Traductor: Carlos Betesh
Editor: Ben-Tzion Spitz
Existe tal cosa como Lashon Tov?
Tazría/Metzorá – 2017 / 5777
Rabino Sacks Tazria-Metzora 5777 [PDF]
Los sabios comprendieron la tsara’at, el tema de la parashá de esta semana, no como una enfermedad sino como una exposición pública milagrosa del pecado de lashon hará, hablar mal del prójimo. El judaísmo es una reflexión continua acerca del poder de las palabras para sanar o dañar, reparar o destruir. Así como Dios creó al mundo mediante palabras, de igual forma nosotros podemos crear o destruir relaciones mediante las mismas. Los rabinos hablaron abundantemente sobre lashon hará, pero casi nada acerca del contrario, lashon tov, “el buen discurso.” La frase no aparece en el Talmud babilónico y tampoco en el Talmud Yerushalmi. Figura solamente en dos pasajes midráshicos, cuando se refiere a la alabanza a Dios. Pero lashon hará no implica hablar mal de Dios. Es hablar mal de seres humanos. Y si es pecado hablar mal de la gente, es que será una mitzvá hablar bien de ellos? Mi opinión es que es así, y para demostrarlo, recorramos las fuentes.
En Mishná Avot, la ética de los Padres (2: 10-11) se lee lo siguiente:
Rabban Yojanan ben Zakkai tuvo cinco (eminentes) discípulos: Rab Eliezer ben Hyrcanus, Rab Yoshua ben Janania, Rab Yose el Sacerdote, Rab Shimon Ben Atanel y Rab Eleazar ben Araj.
Solía repetir sus elogios: Eliezer ben Hyrcanus: un pozo de agua revestido que nunca pierde una gota. Yoshua ben Janania: feliz el que le dió la vida. Yose el Sacerdote: hombre piadoso. Shimon ben Natanel: hombre que teme al pecado. Eleazar ben Araj: una fuente que fluye eternamente.
Sin embargo, la práctica de Rabban Yojanan de alabar a sus discípulos
parecería entrar en contradicción con un principio talmúdico:
Rav Dimi, hermano del Rav Safra dijo: que nadie nunca diga alabanzas de su vecino, pues la alabanza conducirá a la crítica (Arajin 16a).
Rashi da dos explicaciones para esta afirmación: habiendo emitido elogios excesivos (yoter midai) el que los enuncia deberá cualificar sus dichos, admitiendo por una cuestión de equilibrio, que la persona de la cual habla también tiene defectos que serán señalados por otros. Para Rashi, la consideración crucial es la siguiente: el elogio es juicioso, preciso, veraz o exagerado? Si fuera lo primero, estaría permitido, lo segundo, prohibido. Evidentemente, Rab Yojanan se cuidó de no exagerar.
Sin embargo, Rambam ve las cosas en forma distinta. Escribe: “El que habla bien del prójimo en presencia de sus enemigos es culpable de una forma secundaria de hablar mal (avak lashon hará), ya que hará que ellos hablen mal de él” (Hiljot Deot 7:4).
Según Rambam, el tema no consiste en determinar si el elogio es moderado o excesivo, sino en qué contexto fue emitido. Si está expresado delante de los amigos de la persona elogiada, está permitido, no así en presencia de enemigos o detractores. El elogio en tal caso se transforma en provocación, con malas consecuencias.
Son éstas dos simples opiniones o hay algo más profundo en juego? Hay un famoso pasaje del Talmud que explica cómo cantar elogios a la novia en su casamiento:
Nuestros rabinos enseñaron: Cómo danzar ante la novia (o sea, qué es lo que uno debe cantar)? Los discípulos de Hillel sostienen que en un casamiento se debe cantar que la novia es hermosa, aunque no lo sea. Los discípulos de Shammai están en desacuerdo: en cualquier situación, no mentir. “A qué llaman mentir?” respondieron los de Hillel, “ante los ojos del novio, ella es hermosa.”
