Comentario del Rabino Jonathan Sacks, traducido del ingles por Ana Barrera. Editor: Marcello Farias
Bamidbar. Liderar una nación de individuos
El libro de Bamidbar empieza con un censo de los israelitas. Esa es la razón por la cual se conoce en español como Números. ¿Cuál es el significado de este acto de contar? ¿Y por qué aquí al inicio del libro? Además de qué, ya había habido dos censos previos de la gente y este es el tercero en el espacio de un solo año. Seguro uno habría sido suficiente. ¿Entonces contar tiene algo que ver con el liderazgo?
El lugar para empezar es notar lo que parece como una contradicción. Por un lado Rashi dice que los actos de contar en la Torah son gestos de amor por parte de Dios:
Porque ellos (los hijos de Israel) son queridos para El, D’s los cuenta con frecuencia. El los contó cuando estaban por dejar Egipto. El los contó después del Becerro de Oro para establecer cuántos quedaban. Y ahora que El está por causar Su presencia al resto de ellos (con la inauguración del santuario), El los contó otra vez. (Rashi para Bamidbar).
Cuando Dios inicia el censo de los israelitas es para demostrar que El los ama.
Por otro lado la Torah es explícita cuando dice que tomar un censo de la nación está lleno de riesgo:
Entonces D´s dijo a Moisés, “Cuando tu tomes un censo de los israelitas para contarlos, cada uno debe dar a D’s una redención por su vida en el momento que es contado. Entonces no vendrán plagas sobre ellos cuando tú los cuentes. (Ex. 30:11-12)
Cuando, siglos después, el Rey David contó al pueblo, hubo una ira Divina y 70,000 personas murieron (1). ¿Cómo puede ser esto si contar es una expresión de amor?
La respuesta está en la frase que la Torah usa para describir el acto de contar: se’u et rosh, literalmente, “levanta la cabeza”. Esta es una expresión circunloquial. El hebreo bíblico tiene muchos verbos que significan “contar”: limnot, lifkod, lispor, lachshov. ¿Por qué la Torah no usa estas simples palabras, eligiéndolas en lugar de la expresión rotonda “levantar las cabezas” del pueblo?
La respuesta corta es esta. En cualquier censo, contar o llamar un lista es una tendencia a enfocarse en el total: la multitud, la masa. Aquí está una nación de 60 millones de personas, o una compañía con 100,000 empleados o una multitud de 60,000 viendo deportes. Cualquier total tiene a valorar el grupo o la nación como un conjunto. Entre más grande el total, más fuerte es el ejército, entre más popular sea el equipo, y más exitosa la compañía.
Contar devalúa lo individual, y tiende a hacerle a él o a ella reemplazable. Si un soldado muere en batalla, otro tomará su lugar. Si una persona deja la organización, alguien más puede ser contratada para hacer su trabajo.
Notoriamente, también, las multitudes tienen el efecto de tender a que al individuo pierda su independencia de juicio y a seguir lo que otros están haciendo. Nosotros llamamos esto “comportamiento de rebaño”, y algunas veces conduce a locura colectiva. En 1841 Charles Mackay publicó su estudio clásico, Extraordinarias alucinaciones populares y locura de las masas, en el que cuenta sobre la Compañía de los Mares del Sur que costó miles de monedas en los 1720’s, y de la manía de los tulipanes en Holanda cunado eran gastadas fortunas en un solo bulbo de tulipán. La Gran Devaluación de 1929 y 2008 tuvieron la misma psicología de masas.
Otro gran trabajo, Gustav Le Bon, La Muchedumbre: Un Estudio de la Mente Popular (1895) demostró cómo las multitudes experimentan “influencia magnética” que trasmuta el comportamiento de los individuos hacia una “mente grupal” colectiva. Como él lo puso, “Un individuo en una multitud es un grano de arena entre otros granos de arena, que el viento suscita a voluntad”. La gente en una multitud se torna anónima. Su consciencia es silenciada. Ellos pierden el sentido de la responsabilidad personal. Las multitudes son particularmente propensas a comportamientos regresivos, reacciones primitivas y comportamiento instintivo. Son fácilmente dirigidos por figuras que son demagógicas, jugando con los miedos de las personas y el sentido de victimismo. Esos líderes, dice Le Bon, son “especialmente reclutados de los rangos de aquellas personas mórbidamente nerviosas excitables medio trastornadas quienes están en el límite de la locura” (2) una anticipación notable a Hitler. No es un accidente que el trabajo de Le Bon fuera publicado en Francia en el momento del alzamiento del antisemitismo y del juicio de Dreyfus.
