Editor: Ben-Tzion Spitz
Un pueblo que vive solo?
Bilaam, en el transcurso de su bendición al pueblo judío, empleó términos que para muchos[1] pareciera encapsular toda la historia judía.
Cómo puedo yo maldecir al que Dios no ha maldecido?
Cómo puedo desear su perdición si Dios no lo ha deseado?
Los vislumbro desde la cima de las montañas,
Los observo desde las alturas,
Mira: un pueblo que vive solo,
No contemplado por las naciones. (Num. 23:8-9)
Así aparentaba durante las persecuciones y pogroms en Europa. Así parecía durante el Holocausto. Así se presenta para Israel y sus defensores hoy en día. Nos encontramos solos. Como debemos entender este hecho? Cómo interpretar este texto?
En mi libro Future Tense (Tiempo Futuro*) describo el instante en que por primera vez advertí cuan peligrosa puede resultar esta auto-definición Estábamos almorzando en Jerusalen, un Shavuot de 5761/2001. Estaba presente uno de los más grandes luchadores del mundo contra el antisemitismo, Irwin Cotler, que al poco tiempo sería nombrado ministro de Justicia de Canadá, junto con un distinguido diplomático israelí. Hablábamos de la inminente Conferencia contra el Racismo, organizada por las Naciones Unidas en Durban ese mismo año.
Todos teníamos razones para saber que iba a ser un desastre para Israel. Ahí mismo, en las sesiones paralelas, las Organizaciones No Gubernamentales acusaron a Israel de los cinco pecados cardinales contra los derechos humanos: racismo, apartheid, crímenes contra la humanidad, limpieza étnica e intento de genocidio. La conferencia, en efecto, se transformó en una plataforma de lanzamiento para el más virulento antisemitismo. En la Edad Media los judíos eran odiados por su religión. En los siglos diecinueve y veinte eran odiados por su raza. En el siglo veintiuno los odian por su Estado nacional. Al comentar la consecuencia más probable, el diplomático suspiró y dijo “Siempre fue así. Am levadad yishkon: somos la nación destinada a estar sola.”
El hombre que dijo estas palabras tenía la mejor de las intenciones. Había pasado toda su vida profesional defendiendo a Israel, y nos estaba tratando de tranquilizar. Sus intenciones fueron las mejores, y no fue otra cosa que un comentario amable. Pero súbitamente me di cuenta qué peligrosa era esa actitud. Si crees que tu destino es estar sólo, es casi seguro que ello ocurrirá. Es una profecía autocumplida. Para qué intentar hacer amigos y aliados si sabes que vas a fracasar? Cómo entender entonces las palabras de Bilaam?
En primer lugar, entendamos que lo de Bilaam es una bendición muy ambigua. Estar solo, desde la perspectiva de la Torá, no es bueno. La primera vez que aparecen las palabras “no es bueno” en la Torá es cuando dice que “no es bueno que el hombre esté solo” (Gen.2:8). La segunda vez es cuando Jetro, el suegro de Moshé lo ve liderando solo y le dice “Lo que estás haciendo no es bueno” (Ex. 18:27). No podemos vivir solos. No podemos liderar en soledad. No es bueno estar solo.
La palabra badad aparece en dos contextos muy negativos. El primero es en el caso del leproso: “Vivirá solo; su lugar será fuera del campamento” (Lev.13:46). El segundo es en la frase inicial del libro de Lamentaciones: “Qué sola que está la ciudad que otrora bullía de gente”(Lam.1:1). El único contexto en que badad aparece como positivo es cuando se refiere a Dios (Deut. 32:12) por obvias razones teológicas.
En segundo lugar, Bilaam, que dijo estas palabras, no era precisamente un amante de Israel. Contratado para maldecirlos e impedido por Dios, intentó sin embargo hacerlo pòr segunda vez, esta vez con éxito, persuadiendo a las mujeres Moabitas y Midianitas a seducir a los Israelitas, provocando la muerte de 24.000 de ellos (Num.25 31:16). Es esta segunda estrategia de Bilaam – después de haber dicho “Cómo puedo maldecir a quien no maldijo Dios? Cómo puedo desear la perdición a quien Dios no lo ha deseado?” – que lo marca como un hombre profundamente hostil hacia los Israelitas. El Talmud (Sanhedrin 105b) dice que todas las bendiciones que Bilaam dedicó a los Israelitas eventualmente se tornaron en maldiciones, con la única excepción de la bendición “Cuan bellas son tus tiendas, O Yaakov, cuan bellas tus moradas, O Israel”. Por lo que en la visión de los rabinos “Un pueblo que vive solo” eventualmente se tornó de bendición en maldición.
