JAIEI SARA: SOBRE JUDAÍSMO E ISLAM
Convenio y Conversación: Edición Familiar es una iniciativa nueva y emocionante de La Oficina del Rabino Sacks para 5779. Escrita como un acompañamiento al ensayo semanal Convenio y Conversación del Rabino Sacks, la Edición Familiar tiene como objetivo conectar a los niños mayores y adolescentes con sus ideas y pensamientos sobre la parashá. Cada elemento de la Edición Familiar es progresivamente más avanzado. La Idea principal es apropiada para todas las edades y el elemento final, Del Pensamiento Del Rabino Sacks, es la sección más avanzada. Cada sección incluye preguntas para reflexionar, destinadas a estimular el diálogo entre los miembros de la familia de la manera más adecuada para ellos. La sección final es un compañero educativo que incluye puntos de conversación sugeridos en respuesta a las preguntas encontradas en la Edición familiar.
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Esta Edición Familiar es una guía al ensayo principal de Convenio y Conversación para Jaiei Sara 5779 que puedes leer acá.
Jaiei Sará contiene tres historias: la muerte de Sará y la compra por parte de Abraham de un sitio para su entierro, la cueva de Majpelá, que fue la primera porción de la Tierra Prometida propiedad del Pueblo Judío; la búsqueda de una esposa para Ytzjak, el primer hijo Judío; y el último período en la vida de Abraham, y su muerte.
La semana pasada vimos que después del nacimiento de Ytzjak, Sará estaba molesta con la presencia de Hagar, segunda esposa de Abraham, y su hijo Ishmael en la casa de Abraham. Ella exigió que Abraham los sacara de su casa y Dios le dijo a Abraham que escuche a su esposa Sará. Pero en la Parashá de esta semana vemos un detalle extraño en la descripción de la muerte de Abraham:
Y Abraham falleció, y murió a una edad avanzada, un hombre anciano, pleno de años, y se reunió con su pueblo. Ytzjak e Ishmael, sus hijos, lo enterraron en la Cueva de Majpelá, en el campo de Efron hijo de Zohar el hitita, que se encuentra antes de Mamré, el campo que Abraham compró a los hijos de Het. Ahí fue enterrado Abraham, junto a su esposa Sará. (25: 8-19)
La presencia de Ishmael en el funeral es sorprendente. Al fin y al cabo, él había sido enviado al desierto años antes, cuando Ytzjak era joven. Hasta ahora suponíamos que los dos medio hermanos habían vivido totalmente aislados el uno del otro. Sin embargo, la Torá los coloca juntos en el funeral sin explicación alguna.
Hay un Midrash en Pirkei de Rabbi Eliezer que puede aclararnos esto. Este Midrash nos cuenta que Abraham visitó dos veces a su hijo luego de haberlo desterrado de su casa. En la primera ocasión, Ishmael no estaba en su casa. Su esposa, no conociendo la identidad de Abraham, le negó al extranjero pan y agua. Ishmael se divorció de ella y se casó con una mujer llamada Fátima. Esta vez, cuando Abraham volvió a visitarlo sin identificarse, la mujer le dio comida y bebida. El midrash dice que “Abraham se paró y rogó ante el Santo bendito sea y la casa de Ishmael se llenó de cosas buenas. Cuando Ishmael retornó, su mujer le contó lo sucedido e Ishmael supo que su padre aún lo amaba”. Padre e hijo se reconciliaron.
PREGUNTAS PARA PENSAR:
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¿Cuál crees que es la razón por la cual Sará exigió a Abraham que expulse a Hagar e Ishmael?
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¿Por qué crees que hacer esto le resultó tan difícil a Abraham?
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¿Cómo podemos saber que Abraham hizo lo correcto?
Mucho antes de que se construyera el Bet Hamikdash, dos hermanos vivían y labraban el campo en ese mismo sitio. Uno era casado y tenía una familia grande, mientras el otro era soltero. Ellos vivían muy cerca el uno del otro, y cada uno trabajaba su tierra sembrando trigo. Al llegar la época de la cosecha, cada uno fue bendecido con una cosecha abundante y guardó sus granos para un largo tiempo de almacenaje.
