Lo recto y lo bueno  (Vaetjanan 5782)

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Perdido entre los pasajes épicos de Vaetjanán – entre ellos, la Shemá y los  Diez Mandamientos – aparece un párrafo breve de grandes implicancias  para la moral de la vida judía. He aquí los dos versículos: 

Habrás de cumplir diligentemente los mandamientos del Señor tu  Dios, Sus testimonios y Sus estatutos que Él te ha ordenado. Y habrás de hacer lo que es recto y bueno a la vista del Señor, para  que te vaya bien a ti y que puedas entrar y poseer la buena tierra  que el Señor prometió dar a tus padres. (Deut. 6: 17-18) 

La dificultad es obvia. El versículo precedente hace referencia a  mandatos, testimonios y estatutos. Esto, a simple vista, en lo que  concierne a la conducta, es la totalidad del judaísmo. ¿Qué se agrega a lo  anterior con la frase “lo recto y lo bueno” que no esté incluido en el  versículo anterior? 

Según Rashi, se refiere al “compromiso (o sea, no en la insistencia estricta  de tus derechos) y a la acción dentro y más allá de la letra de la ley (lifnit  mi-shurat ha-din) .” La ley, como fuere, establece un umbral mínimo:  esto es lo que debemos hacer. Pero la vida moral aspira a que hagamos  más que lo debido.[1] Las personas que más nos impactan por su  bondad y rectitud no son las que simplemente cumplen las leyes aplicadas  a todo el mundo. Los santos y héroes de la vida moral van más allá, hacen  más de lo ordenado, dan un paso más. De acuerdo con Rashi, eso es lo que la Torá entiende por  “lo recto y lo bueno”.

En un principio Moshé dijo que debes cuidar Sus  estatutos, y testimonios que Él te ordenó. Y ahora está diciendo que  aun en lo que no ordenó, debes pensar en hacer lo que es bueno y recto a Sus ojos, puesto que Él ama lo recto y lo bueno. 

Éste es un principio fundamental, ya que es imposible que la Torá pueda  mencionar todos los aspectos de la conducta del hombre con amigos y con  el prójimo, todas sus transacciones, y las ordenanzas de las sociedades y países. Pero como mencionó a alguno de ellos, por ejemplo  “No deberás difundir chismes”, “No serás vengativo ni guardarás rencor,”  “No permanecerás indiferente ante la sangre de tu prójimo”, “No  insultarás al sordo”, “Te pondrás de pie ante el anciano”, y así, Él dispuso  en forma general que uno debe hacer lo recto y lo que está bien,  incluyendo el compromiso y la acción de ir más allá de lo que establece la  ley… Así, uno debe comportarse en toda esfera de su actividad hasta  merecer ser considerado “bueno y honrado”. 

Ramban va más allá de Rashi, en el sentido de que lo  

recto y lo bueno excede lo requerido estrictamente por la ley. Parecería  que Ramban dijera que hay aspectos de la vida moral para nada  comprendidos dentro del concepto de la ley. Eso es lo que querría decir al expresar que “es imposible que la Torá mencione todos los aspectos de la  conducta del hombre con amigos y el prójimo”. La ley trata de temas  universales, principios que se aplican en todo tiempo y lugar. No  asesinarás. No robarás. No mentirás. Sin embargo, hay algunos factores  importantes de la vida moral que no son nada universales. Tiene que ver  con circunstancias específicas y cómo respondemos a ellas. ¿Qué significa  ser un buen marido o buena esposa, un buen padre, un buen maestro, un  buen amigo? ¿Qué es ser un gran líder, un seguidor, un miembro del  equipo? ¿Cuándo corresponde elogiar y cuando debe decirse “Podrías  haberlo hecho mejor”? Hay aspectos de la vida moral que no se pueden  reducir a reglas de conducta porque lo que importa no es sólo lo que  hacemos sino cómo lo hacemos: con humildad, gentileza, sensibilidad o  tacto. 

La moralidad es de las personas, y no hay dos personas iguales. Cuando  Moshé le pidió a Dios que nombre un sucesor, comenzó con estas  palabras, “Señor, Dios de los espíritus de toda carne” (Números 27:16).  Los rabinos  comentaron al respecto: Lo que dijo Moshé se debe a que como cada  persona es diferente, debía elegir un líder que pudiera relacionarse con  cada individuo como individuo, sabiendo que lo que es útil para uno  puede ser perjudicial para otro.[2] Esta habilidad para elegir la respuesta  

justa para la persona justa en el tiempo justo, es una característica no sólo  de liderazgo sino de la bondad humana en general. 