En tercer lugar, en ningún sitio del Tanaj (la biblia judía) figura que el destino de Israel y de los judíos es el de ser odiados. Por el contrario, los profetas previeron que vendría el día en que las naciones se tornaran hacia Israel para buscar inspiración. Isaias vislumbró el día en que “muchos pueblos vendrán y dirán “Vengan, subamos al monte del Señor, al templo del Dios de Yaakov. Él nos guiará para que podamos caminar en Su senda´. La ley saldrá de Zion, la palabra de Dios de Jerusalen (Is.2:3). Zechariah previó que “En esos días diez personas de todas las naciones e idiomas tomarán a un judío del ruedo de su vestimenta y le dirán “déjanos ir contigo, porque hemos oído que Dios está contigo” (Zech. 8:23). Esto es suficiente para arrojar dudas de que el antisemitismo es eterno, incurable y entrelazado en la historia y el destino judío.
Sólo en la literatura rabínica encontramos afirmaciones que parfecen sugerir que Israel es odiada. La más famosa es la del Rav Shimon bar Yohai “Halajá (es una ley): es bien sabido que Esav odia a Yaakov”[2] El Rav Shimon bar Yohai era conocido por su desconfianza hacia los romanos a quienes los rabinos asociaban con Esav/Edom. Fue por esta razón, dice el Talmud, que tuvo que esconderse durante trece años.[3] Esta opinión no era compartida por sus contemporáneos.
Los que citan este pasaje lo hacen solo parcial y selectivamente. Se refiere al momento en que Yaakov y Esav se encuentran después de un largo período de separación. Yaakov temía que Esav lo quisiera matar. Luego de tomar precauciones y luchar con el ángel, a la mañana siguiente se encuentra con Esav. El versículo dice que “Esav corrió a encontrarlos. Lo abrazó (Yaakov) y arrojándose sobre sus hombros, lo besó. Ambos sollozaron” (Gen.33:4). Sobre la palabra “besó” en el Sefer Torá hay unos puntos, que señalan un significado especial. Fue en este contexto que el Rav.Shimon bar Yohai dijo que “Aunque es bien sabido que Esav odia a Yaakov,en ese momento, invadido por un sentimiento de compasión lo besó con todo su corazón.[4] En otras palabras, el texto citado para demostrar que el antisemitismo es inevitable, termina indicando lo contrario, que en el encuentro crucial Esav no sintió odio contra Yaakov. Se encontraron, se abrazaron y cada uno siguió su camino sin desearle el mal al otro.
En síntesis, no hay nada en el judaísmo que sugiera que el destino de los judíos es de ser odiados. No está escrito en la textura del universo ni codificado en el genoma humano. No es la voluntad de Dios. Solo en momentos de profunda desesperación han creído esto los judíos, en especial Leo Pisker en su tratado de 1882 Auto-emancipación donde dice de la judeofobia “Es una aberración psíquica, es hereditaria y, como enfermedad transmitida desde hace dos mil años, incurable.”
El antisemitismo no es misterioso, insondable ni inexorable. Es un fenómeno complejo que ha mutado a través del tiempo y tiene causas identificables que son sociales, económicas, políticas, culturales y teológicas. Se lo puede combatir; se lo puede vencer. Pero no se podrá combatir ni vencer si se piensa que el destino de Yaakov es el ser odiado por “Esav” o ser “el pueblo que vive solo”, un paria entre los pueblos, leproso entre las naciones, un marginado internacional.
Entonces qué significa la frase “un pueblo que vive solo”? Significa que es un pueblo preparado para permanecer solo si fuera necesario, viviendo con su código moral propio, teniendo el coraje de ser diferente y de ir por el camino menos transitado.
El Rabino Sansón Rafael Hirsch ofrece una fina interpretación al enfocarse en la diferencia sutil entre los conceptos de “pueblo” (am) y “nación” (goi). – o como diríamos en la actualidad – “sociedad” y “estado”. Israel fue sociedad antes que estado. Tuvo leyes antes de tener la tierra. Un pueblo – un grupo ligado a un código común y a una cultura – antes de ser una nación, o sea una entidad política. Como indiqué en Future Tense, la palabra peoplehood (**) apareció por primera vez en 1992, y en su utilización inicial se refería casi exclusivamente a los judíos. Lo que hace que los judíos sean distintos, de acuerdo a la lectura de Hirsch del pasaje de Bilaam, es que los judíos son un pueblo distintivo, o sea, un grupo definido por memorias compartidas y responsabilidades colectivas “no consideradas entre las naciones” que son capaces de sobrevivir sin nacionalidad, aun en el exilio y la dispersión. La fortaleza de Israel yace no en el nacionalismo sino en la construcción de una sociedad basada en la justicia y la dignidad humana.
La batalla contra el antisemitismo puede ser ganada, pero no lo será si los judíos creen que su destino es estar solos. Esa es la maldición de Bilaam, no la bendición de Dios.
JONATHAN SACKS
[1] Un pueblo que vive solo es el título de una colección de ensayos de Jacob Herzog. También fue el tema de la autobiografía del diplomático Israelí y hermano del ex Gran Rabino, Israel Meir Lau, Naftali Lau-Lavie
[2] Sifre, Behaaloteja, 89; Rashi a Gen.33:4; ver Kreti a Yoreh Deah cap. 88 parfa ver las implicaciones halájicas de esta afirmación
[3] Shabat 33b
[4] Ver así ad loc.
(*) juego de palabras: passed tense en la asepción gramatical; y tensión pasada