Devarim 5774 – El líder como un maestro

jonathan_sacksComentario del Rabino Jonathan Sacks, traducido del ingles por Ana Barrera.

Editor: Marcello Farias

Devarim 5774 – El líder como un maestro

Fue en uno de esos grandes momentos de transformación personal, y cambió no solo a Moisés sino nuestra misma concepción de liderazgo en sí mismo.

Para el final del libro de Bamidbar, la carrera de Moisés como líder parecía haber llegado a su final. El había nombrado a su sucesor, Josué, y sería él, y no Moisés, quien llevaría al pueblo a través del Jordán hacia la tierra prometida. Moisés parecía haber alcanzado todo lo que él estaba destinado a alcanzar. Para él no había más batallas que luchar, no más milagros para hacer, no más oraciones que hacer en nombre del pueblo.

Es lo que Moisés hizo después lo que lleva la marca de grandeza. En el último mes de su vida hizo una asamblea con el pueblo y entregó una serie de direcciones que ahora conocemos como el libro de Devarim, literalmente, “palabras”. En ellas el revisó el pasado del pueblo y vio su futuro. Le dio al pueblo leyes, algunas ya se las había dado antes, pero en una forma diferente, otros que eran nuevas y que había esperado anunciar hasta que el pueblo estuviera por entrar a la tierra. Uniendo todos estos detalles de ley e historia en una sola visión global, él le enseñó al pueblo a verse a ellos mismos como am kadosh, un pueblo santo, el único pueblo cuyo soberano y legislador era Dios mismo.

Si algunos no conocían nada sobre judaísmo y el pueblo judío les preguntaran sobre un solo libro que explique ambas cosas – quiénes son los judíos y por qué ellos hacen lo que hacen – la mejor respuesta sería Devarim. No hay otro libro que encapsule y dramatice todos los elementos clave del judaísmo como una fe y una forma de vida.

En una conferencia muy vista de TED, y un libro con el mismo nombre[1] Simon Sinek dice que los líderes transformativos son aquellos que ‘Empiezan con Por qué’. Más poéticamente, Antoine de Saint Exupery dijo, “Si quieres construir un barco, no reúnas a toda la gente para juntar madera y no les asignes tareas y trabajo, sino mejor enséñales a desear la inmensidad sin fin del mar.”

En Devarim, Moisés da al pueblo su Por qué. Es el pueblo de Dios, la nación sobre la cual Él ha puesto su amor, el pueblo que Él rescató de la esclavitud y dio, en la forma de mandamientos, la constitución de libertad. El pueblo podía ser pequeño pero era único. Son las personas quienes, en ellos mismos, testifican algo más allá de ellos mismos. Ellos son el pueblo cuyo destino desafiará las leyes normales de la historia. Otras naciones, dice Moisés, reconocerán la naturaleza milagrosa de la historia judía – y entonces, desde Blaise Pascal hasta Nikolai Berdyaev y más allá, lo han reconocido.

En el último mes de su vida, Moisés dejó de ser el libertador, el trabajador milagroso y redentor, y se convirtió en su lugar en Moshe Rabbenu, “Moisés, nuestro maestro”. Él fue en primera instancia en la historia de un tipo de liderazgo que entre los judíos ha destacado: el líder como un maestro.

Moisés seguramente sabía que algunos de sus más grandes logros no serían para siempre. El pueblo que él había rescatado un día sufriría el exilio y persecución nuevamente. Aunque, el siguiente tiempo, el pueblo no tendría a Moisés para hacer milagros. Entonces el planteó una visión en sus mentes, esperanza en sus corazones, una disciplina en sus obras y una fuerza en sus almas que nunca se apagaría. Cuando los líderes se convierten en educadores pueden cambiar vidas.

En un poderoso ensayo, ‘¿Quién es apto para liderar al pueblo judío?’ Rabbi Joseph Soloveitchik contrastó la actitud judía de los reyes y maestros como tipos de líderes [2]. La Torah pone límites severos sobre el poder de los reyes. Ellos no deben multiplicar oro, o esposas, o caballos. Un rey está comandado “a no considerarse a sí mismo mejor que sus compatriotas israelitas ni de cambiar de ley hacia la derecha o hacia la izquierda” (Deut. 17:20)

Un rey era solo nombrado por solicitud del pueblo. De acuerdo con Ibn Ezra, el nombramiento de un rey era un permiso, no una obligación. Abrabanel sostuvo que era una concesión de la fragilidad humana. Rabbenu Bachya consideraba la existencia de un rey como un castigo, no una recompensa [3]. En corto, el judaísmo es más bien ambivalente sobre la monarquía, es decir, sobre el liderazgo como poder.

