Traductor: Carlos Betesh
Editor: Ben-Tzion Spitz
A quién honrar?
Tetzavé – 11 de marzo, 2017 / 13 Adar 5777
Rabino Sacks Tetzave 5777 [PDF]
Tetzavé es la única parashá, desde el comienzo de Éxodo hasta el fin de Deuteronomio que no contiene la palabra “Moshé”. Por una vez Moshé el héroe, el líder, el libertador, el dador de leyes, está fuera de la escena. En su lugar, el foco está puesto en su hermano Aarón, que en otros pasajes queda en la retaguardia. En realidad, prácticamente toda la parashá está dedicada a la función que Moshé no ocupó, excepto brevemente, la de sacerdote en general y la de Sumo Sacerdote en particular.
Por qué? Tiene alguna significación la ausencia de Moshé en este pasaje? Los estudiosos ofrecen variadas sugerencias. Una de las dos ofrecidas por R. Jacob ben Asher (1270-1340, autor del código conocido como Tur), relaciona la parashá de esta semana con un evento que ocurre al comienzo del liderazgo de Moshé: su encuentro con Dios en la zarza ardiente. (Ex. 3-4) Moshé expresa repetidas veces su renuencia de aceptar la misión de liderar al pueblo y sacarlo de Egipto. Sobre el final leemos:
Pero dijo Moshé: “O Señor, por favor envíe a algún otro para hacerlo.” Entonces la ira del Señor se dirigió a Moshé y Él le dijo: “Y tu hermano Aarón, el levita? Yo sé que se expresa bien. Está en camino a encontrarse contigo y su corazón se alegrará cuando te vea. Tú le hablarás a él y le pondrás palabras en su boca; Yo los ayudaré a ambos a hablar y les enseñaré qué hacer.”(Ex. 4: 13-15)
Los sabios comentan que fue esta hesitación de Moshé la que hizo que esa función – la de Sumo Sacerdote – le fuera sacada a él y dada a su hermano. R. Jacob ben Asher concluye que el hecho de que el nombre de Moshé no aparece en Tetzavé es “para evitarle la angustia” de verlo a Aarón con las insignias del sacerdote que podrían haber sido para él.
Sin negar esta u otras explicaciones, puede haber un mensaje más fundamental. Como he mencionado anteriormente, uno de los temas recurrentes de Génesis es la rivalidad y hostilidad entre hermanos. Esta historia es narrada, con extensión creciente, cuatro veces: entre Caín y Abel, Itzjak e Ismael, Yaakov y Esav, y Yosef y sus hermanos.
Hay una modalidad identificable en esta serie de narrativas, mejor apreciada por la forma en que terminan. La de Caín y Abel termina con un asesinato, un fratricidio. Itzjak e Ismael – aunque al crecer estaban distanciados – fueron vistos juntos en el funeral de Abraham. Evidentemente hubo una reconciliación, aunque dicha entre líneas (y expresada en un midrash), no escrita directamente en el texto. Yaakov y Esav se encuentran, se abrazan, y cada uno sigue su camino. Yosef y sus hermanos se reconcilian y viven juntos en paz, siendo Yosef el proveedor de alimento, tierras y protección. Génesis nos cuenta una historia de gran significación: la fraternidad – una de las palabras claves de la Revolución Francesa – no es simple ni directa. Está frecuentemente cargada de conflictos y disputas. Sin embargo, gradualmente, los hermanos pueden aprender que hay otro camino. Con esto termina Génesis.
Pero este no es el final de la historia. Hay un quinto capítulo: la relación entre Moshé y Aarón. Aquí, por primera vez, no hay indicios de rivalidad entre los hermanos (alguna se desarrolla más adelante – Bamidbar cap. 12 – pero se resuelve por la humildad de Moshé). Los hermanos trabajan juntos desde el comienzo mismo de la misión que conduce a los israelitas a la libertad. Se dirigen al pueblo juntos. Enfrentan juntos al Faraón. Hacen magia y maravillas juntos. Comparten el liderazgo del pueblo en el desierto. Por primera vez, los hermanos funcionan como equipo, con diferentes dones, diferentes talentos, diferentes funciones pero sin hostilidad, complementándose uno a otro.