El hermano soltero, observando su buena fortuna, pensaba que Dios lo había bendecido con más de lo que necesitaba, en cambio su hermano, que era el padre de una gran familia, podría sin dudas usar más que él. En la mitad de la noche, se levantó y secretamente tomó de sus granos y los puso en la pila de su hermano.
De forma similar, el hermano casado pensó para sí mismo que había sido bendecido con muchos hijos que lo cuidarían cuando fuera una persona mayor, en cambio su hermano dependería de lo que él hubiera ahorrado. Él, a su vez, también se levantó en la mitad de la noche y silenciosamente tomó parte de sus granos y los pasó de su pila a la de su hermano.
En la mañana, cada uno se preguntó por qué no se notaba una menor cantidad de granos en sus pilas, por lo que volvieron esa noche a hacer lo mismo, pasando granos de sus pilas a la pila de su hermano. Estas actividades nocturnas continuaron hasta que una noche los hermanos se toparon uno con el otro. En ese instante, en la oscuridad de la noche, el amor fraternal iluminó el cielo sobre las montañas; cada uno entendió lo que el otro había estado haciendo y se dieron un caluroso abrazo. De acuerdo con la leyenda, cuando Dios vio esta escena de amor fraternal, Él escogió este sitio para Su Templo.
PREGUNTAS PARA PENSAR:
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¿Es natural discutir con tus hermanos? ¿Tú discutes con tus hermanos?
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¿Cuál es el mensaje de esta historia? ¿Crees que puedes alcanzar este nivel de amor por tus hermanos? ¿Y qué tal por alguien que no es tu hermano?
Debajo de la superficie del texto de Jaiei Sará hay otra historia, con tres claves importantes latentes en el texto.
La primera ocurre cuando el sirviente de Abraham retorna con la mujer que será la esposa de Ytzjak. Como Rebeca ve a Ytzjak a la distancia, nos dice que “se aproxima por la vía de Be’er-lahai-ro’i” (24:62) para meditar en el campo. ¿Dónde está esta localidad de Be’er-lahai-ro’i, y cuál es su significado?
La segunda es durante la etapa final de la vida de Abraham. Capítulo tras capítulo leemos acerca del amor y la fidelidad que Abraham y Sará se profesaban mutuamente. Luego, la vida de Sará llega a su fin. Abraham se enluta y llora por ella y compra una cueva en la que entierra a Sará. Deberíamos suponer que Abraham vivió el resto de sus días en soledad hasta ser depositado al lado de Sará su esposa” (25: 10) en la “Cueva de Majpelá” (25: 9). Sin embargo, una vez que Ytzjak está casado, Abraham se casa con una mujer llamada Keturá y tiene con ella seis hijos. No nos cuentan nada más de esta mujer, y el significado del episodio es oscuro. La Torá no suele incluir meros detalles fortuitos. Entonces, ¿Cuál es el significado del segundo matrimonio de Abraham y de qué manera se relaciona con el resto de la historia?
La tercera clave se revela a través de la descripción de la muerte de Abraham, en la Torá – la sorprendente presencia de Ishmael en el funeral de Abraham. Los sabios reúnen estos tres detalles desconcertantes para formar una historia apasionante.
En primer lugar, señalan que Be’er-lahai-ro’i, el lugar del cual provenía Ytzjak cuando fue visto por Rebeca, fue mencionado antes en Génesis (16:14): Es el lugar donde Hagar, embarazada y escapando de Sará, se encuentra con un ángel que le dice que vuelva. De hecho, es ella quien le da el nombre a este lugar, que significa “el pozo del Ser Viviente que me ve” (16:14). El Midrash dice que Ytzjak fue a Be’er-lahai-ro’i en busca de Hagar.
Cuando Ytzjak escuchó que su padre buscaba una mujer para él, dijo, “¿Cómo puedo estar yo casado mientras mi padre vive solo? Iré y buscaré a Hagar para que retorne con él.”
Esto también explica la segunda pregunta: ¿Quién era Ketura?