De ahí la importancia de una característica notable del judaísmo: su principal insistencia – como ninguna otra civilización anterior – sobre la dignidad y la integridad del individuo. Nosotros creemos que cada ser humano es la imagen y semejanza de Dios. Los sabios dijeron que cada vida es como un universo entero. (3) Maimónides dice que cada uno de nosotros debe verse a sí mismo como si nuestro siguiente acto pudiera cambiar el destino del mundo. (4). Cada visión disidente es cuidadosamente guardada en la Mishnah, incluso si la ley es lo contrario. Cada verso de la Torah es capaz, dicen los sabios, de varios interpretaciones. Ninguna voz, ningún punto de vista, es silenciado. El judaísmo nunca nos permite perder nuestra individualidad en la masa.
Hay una bendición maravillosa que es mencionada en el Talmud para ser dicha y vista, 600,000 israelitas juntos en un solo lugar. Dice: “Bendito Tú, Señor…..que discierne secretos” (5). El Talmud explica que cada persona es diferente. Cada uno de nosotros tiene diferentes atributos. Todos nosotros pensamos nuestros propios pensamientos. Solo Dios puede entender las mentes de cada uno de nosotros y conocer qué estamos pensando, y esto es a lo que se refiere la bendición. En otras palabras, incluso en una multitud masiva donde, a los ojos humanos, las caras se borran en masa, Dios aún se relaciona con nosotros como individuos no como miembros de una multitud.
Ese es el significado de la frase, “levanta la cabeza”, usada en el contexto de un censo. Dios dice a Moisés que ahí hay un peligro, al contar una nación, que cada individuo se sentirá insignificante. “¿Qué soy? ¿Qué diferencia puedo hacer? ¿Soy solo uno entre millones, una mera ola en el océano, un grano de arena sobre la orilla del mar, polvo en la superficie del infinito?
Contra eso, Dios dice a Moisés que levante las cabezas de las personas enseñándoles que cada una de ellas cuenta; que importan como individuos. Sin duda en la ley judía un davar she-be-minyan, algo que es contado, vendido individualmente en lugar de venderse por peso, nunca es nulo incluso dentro de una mezcla de miles o un millón de otros. (6) El judaísmo tomando un censo debe ser hecho siempre de tal manera que sea una señal que nosotros somos valorados como individuos. Cada uno de nosotros tiene talentos únicos. Ahí está una contribución que sólo yo puedo brindar. Levantar la cabeza de alguien significa enseñarles favor, reconocerlos. Es un gesto de amor.
Hay, sin embargo, toda la diferencia del mundo entre individualidad e individualismo. Individualidad significa que yo soy único y valorado miembro de un equipo. Individualismo significa que yo no soy un miembro del equipo del todo. Yo estoy sólo interesado en mí, no en el grupo. El sociólogo de Hardvard Robert Putman dio este famoso nombre, notando que más personas que nunca en los Estados Unidos están haciendo juego de bolos pero menos que nunca se están uniendo a equipos. El lo llamó “Jugando bolos solo”. (7) El profesor del MIT Sherry Turkle llama a nuestra era de Twitter, Facebook y electrónica en lugar de amistades cara a cara “Solos juntos”. (8) El judaísmo valora la individualidad, no el individualismo. Como Hillel dijo. “Si solo soy para mi mismo, ¿qué soy? (9)
Todo esto tiene implicaciones en el liderazgo judío. Nosotros no estamos en los negocios de contar números. El pueblo judío siempre fue pequeño y sin embargo logró grandes cosas. El judaísmo tiene una profunda desconfianza en los líderes demagógicos quienes manipulan las emociones de las multitudes. Moisés en la zarza ardiente habló de su inhabilidad de ser elocuente. “Yo no soy un hombre de palabras”. Él pensó que de esta manera era un líder fracasado. De hecho fue lo opuesto. Moisés no influenció al pueblo con su oratoria. En lugar de eso, los levantó con sus enseñanzas.
Un líder judío tiene que respetar a los individuos. Él o ella debe “levantar sus cabezas”. Sin embargo si el grupo que lideras es grande, debes siempre comunicar el valor que le das a todos, incluyendo aquellos otros excluidos: la viuda, el huérfano y el extraño. Nunca debes intentar influenciar una multitud apelando a emociones primitivas o miedo u odio. Nunca debes pasar por encima de las opiniones de otros.
Es difícil ser el líder de una nación de individuos, pero este es el más retador, empoderador e inspirador liderazgo de todos.
(1) 2 Samuel 24;1 Crónicas 21.
(2) Gustav Le Bon, The Crowd, Londres, Fisher Unwin 1896, 134.
(3) Mishnah Sanhedrin 4: 4.
(4) Maimónides, Hilkhot Teshuvah 3: 4.
(5) Berakhot 58a.
(6) Betsah 3b.
(7) Robert Putnam, Bowling Alone, Nueva York, Simon & Schuster, 2000.
(8) Sherry Turkle, Alone together : why we expect more from technology and less from each other, Nueva York, Basic Books, 2011.