Por el otro lado, su consideración para los maestros es casi ilimitada. “Deja que el miedo de tu maestro sea como el miedo a los cielos”, dice el Talmud [4]. Respetar y reverenciar a tus maestros debe ser más grande incluso que el respeto y reverencia hacia tus padres, dice Rambam, porque los padres te traen al mundo, mientras que los maestros te dan la entrada al mundo venidero [5].

Cuando alguno ejercita poder sobre nosotros, él o ella nos disminuye, pero cuando alguien nos enseña, él o ella nos ayuda a crecer. Por eso el judaísmo, con su aguda preocupación por la dignidad humana, favorece el liderazgo como educación sobre el liderazgo como poder. Y empieza con Moisés, en el final de su vida.

Por veintidós años, como Gran Rabino, he llevado conmigo la siguiente frase de uno de los grandes líderes del movimiento sionista, el Primer Ministro de Israel, David Ben-Gurion. Aunque él era un judío secular, el era suficientemente historiador y estudiante de la Biblia para entender la dimensión de liderazgo, y dijo en palabras muy elocuentes:

Cuando tú tienes un oficio humilde en una municipalidad o en un pequeño sindicato o alto cargo en un gobierno nacional, los principios son los mismos: tú debes saber qué es lo que quieres alcanzar, estar seguro de tus objetivos, y tener estas metas constantemente en tu pensamiento. Tú debes solucionar tus prioridades. Debes educar a tu partido, y debes educar a un público más amplio. Tú debes tener confianza en tu gente – a menudo más fuerte que la que ellos tienen en sí mismos, porque el verdadero líder político sabe instintivamente las medidas de la capacidad de un hombre y puede despertarlo a ejercerlas en tiempos de crisis. Tú debes saber cuándo combatir a tus oponentes políticos, y cuando marcar tiempo. Tú nunca debes comprometerte en materias de principio. Tú debes siempre ser consciente del elemento del tiempo, y esto demanda una constante sensibilización de lo que está pasando alrededor de ti – en tu región si eres un líder local, en tu país y en el mundo si eres un líder nacional. Y desde que el mundo nunca para ni por un momento, y el patrón del poder cambia sus elementos como el movimiento de un caleidoscopio, tú debes constantemente revalorar las políticas elegidas hacia los logros de tus objetivos. Un líder político debe pasar mucho tiempo pensando. Y debe pasar mucho tiempo educando al público, y educándolos a nuevo. [6]

El poeta Shelley alguna vez dijo que “los poetas son los legisladores no reconocidos del mundo”. Si esto es verdadero o falso, no lo sé, pero esto si lo sé: que toda la diferencia entre darle al pueblo lo que ellos quieren y enseñarles lo que ellos quieren.

Los maestros son los constructores no reconocidos del futuro, y si un líder busca hacer un cambio duradero, él o ella deben seguir los pasos de Moisés y convertirse en educadores. El líder como maestro, que usa la influencia no el poder, la autoridad espiritual e intelectual en lugar de fuerza coercitiva, fue una de las más grandes contribuciones que el judaísmo haya hecho a los horizontes morales de la humanidad y puede ser visto más claramente en el Libro de Devarim, cuando Moisés por el último mes de su vida llamó a la siguiente generación y les enseñó leyes y lecciones que sobrevivirían, e inspirarían, siempre que haya seres humanos en la tierra.

SacksSignature

[1] La conferencia puede verse en  http://www.youtube.com/watch?v=qp0HIF3SfI4.

El libro es: Simon Sinek: Empieza con Por qué: Cómo los Grandes Líderes Inspiran a Todos a Tomar Acción (Start with Why: How Great Leaders Inspire Everyone to Take Action), Portfolio, 2011.

[2] Reflecciones del Rav (Reflections of the Rav), Abraham R. Besdin, World Zionist Organisation, 1979, 127-139.

[3] En sus comentarios a Deut. 17:15. Rabbenu Bechya apunta que el pueblo debería haber necesitado en principio ningún otro rey que no fuera Dios mismo. En apoyo a esta visión el cita a Hosea: “Ellos pusieron un rey sin mi consentimiento; ellos eligieron principios son mi aprobación” (8:4); y “Entonces en mi ira Les di un rey, y en mi cólera me lo llevé” (13:11).

[4] Pesachim 108b.

[5] Hilkhot Talmud Torah 5: 1.

[6] Ben Gurión Mira Hacia Atrás en Charlas con Moshe Pearlman (Ben Gurion Looks Back in Talks with Moshe Pearlman), Weidenfeld and Nicolson, New York, 1965, 52. Le debo esta cita a Jonathan (ahora Lord) Kestenbaum, Director Ejecutivo de la Oficina del Gran Rabino, 1991 – 1996.

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