Traductor: Ana Barrera
Editor: Marcello Farias
La Integridad en la vida pública
Pekudei – 2015 / 5775
Rabino Sacks Pekudai 5775 [PDF]
Hay un verso tan familiar que no a menudo nos detenemos a reflexionar en lo que quiere decir. Es una línea del primer párrafo del Shemá: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu me’od”. Esa última palabra es usualmente traducida como “fuerza” o “poder”. Pero Rashi, siguiendo el Midrash y Targum lo traduce como “con toda tu riqueza”.
Si es así, el verso parece ininteligible, al menos en el orden en que está escrito. “Con toda tu alma” se entendía para los sabios como, “con tu vida” si fuera necesario. Hay momentos, agradecidamente por cierto muy raros, en los que estamos mandados a dar la vida misma en lugar de cometer un crimen o un pecado. Si ese es el caso entonces debería ir sin decir que debemos amar a Dios con toda nuestra riqueza, queriendo decir, incluso si demanda un gran sacrificio final. Sin embargo Rashi y los sabios dicen que esta frase se aplica a aquellos que “a quienes la riqueza significa más que la vida misma”.
Desde luego, la vida es más importante que la riqueza. Sin embargo los sabios también sabían que, en sus palabras, Adam bahul al mammono (1), queriendo decir: las personas hacen cosas extrañas, atropelladas, mal consideradas y cosas irracionales cuando el dinero está en juego. La ganancia financiera puede ser una gran tentación, llevándonos a actos que dañan a otros y ultimadamente a nosotros mismos. Entonces cuando se trata de asuntos financieros, especialmente cuando fondos públicos están implicados, no debe haber cabida para la tentación, ni espacio para dudas en cuanto a si ha sido usado para los propósitos para los que fue donado. Debe haber auditorías escrupulosas y transparencia. Sin que haya una amenaza moral: el máximo de tentación combinada con la máxima oportunidad.
De ahí que la parsha de Pikudei, con su cuento detallado de cómo las donaciones para el mishkan eran usadas: “Esta es la cantidad de materiales usada para el tabernáculo, el tabernáculo del Testimonio, que fue registrado por el mandato de Moisés a los Levitas bajo la dirección de Ithamar hijo de Aarón, el sacerdote” (Éxodo 38:21). El pasaje sigue hacia la lista exacta de las cantidades de oro, plata y cobre colectados, y el propósito al que era puesto.
¿Por qué Moisés hizo esto? Un midrash sugiere una respuesta:
“Ellos contemplaron a Moisés” (Ex. 33:8) – el Pueblo criticó a Moisés. Solían decirse los unos a los otros, “Miren al cuello. Miren aquellas piernas. Moisés está comiendo y bebiendo lo que nos pertenece. Todo lo que él tiene nos pertenece”. El otro respondería: “Un hombre que está a cargo del trabajo del Santuario – ¿qué esperas? ¿Qué no se haga rico? Tan pronto como él escuchó esto, Moisés respondió, “Por tu vida, tan pronto como el Santuario esté completo, yo haré un ajuste de cuentas completo contigo” (2).
Moisés emitió una rendición de cuentas detallada para evitar caer bajo sospecha de que él se había apropiado personalmente de algo del dinero donado. Nótese el énfasis en que la contabilidad fue llevada a cabo no por Moisés mismo, sino “por los levitas bajo la dirección de Ithamar”, en otras palabras, por auditores independientes.
No hay insinuación de estas acusaciones en el texto mismo, pero en el Midrash pudieron estar basadas en el comentario que Moisés hizo durante la rebelión de Korach, “No he tomado tanto como un burro de ellos, ni he dañado a ninguno de ellos” (Num. 16:15). Las acusaciones de corrupción y de enriquecimiento personal han sido a menudo niveladas contra los líderes, con o sin justificación. Podemos pensar que desde que Dios ve todo lo que hacemos, esto es suficiente para salvaguardar el mal-hacer. Sin embargo el judaísmo no dice esto. El Talmud registra una escena en el lecho de muerte de Rabban Yojanan ben Zakkai, mientras el maestro yacía rodeado de sus discípulos:
Ellos le dijeron, “Maestro nuestro, bendícenos”. Él les dijo, “Que sea la voluntad de Dios que el miedo de los cielos sea tanto sobre ustedes como el miedo de la carne y de la sangre”. Sus discípulos preguntaron “¿Es todo?” Él respondió, “¡Acaso no obtuvieron menos que ese miedo! Pueden ver por ustedes mismos la verdad de lo que yo digo: cuando un hombre está por cometer una trasgresión, él dice, espero que ningún hombre me mire” (3).
Cuando los humanos cometen un pecado se preocupan que otras personas puedan verles. Se olvidan que Dios ciertamente los ve. La tentación confunde al cerebro, y nadie debe creer que es inmune a ello.
En un pasaje posterior el Tanakh parece indicar que la contabilidad de Moisés no era estrictamente necesaria. El Libro de los Reyes relata un episodio en el que, durante el reino del Rey Yehoash, se reunió dinero para la restauración del Templo. “No requerían de una contabilidad de aquellos a quienes les dieron el dinero para pagar a los trabajadores, porque actuaron con completa honestidad” (II Reyes 12:16). Moisés, un hombre de completa honestidad, puede entonces haber actuado “más allá de lo estrictamente requerido por la ley” (4).
