahora suponíamos que los dos medio hermanos habían vivido totalmente aislados uno del otro. Sin embargo la Torá los coloca juntos en el funeral sin explicación alguna. Los sabios reúnen estos tres detalles desconcertantes para crear una historia apasionante.
Primero, puntualizan que Be’er-lahar-ro’i, el lugar del cual provenía Ytzjak cuando fue visto por Rebeca, está mencionado anteriormente en Génesis (16: 14): es el lugar en que Hagar, embarazada y huyendo de Sara, se encuentra con el ángel que le dice que vuelva. Es ella misma la que le da el nombre al lugar, que significa “La fuente del Ser Viviente que me ve” (16-14). El Midrash dice qué Ytzjak fue a Be’er´lahai-ro’i en busca de Hagar. Cuando Ytzjak escuchó que su padre buscaba una mujer para él, dijo, “¿Cómo puedo estar yo casado mientras mi padre vive solo? Iré y buscaré a Hagar para que retorne con él.” (1)
De ahí la respuesta de los sabios a la segunda pregunta: ¿Quién era Keturá? Era, dicen ellos, no otra que la misma Hagar. No es inusual que los personajes de la Torá tengan más de un nombre: Jetro, el suegro de Moshé, tenía siete. Hagar fue llamada Keturá porque “sus actos producían una fragancia como el incienso (ketoret).” (2) Esto indudablemente hace que el segundo matrimonio de Abraham sea un componente esencial de la narrativa.
Hagar no terminó sus días como una paria. Retornó, a instancias de Ytzjak, con el consentimiento de Abraham, para transformarse en la esposa de su antiguo amo. Esto también modifica la penosa historia del exilio de Ishmael.
Sabemos que Abraham no quiso expulsarlo – la exigencia de Sara fue “muy dolorosa a la vista de Abraham, a causa de su hijo” (21:11). Sin embargo, Dios le dijo a Abraham que escuche a su mujer. Pero hay un extraordinario Midrash en Pirkei de Rabbi Eliezer, que nos cuenta que Abraham visitó dos veces a su hijo. En la primera ocasión, Ishmael no estaba en su casa. Su esposa, no conociendo la identidad de Abraham, le negó al extranjero pan y agua. Ishmael, sigue el Midrash, se divorció de ella y se casó con una mujer llamada Fátima. Esta vez, cuando Abraham volvió a visitarlo sin identificarse, la mujer le dio comida y bebida. El Midrash dice que “Abraham se paró y rogó ante el Santo bendito sea y la casa de Ishmael se llenó de cosas buenas. Cuando Ishmael retornó, su mujer le contó lo sucedido e Ishmael supo que su padre aún lo amaba. (3) Padre e hijo se reconciliaron.
El nombre de la segunda mujer de Ishmael, Fátima, es altamente significativo. En el Corán, Fátima es la hija de Mahoma. Pirkei de Rabbi Eliezer es un texto del siglo VIII y hace aquí una referencia explícita y positiva con respecto al Islam.
La historia oculta de Jaiéi Sara tiene inmensas consecuencias para nuestro tiempo. Tanto judíos como musulmanes trazan su descendencia de Abraham – los judíos a través de Ytzjak, los musulmanes por Ishmael. El hecho de que ambos hijos estuvieron presentes en el funeral del padre nos dice que ellos también se habían vuelto a unir.
Bajo la superficie de la narrativa de la Parashá Jaiéi Sara los sabios leyeron las claves y reconstruyeron una emotiva historia de reconciliación entre Abraham y Hagar por un lado y entre Ytzjak e Ishmael por el otro. Es cierto que hubo conflicto y separación; pero eso fue el principio, no el final. Entre Judaísmo e Islam puede haber amistad y respeto mutuo. Abraham amaba a sus dos hijos, y fue enterrado por ambos. Hay esperanza para el futuro en esta historia del pasado.
- Bereshit Rabbah 60:14.
- Bereshit Rabbah 51:4.
- Pirkei deRabbi Eliezer
Traductores
- Carlos Betesh
- Abraham Maravankin
Editores
- Myriam Rozengurt