Esto es transmitido por la Torá por medio de dos frases impactantes. La primera es la ya citada anteriormente. Dios le dice a Moshé: Aarón “ya está en camino para encontrarse contigo y su corazón se alegrará cuando te vea.” Qué diferente es esto comparado con los tensos encuentros entre hermanos en Génesis. Podríamos pensar que Aarón podía tener muchas razones para no alegrarse al ver retornar a Moshé. Los hermanos no habían crecido juntos. Moshé fue adoptado por la hija del Faraón y criado en un palacio egipcio. Tampoco habían estado juntos durante el sufrimiento de los israelitas. Moshé, temiendo por su vida después de atacar al capataz egipcio, había huido a Midián. Además de eso, Moshé era el hermano menor, y era él el que se estaba por transformar en el líder del pueblo. En el pasado, todas las veces que el menor se apropió de algo que naturalmente se pensara que correspondía al mayor, había celos, animosidad. Pero Dios tranquilizó a Moshé: “cuando te vea Aarón, se alegrará.” Y así fue. (Ex. 4: 27)
La segunda insinuación está expresada en un extraño texto que se refiere a la descendencia de Moshé y Aarón:
Amram se casó con la hermana de su padre, Iojeved, que dió a luz a Aarón y Moshé. Amram vivió 137 años…Y era este el mismo Aarón y Moshé a quien el Señor exclamó: “Trae a los israelitas fuera de Egipto por sus divisiones.” Ellos eran los que hablaron al Faraón, rey de Egipto, para traer a los israelitas fuera de Egipto. Eran el mismo Moshé y Aarón. Ex. 6: 20, 26-27).
La repetición de la frase “eran el mismo”, es enfática hasta en la traducción. Y lo es más aún cuando observamos las particularidades del texto. La primera es que las frases, aunque parecen idénticas, cambian el orden de los nombres de los hermanos: en la primera dice “Aarón y Moshé”, y en la segunda, Moshé y Aarón”. Y más llamativa aún es la curiosidad gramatical de la frase. En ambos casos usa la tercera persona del singular. Literalmente ellos leyeron “Él era Aarón y Moshé”, “Él era Moshé y Aarón”. El texto debería decir “Ellos” – más aún cuando el pronombre “ellos” se usa en el medio del pasaje: “Ellos fueron los que le hablaron al Faraón”.
La implicancia indudable es que eran como un solo individuo. Eran como si fueran uno solo. No había jerarquías entre ellos: algunas veces aparece primero el nombre de Aarón, otras veces el de Moshé. Sobre esto hay un magnífico midrash basado en el verso de Salmos (85: 11) “Amor-bondad y verdad se encuentran; rectitud y paz se besan.”
Amor-bondad – se refiere a Aarón. Verdad– a Moshé. Rectitud, – refiere a Moshé. Paz – a Aarón. (Shemot Rabá 5: 10)
El midrash trae una explicación textual para cada una de estas identificaciones, pero, son comprendidas de inmediato. Moshé y Aarón eran bastante distintos en temperamento y función. Moshé era hombre de la verdad, Aarón, de la paz. Sin verdad, no puede haber una visión que inspire a una nación. Pero sin paz interna, no hay nación para inspirar. Tanto Aarón como Moshé eran necesarios. Sus roles estaban en tensión creativa. Trabajaban a la par, cada uno respetando el don del otro. Continúa el midrash:
“Y lo besó” (los hermanos se besaron cuando se encontraron) – Eso significa: cada uno se alegró por la grandeza del otro. (Shemot Rabá ad loc)
Un último midrash completa la imagen al referirse a la parashá de la semana y a la indumentaria del Sumo Sacerdote, especialmente al pectoral con los Urim y Tumim: “Su corazón se alegrará cuando te vea” – Que el corazón se regocijó por la grandeza de su hermano, galardonado con los Urim y Tumim. (Shemot Rabá 3: 17)
Es precisamente el hecho de que Aarón no envidió a su hermano menor sino que se alegró por su grandeza, lo que lo hizo merecedor de ser Sumo Sacerdote. Y así ocurrió – paso a paso – que así como Aarón dejó espacio para que liderara su hermano menor, la Torá dejó el espacio para que Aarón lidere. Es por eso que Aarón es el héroe de Tetzavé: por una vez, no es eclipsado por Moshé.
“A quién honrar?” preguntó Ben Zoma (Avot 4: 1). “Al que honra a otros.” Aarón honró a su hermano menor. Es por eso que a Moshé (no mencionado por su nombre, pero implícitamente) se le dice en la parashá de esta semana, “Haz vestimentas sagradas para tu hermano Aarón, para brindarle honor y esplendor” (Ex. 28: 2). Al día de hoy el Cohen es honrado al ser llamado en primer término a subir a la Torá – la Torá que su hermano menor dió al pueblo judío.
La historia de Aarón y Moshé, el quinto capítulo de las historias bíblicas de hermanos, es donde, finalmente, la fraternidad llega a las alturas. Y eso es con certeza el significado del Salmo 133, por su referencia explícita a Aarón y sus vestimentas sagradas: “Qué bueno y agradable es cuando los hermanos viven juntos en unidad! Es como un aceite precioso vertido sobre la cabeza, escurriendo por la barba, desplazándose por la barba de Aarón, hasta el cuello de su ropaje.” Fue gracias a Aarón, y al honor brindado a Moshé, que por fin los hermanos aprendieron a vivir juntos y unidos.