Ella era, dijeron, nada menos que la misma Hagar. Es usual que los personajes en la Torá tengan más de un nombre: Jetro, el suegro de Moshé, tenía siete. Hagar fue llamada Keturá porque “sus actos producían una fragancia como incienso (ketoret).” Esto indudablemente hace que el segundo matrimonio de Abraham sea un componente esencial de la narrativa.
Hagar no terminó sus días como una paria. Retornó, a instancias de Ytzjak, con el consentimiento de Abraham, para transformarse en la esposa de su antiguo amo, e Ishmael y Abraham también se reconciliaron.
Sabemos que Abraham no quiso expulsarlo – la exigencia de Sará fue “muy dolorosa a la vista de Abraham, a causa de su hijo” (21:11). Sin embargo, Dios le dijo a Abraham que escuche a su mujer. Pero hay un extraordinario Midrash en Pirkei de Rabbi Eliezer, que nos cuenta que Abraham visitó dos veces a su hijo. En la primera ocasión, Ishmael no estaba en su casa. Su esposa, no conociendo la identidad de Abraham, le negó al extranjero pan y agua. Ishmael, sigue el Midrash, se divorció de ella y se casó con una mujer llamada Fátima. Esta vez, cuando Abraham volvió a visitarlo sin identificarse, la mujer le dio comida y bebida. El Midrash dice que “Abraham se paró y rogó ante el Santo bendito sea y la casa de Ishmael se llenó de cosas buenas. Cuando Ishmael retornó, su mujer le contó lo sucedido e Ishmael supo que su padre aún lo amaba. (3) Padre e hijo se reconciliaron.
El nombre de la segunda mujer de Ishmael, Fátima, es altamente significativo. En el Corán, Fátima es la hija de Mahoma. Pirkei de Rabbi Eliezer es un texto del siglo VIII y hace aquí una referencia explícita y positiva con respecto al Islam.
La historia oculta de Jaiei Sará tiene inmensas consecuencias para nuestro tiempo. Tanto judíos como musulmanes trazan su descendencia de Abraham – los judíos a través de Ytzjak, los musulmanes por medio de Ishmael. El hecho de que ambos hijos estuvieron presentes en el funeral del padre nos dice que ellos también se habían vuelto a unir.
Bajo la superficie de la narrativa de Jaiei Sará los sabios leyeron las claves y reconstruyeron una emotiva historia de reconciliación entre Abraham y Hagar por un lado y entre Ytzjak e Ishmael por el otro. Es cierto que hubo conflicto y separación; pero eso fue el principio, no el final. Entre Judaísmo e Islam puede haber amistad y respeto mutuo. Abraham amaba a sus dos hijos, y fue enterrado por ambos. Hay esperanza para el futuro en esta historia del pasado.
En el corazón de las tres religiones está la idea de que dentro de la humanidad existe una situación privilegiada – hijo favorito, pueblo elegido, guardián de la verdad, guardián de la salvación – por la que compite más de un candidato. El resultado es el conflicto de tipo existencial, ya que lo que está en juego es el más preciado de los regalos: el amor paternal de Dios. La victoria de uno de los grupos significa la derrota del otro, y dado que esta es una humillación, un destronamiento, esto lleva a la venganza. Entonces, la lucha se perpetúa…
En la superficie, la historia de Isaac y de Ishmael es una historia de rivalidad entre hermanos y el desplazamiento del mayor por el menor. Debajo de la superficie, sin embargo, los sabios escucharon un contrarrelato que contaba la historia opuesta: el nacimiento de Ytzjak no desplaza a Ishmael. Para asegurarse de esto, él va a tener un destino diferente. Pero, él también es un hijo amado de Abraham, bendecido por su padre y por Dios. El se convierte en una gran nación. Dios permanece con él para asegurarse de que sus hijos florezcan y se conviertan en los “doce gobernantes”. Abraham e Ytzjak realizan un viaje de reconciliación. Los dos medio hermanos están parados uno junto al otro frente a la tumba de su padre. No hay hostilidad entre ellos. Sus futuros divergen, pero no compiten por el amor de Dios quien abarca a ambos. Esta lectura se hace aún más poderosa cuando, en el Midrash, se extiende a la relación entre el Judaísmo y el Islam.