Es precisamente el hecho de que Moisés no necesitaba hacer lo que hizo, eso le da al pasaje su fuerza. Debe haber transparencia y rendición de cuentas cuando se trata de fondos públicos incluso si las personas tienen una reputación impecable. La gente en posiciones de confianza debe ser, y vistas ser, individuales de integridad moral. Jethro, el suegro de Moisés ya había dicho esto cuando le dijo a Moisés que nombrara subordinados para ayudarle en la tarea de liderar al pueblo. Ellos deberían ser, dijo Jethro, “Hombres que teman a Dios, hombres dignos de confianza que odien la ganancia deshonesta” (Ex. 18:21).
Sin reputación de honestidad e incorruptibilidad, los jueces no pueden asegurar que la justicia sea hecha. Este es un principio general que fue derivado por los sabios del episodio del libro de Números cuando los rubenitas y los gaditas expresaron su deseo de establecerse en la orilla del Jordán donde la tierra proveía buenas tierras para las praderas para criar su ganado (Números 32:1-33). Moisés les dijo que si ellos lo hacían, entonces desmoralizarían al resto de la nación. Ellos (los rubenitas y los gaditas) habrían dado la impresión de que no estaban dispuestos a cruzar el Jordán y pelear con sus hermanos en sus batallas para conquistar la tierra.
Los rubenitas y gaditas dejaron claro que ellos estaban dispuestos a estar en la vanguardia de las tropas, y que no regresarían a las orillas del Jordán hasta que la tierra estuviera completamente conquistada. Moisés aceptó la propuesta, diciendo que si cumplían su palabra, ellos estarían “claros (veheyitem nek’im) ante el Señor y ante Israel” (Num. 32:22). Esta frase entró a la ley judía como el principio de que “uno debe absolverse ante los demás seres humanos, así como ante Dios” (5). No es suficiente hacer el bien. Debemos ser vistos haciendo el bien, especialmente cuando hay lugar para el rumor y la sospecha.
En la literatura rabínica temprana hay muchas instancias de aplicación de esta regla. Entonces, por ejemplo, cuando la gente viene a tomar monedas para los sacrificios de la Cámara de Shekel en el Templo, donde el dinero era conservado:
No entraban a la cámara llevado una capa o zapatos o sandalias o tefilín o un amuleto, ya que si caía en pobreza la gente podría decir que cayó en pobreza por una iniquidad cometida en la cámara, o si se volvía rico la gente podría decir que se convirtió en rico por apropiación en la cámara. Ya que es el deber de una persona estar libre de culpa ante los hombres como ante Dios, como está dicho: “y ser claro ante el Señor y ante Israel”, (Num. 32:22), y también está dicho: “Entonces así hallarás el favor y el buen entendimiento delante de Dios y del hombre” (Prov. 3:4) (6).
Aquellos que entraban en la cámara estaban prohibidos de ponerse cualquier ropa en la que pudieran esconder o robar monedas. Similarmente, cuando los supervisores de la caridad tenían fondos sobrantes, no tenían permitido cambiar cobre por monedas de plata de su propio dinero: tenían que hacer el cambio con una tercera persona. Los supervisores a cargo de una cocina de comida no tenían permitido comprar el excedente de los alimentos cuando no había suficientes personas pobres a quienes repartir la comida. Los excedentes tenían que ser vendidos a otros para que no se levantaran las sospechas que los supervisores de la caridad se estaban aprovechando de los fondos públicos (7).
El Shuljan Aruj regula que las colectas de caridad deben siempre realizarse por un mínimo de dos personas para que cada una pueda ver lo que la otra está haciendo (8). Hay una diferencia de opinión entre R. Yosef Karo y R. Moshe Isserles sobre la necesidad de proveer cuentas detalladas. R. Yosef Karo regula sobre la base del pasaje en Reyes II – “No se requiere de una contabilidad de aquellos a quienes les dieron el dinero para pagar a los trabajadores, porque actuaron con completa honestidad” – que no se requiere una contabilidad formal de personas de honestidad impecable. R. Moshe Isserles sin embargo, dice que está bien hacerlo por el principio, “Ser claros ante Dios y ante Israel” (9).
La confianza está sobre la escena pública. Una nación que sospecha corrupción de sus líderes no puede funcionar efectivamente como una sociedad libre, justa y abierta.
Es la marca de una buena sociedad que el liderazgo público sea visto como una forma de servicio más que un medio para el poder, lo que es demasiado fácil de ser abusado. El Tanakh es un tutorial sostenido en la importancia de altos estándares en la vida pública. Los profetas fueron los primeros críticos sociales, mandados por Dios a hablar la verdad del poder y a cambiar a los líderes corruptos. Elías retó al Rey Ahab, y las protestas de Amos, Oseas, Isaías y Jeremías contra las prácticas no éticas de sus días, son textos clásicos en esta tradición, estableciendo para todos los tiempos las ideas de equidad, justicia, honestidad e integridad. Una sociedad libre está construida sobre fundamentos morales, y aquellos deben ser inquebrantables.
El ejemplo personal de Moisés, en dar una rendición de cuentas de los fondos que colectó para el primer proyecto colectivo del pueblo judío, puso un vital precedente para todos los tiempos.
(1) Shabbat 117b.
(2) Tanchuma, Buber, Pekudei, 4.
(3) Berakhot 28b.
(4) Un concepto clave en la ley judía (ver, e.g. Berakhot 7a, 45b, Baba Kamma 99b), queriendo decir supererogación, hacer más, en un sentido positivo, de lo que la ley requiere.
(5) Mishnah, Shekalim 3: 2.
(6) Mishnah, Shekalim 3: 2.
(7) Pesachim 13a.
(8) Shulkhan Arukh, Yoreh Deah 257: 1.
(9) Shulkhan Arukh, Yoreh Deah 257: 2.