Lo que está en juego aquí no es el temperamento – el de Shammai, purista versus el de Hillel, benévolo – sino que son dos facetas de la naturaleza del lenguaje. Los Shammaitas consideran el lenguaje como una manera de expresar conceptos, que pueden ser verdaderos o falsos. Los Hillelitas entienden que el lenguaje va más allá de la afirmación. Se puede usar para alentar, generar empatía, motivar e inspirar. O para desalentar, ridiculizar, criticar y deprimir. El lenguaje hace más que suministrar información. Transmite emoción. Crea o altera una disposición. El uso sensible de la palabra involucra a la inteligencia social y emocional. El lenguaje, según el famoso dicho de J.L. Austin, puede ser tanto performativo como informativo.
La discusión entre Hillel y Shammai es similar a la de Rashi y Rambam. Para Rashi, igual que Shammai, la pregunta clave acerca del elogio es: es adecuado o es excesivo? Para Rambam y Hillel, la pregunta es: en qué contexto fue emitido? Fue expresado ante amigos o enemigos? Creó afecto y calidez o envidia y resentimiento?
Podemos avanzar un paso más, porque el desacuerdo entre Rashi y Rambam sobre el elogio puede estar relacionado con un diferendo más fundamental sobre la naturaleza del mandamiento “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lev. 19: 18). Para Rashi significa: no debes hacer a tu prójimo lo que no quisieras que él te haga a ti. (Rashi a Sanhedrin 84a). Para Rambam, en cambio el mandamiento incluye el deber de “expresarle un elogio” (Hilkot Deot 6: 3). Rashi evidentemente considera al elogio como opcional mientras que para Rambam entra dentro del mandamiento de amar.
Ahora podemos contestar la pregunta que debiéramos haber hecho al comienzo acerca de la Mishná en Avot acerca de los discípulos de Yojanán Ben Zakkai. Avot trata sobre la ética, no sobre historia o biografía. Por qué entonces nos cuenta que Rabban Yojanan tenía discípulos? Eso, con seguridad es un hecho, no un valor; una pieza informativa, no una guía de cómo debe uno conducirse en la vida.
Sin embargo, la Mishná nos permite ahora ver algo verdaderamente profundo. La primera afirmación de Avot incluye el principio: “crea muchos discípulos.” Pero cómo se hace para crear discípulos? Cómo hacer para inspirar a personas para que logren arribar a su plena potencialidad? La respuesta: haciendo como hizo Rabban Yojanan ben Zakkai cuando elogió a sus discípulos recalcando sus particulares fortalezas.
Él no los aduló. Los guió para que pudieran ver sus talentos distintivos. Eleazar ben Hyrcanus, el “pozo que nunca pierde una gota”, no era creativo pero tenía una memoria prodigiosa – virtud de no poca importancia en la época anterior a que la Torá Oral fuera plasmada por escrito. Eleazar ben Araj, la “fuente eternamente fluyente” era creativo, pero debía ser alimentado por aguas de la montaña (años más tarde se separó de sus colegas y olvidó todo lo que había aprendido).
Rabban Yojanan ben Zakkai eligió la visión de Hillel-Rambam. No utilizó la palabra tanto para describir como para motivar. Y es eso lashon tov. El discurso malvado nos disminuye, el bondadoso nos ayuda a crecer. El malvado deprime a la persona, el bondadoso la eleva. El elogio preciso, ubicado, complementado por el señalamiento de las fortalezas individuales y sostenido por la fe en las personas y en su potencialidad, es lo que hace grandes a los maestros, y a sus discípulos aún más grandes de lo que hubieran sido de otra forma. Eso es lo que aprendemos de Rabban Yojanan ben Zakkai, por lo que efectivamente, hay tal cosa como lashon tov. Según Rambam, cae dentro del dominio de “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Según el Avot, es una forma de “crear muchos discípulos.” Es creativo, opuesto a lashon hará que es destructivo.
Ver lo bueno en las personas y decírselo, es una forma de colaborar a que sea real, y nos transforma en intermediarios para su crecimiento personal. Si es así, no sólo debemos alabar a Dios, también debemos alabar a las personas.