Esta es la primera muestra de lo que, en los siguientes capítulos, emerge como una característica sistémica del texto bíblico. En cada narración de aparente elección – y – rechazo, existe un contrarrelato que contraría la historia superficial y presenta una fotografía más generosa y matizada de la simpatía divina (y por implicación, humana). Nunca es evidente. Nunca se anuncia a sí misma inequívocamente. Pero, se encuentra en el texto sin lugar a dudas…
La narración superficial es en sí revolucionaria. Sostiene que la jerarquía del mundo antiguo – donde el mayor está destinado a gobernar y el menor a servir – estaba a punto de ser derribada. El contrarrelato es aún más radical, porque alude a las verdades monoteístas más radicales: que Dios puede elegir pero que Dios no rechaza. La lógica de escasez – de machos alfa e hijos elegidos – no tiene lugar en un mundo hecho por un Dios repleto de sus tiernas misericordias. (Salmos 145:9).
Not in God’s Name, pp. 98-99 & pp.123-124
PREGUNTAS PARA PENSAR:
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¿Qué tienen en común Ishmael y Esaú? ¿Por qué crees que sus historias en la Torá pueden ser descritas como “revolucionarias”?
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El “contrarrelato” que se encuentra escondido en el texto debajo de la superficie, es aún más radical. ¿Por qué crees que el Rabino Sacks lo describe de esta manera y cuál es el mensaje último de este punto? ¿De qué manera nos puede ayudar esta idea a resolver la violencia en nuestro mundo actual?
- ¿Crees que Abraham hizo lo correcto al sacar a Hagar e Ishmael de su casa?
- Por la forma en que los rabinos en el Midrash han leído la historia, ¿Qué crees que piensa Ytzjak del episodio de Hagar e Ishmael?
- La historia oculta de nuestra Parashá identificada por los rabinos, ¿Te ayuda a leer la historia en la Torá?
- ¿Crees que la relación entre hermanos es un buen modelo para enseñarnos otras relaciones interhumanas?
- ¿Crees que el mensaje de Convenio y Conversación de esta semana puede ayudar a las relaciones entre judíos y musulmanes hoy?
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LA IDEA CENTRAL
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Esta es una historia difícil en la Torá, y los comentaristas a lo largo del tiempo, desde la época del Midrash hasta nuestros días, han luchado por entender y justificar por qué Sará hizo este pedido. Quizás Sará vio a Hagar como su rival en la casa, y a Ishmael como rival de Ytzjak (quizás como un rival por el amor y la atención de su padre Abraham, o incluso como rival por la herencia y legado que había en juego). Sin embargo, muchos comentaristas sugieren que Sará estaba, de hecho, preocupada por la influencia negativa que podría tener Ishmael sobre Ytzjak si continuaban viviendo en la misma casa durante la niñez y crianza de Ytzjak.
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Si bien hay un Midrash que sugiere que lo que le causó a angustia a Abraham fue el hecho de que Ishmael fuera una mala influencia para Ytzjak, más que el pedido de Sará, Rashi admite que la lectura simple del texto es que fue difícil para Abraham, como padre, expulsar a su hijo Ishmael, y a su madre, Hagar.
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Muchos comentarios y midrashim indican que Ishmael era una mala influencia para Ytzjak, lógicamente, la principal responsabilidad de Abraham era proteger el hijo que Dios había prometido que continuaría con su legado, el cumplimiento del Pacto (Brit) entre él y Dios. Además, sabemos que Abraham hizo lo correcto porque Dios le dijo que escuchara a Sará, entonces debe haber sido lo correcto, incluso si (y, de hecho, nosotros) no entendemos por qué.
UNA VEZ SUCEDIÓ
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Es natural discutir con los hermanos, y al mismo tiempo sentir un amor profundo por ellos. La Torá, y en especial el libro de Génesis, está lleno de historias sobre rivalidad entre hermanos. Sin embargo, casi sin excepción, todas esas historias terminan en reconciliación y la renovación del amor fraternal.