Rashi comienza el comentario de Bereshit con una pregunta: Si la Torá es  un libro de ley, ¿por qué no comienza desde el principio con la primera ley  dada al pueblo de Israel en su totalidad, lo que recién aparece en Éxodo  12? ¿Por qué incluye la narrativa de Adán y Eva, Caín y Abel, los patriarcas,  matriarcas y sus hijos? Rashi responde algo que no tiene nada que ver con  la moralidad – dice que tiene que ver con el derecho del pueblo judío a su  tierra. Pero el Netziv (R. Naftali Zvi Yehuda Berlin) dice que las historias  de Génesis están para enseñarnos cuán rectos eran los patriarcas en sus  tratativas, aun con personas extranjeras e idólatras. Es por eso, dice, que a  Génesis se lo llama “el libro de los rectos”.[3] 

La moralidad no es solo una serie de reglas, ni aun el elaborado código de  los 613 preceptos y sus extensiones rabínicas. Además, se trata de cómo  respondemos a la gente como personas. La historia de Adán y Eva en el  Paraíso trata en parte de lo que no anduvo bien en la relación cuando el  hombre llamó a su esposa Ishá, ‘mujer’, una descripción de tipo  genérico. Recién cuando le dio su nombre propio, Javá, Eva, pudo relacionarse con ella como individuo en su individualidad (la de  ella), y solo después Dios “les dio ropajes y cueros para tapar su  desnudez”. (Génesis. 3:21)

Ésta es también la diferencia entre el Dios de Aristóteles y el Dios de  Abraham. Aristóteles creyó que Dios era solo el de lo universal y no de lo  particular. Es el Dios de la ciencia, del Iluminismo, de Spinoza. El Dios de  Abraham es el Dios que se relaciona con nuestra singularidad, en lo que  nos hace distintos a los demás y a la vez semejantes. 

Ésta es finalmente la diferencia entre los dos grandes principios de la  ética judaica: la justicia y el amor. La justicia es universal, trata a todo el  mundo de la misma manera, débiles y poderosos, sin distinciones de clase  o color. Pero el amor es particular. Un padre o madre ama a su hijo o hija  por lo que tiene de único/a. Y la vida moral es una combinación de  los dos, por lo cual no puede reducirse meramente a leyes universales. Es  eso lo que la Torá quiere significar cuando menciona “lo recto y lo bueno”  por encima de los mandamientos, estatutos y testimonios. 

Un buen maestro sabe qué decirle a un estudiante poco dotado que, con  gran esfuerzo, logra más de lo esperado, y a otro brillante que es el mejor  del grado, pero cuyos logros están por debajo de su potencial. Un buen  empleador sabe cuándo elogiar y cuándo criticar. Todos tenemos que  saber cuándo insistir en lo justo y cuándo ejercer el perdón. Las personas  que han tenido una influencia decisiva en nuestras vidas son las que en  

casi todos los casos, han comprendido nuestra singularidad. No fuimos,  para ellos, una mera cara en la multitud. Es por eso que aun cuando la  moralidad implica reglas universales y no puede funcionar sin ellas,  también comprende interacciones que no pueden reducirse a reglas. 

El Rav Israel de Rhizin le preguntó en una ocasión a un alumno cuántas  secciones había en el Shuljan Aruj (código de ley judía). “Cuatro”, le  contestó. ” ¿Qué sabes “- preguntó el Rizhiner – de la quinta sección?” “Pero  no hay una quinta sección” dijo el alumno.”Sí que hay” exclamó el  Rizhiner. “Dice que siempre trates a una persona como un mensch“[4] La quinta sección del código legal es la conducta que no puede reducirse a  lo legal. Eso es lo que define hacer lo recto y lo bueno.


  1. ¿Qué significa ser buen amigo, más allá de las reglas obvias de la ética? 
  2. ¿Cuáles interacciones de uso diario están exentas de las reglas, aunque sientas que hay una manera correcta de abordarlas ?
  3. ¿Cómo podemos trabajar sobre nuestros intercambios con los demás para asegurar que siempre trataremos al otro como un mensch?

  1. Ver Lon Fuller The Morality of Law Yale University Press, 1969, y del muy reproducido artículo de Aharon Lichtenstein ‘¿Hay una ética independiente de la  halajá?’ en Modern Jewish Ethics, ed. Marvin Fox (Columbus: Ohio State University Press, 1975), pp. 62–88.
  2. Sifre Zuta Midrash Tanuma y Rashi a Num. ad loc. 
  3. Ha-amek Davar a Génesis, Introducción.
  4. N. de T.: persona íntegra, en Idish.

Traductores

Carlos Betesh

Editores

Michelle Lahan