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Esta historia es un ejemplo del más profundo amor humano. Sabemos de nuestra experiencia, y de la Torá, que esto es especial, incluso para miembros de una misma familia. Debido a la gran bondad que demostraron estos hermanos, la leyenda dice que Dios eligió ese lugar como Su hogar en la Tierra. Este tipo de amor es el motivo de la creación y de la presencia de Dios en el mundo. Nuestro objetivo final en el judaísmo es alcanzar este nivel de amor para todos los seres humanos, no sólo nuestros parientes de sangre.
DEL PENSAMIENTO DEL RABINO SACKS
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Tanto Ishmael como Esaú eran los hijos primogénitos y, sin embargo, fueron rechazados de la herencia espiritual de ser los patriarcas del pueblo judío y portadores del Pacto (Brit) con Dios. El Rabino Sacks describe sus historias como revolucionarias, porque las historias fueron escritas en una época donde la norma social aceptada en el mundo antiguo era que el mayor estaba destinado a gobernar, y el menor a servir. El mensaje de estas historias es que la edad, el nacimiento, o el poder y la fuerza física no son un justificativos morales para ostentar el poder y gobernar. Esta fue una idea nueva y radical en aquel mundo.
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Sin embargo, el contrarrelato es incluso más novedoso y radical. Sugiere que si bien Dios toma Su decisión, basada en Sus propios criterios, de quién será el que continúe con el pacto y se convierta en el patriarca del pueblo judío, esto no significa que el otro haya sido rechazado. Dios puede elegir, pero Dios no rechaza. Dios tiene amor suficiente para cuidar profunda y completamente a cada una de Sus creaciones.
ALREDEDOR DE LA MESA DE SHABAT
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Si bien podemos responder esta pregunta desde la perspectiva del texto (ver “La Idea Central”, pregunta 1) esta pregunta pide tu opinión. Ishmael era una mala influencia para Ytzjak, pero pide a las personas alrededor de tu mesa de Shabat que imaginen el dilema de Abraham y cuán difícil debió haber sido. Finalmente, recuerda que Dios le indicó a Abraham que cumpliera con el pedido de Sará. Más allá de esto, en tu opinión, ¿Abraham debía hacerlo?
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Aparentemente Ytzjak también luchó con esta decisión, y en la primera oportunidad que se le presentó, dispuso todo para que Abraham y Hagar se reconcilien. Esto no significa que sentía que sus padres estaban equivocados, pero sus acciones demuestran empatía con la difícil situación de Hagar, y quizás también de Ishmael.
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La historia oculta sugiere que, a pesar que Ytzjak fuera elegido por Dios, esto no significa que Ishmael (y Hagar) hayan sido rechazados. Incluso parece existir lugar para que exista una relación entre Dios e Ishmael (y con cada una de Sus creaciones, a pesar de ser el pueblo judío el elegido).
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Uno podría argumentar que las relaciones entre hermanos son una versión más intensa de todas las relaciones humanas. El amor el más profundo, pero también lo es la rivalidad. Cuando examinamos las rivalidades y reconciliaciones entre hermanos en el libro de Génesis, podemos usar estas relaciones como modelo para comprender todas las relaciones humanas.
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Este es un tema sumamente complejo y controversial. El Rabino Sacks, en su libro “Not in God’s Name”, sugiere que las relaciones entre las tres grandes religiones monoteístas, Judaísmo, Cristianismo e Islam, siguen un patrón de rivalidad entre hermanos. Él sostiene que el mensaje subyacente del Génesis es que la elección y cercanía del pueblo Judío con Dios no imposibilita una relación de amor entre Dios y otras naciones y religiones. Si este es el caso, no hay razones para que exista rivalidad. Dios tiene una infinita capacidad de amar, tal como un padre ama a todos sus hijos por igual.
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Esta Edición Familiar es una guía al ensayo principal de Convenio y Conversación para Jaiei Sara 5779 que puedes leer acá.
Traductores
- Iair Salem
- Carlos Gómez
- Myriam Rozengurt
- Inés Jawetz
- Abraham Maravankin
Editores
- Myriam Rozengurt
- Iair Salem
- Diego Maravankin