La bendición del amor (Nasó 5780)

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Debo confesar que me emociono cada vez que leo estas palabras:

Dile a Aarón y a sus hijos: ‘Esta es la manera en que bendecirás a los israelitas. Les dirás:

“Que el Señor te bendiga y te proteja,

Que el Señor ilumine Su rostro hacia y ti y te conceda gracia.

Que el Señor torne Su rostro hacia ti y te conceda la paz.”

Que coloquen Mi nombre sobre los israelitas, y Yo los bendeciré.’

Números 6:26-27

Estas palabras están entre las frases de bendición pronunciadas más antiguas y de uso habitual. Las recitamos diariamente al comienzo del servicio matutino. Algunos las dicen como último rezo de la noche. Las usamos para bendecir a nuestros hijos los viernes a la noche. Se utilizan con frecuencia para bendecir a los novios en los casamientos. También son utilizados por no-judíos. Su sencillez, su estructura de incremento acumulativo de tres, cinco y siete palabras, su movimiento ascendente de protección hacia la gracia y la paz, hacen que sea una joya de rezo en miniatura cuyo resplandor no ha disminuido en los más de tres mil años de que fueron formuladas.

En un tiempo anterior he escrito acerca del significado de las bendiciones. Esta vez hago tres preguntas distintas: Primero, ¿por qué los Sacerdotes? ¿Por qué no los Profetas, Reyes, Sabios o santos?

Segundo, ¿por qué la forma única de birkat ha-mitzvá, la bendición hecha por los Sacerdotes por sobre el mandato de bendecir al pueblo? La bendición es: “que nos ha santificado con la santidad de Aarón, y nos ha ordenado bendecir a Su pueblo con amor[1] Ningún otro mandato de  bendición especifica que deba hacerse con amor.

En el Talmud hay una discusión sobre si los preceptos deben cumplirse con la propia intención, kavaná, o si es suficiente el hecho en sí. Pero intención es distinta a motivación. La intención significa que estoy cumpliendo meramente con el precepto porque es un precepto. Estoy actuando conscientemente, a sabiendas, obedeciendo deliberadamente el deseo de la Divinidad. No tiene nada que ver con un sentimiento como el amor. ¿Por qué este mandato y ningún otro requiere del amor?

Tercero, ¿por qué deben los seres humanos bendecir al pueblo? Es Dios el que bendice a la humanidad y a Su pueblo, Israel. Él no necesita intermediarios. Nuestro pasaje dice precisamente eso: “Que coloquen Mi nombre sobre los israelitas y Yo los bendeciré.” La bendición proviene no de los Sacerdotes sino de Dios mismo. ¿Por qué entonces requerir que los Sacerdotes “pongan Su nombre” sobre el pueblo?

Contestando la primera pregunta, Sefer haJinuj[2]  dice simplemente que los Sacerdotes eran el grupo consagrado dentro del pueblo. Oficiaban en la Casa de Dios. Pasaban sus vidas sirviendo a la Divinidad. El trabajo de sus vidas era sagrado. También lo era su hábitat. Eran los guardianes de la santidad. Por lo tanto resultaba ser la elección obvia para el rito sagrado de suministrar las bendiciones al pueblo.

Rabí Aarón Walkin en el prefacio de su Matsa Aarón, propone una explicación más prosaica. Los Sacerdotes no tenían derecho a la tierra. Su único ingreso provenía de los matanot kehuná, los obsequios a los sacerdotes que les correspondía recibir de todo el pueblo. Se deduce que era de su propio interés que el pueblo prosperara porque entonces ellos mismos lo harían. Bendecirían al pueblo con todo su corazón buscando su bien, ya que entonces ellos también resultarían beneficiados.

Rabí Abraham Gafni propuso una tercera explicación.[3] Leemos en la consagración del Tabernáculo que “Aarón alzó sus manos ante el pueblo y los bendijo” (Levítico 9:22). Rashi dice que la bendición que otorgó al pueblo en esa ocasión era, en efecto, la bendición sacerdotal especificada en la parashá. Sin embargo Ramban sugiere que posiblemente la bendición de Aarón fuera espontánea y como mostró tanta generosidad de espíritu, Dios le dio la recompensa de  que serían sus descendientes los que bendecirían a Israel en el futuro.

Entonces, ¿a qué se refiere lo de la bendición con amor? Hay dos interpretaciones distintas: la que refiere a los Sacerdotes y la que refiere a Dios.

La segunda revierte el orden de las palabras de la bendición y se lee no como “que nos ordenó bendecir a Su pueblo con amor,” sino “que con amor nos ordenó bendecir a Su pueblo.” La bendición habla del amor de Dios, no del de los Sacerdotes. Porque Dios ama a Su pueblo, Él ordena a los Sacerdotes que lo bendigan.[4]

La primera lectura, gramaticalmente más plausible, es que son los Sacerdotes los que deben amar. Esa es la base de la afirmación del Zohar de que “un Sacerdote que no ama al pueblo o un Sacerdote no amado por el pueblo, no debe bendecir.”[5] Solo podemos bendecir a quien amamos. Recordemos lo que el anciano y ciego Ytzjak dijo a Esav: “Prepárame esa comida rica que amo y tráemela para comer, para que yo pueda darte mi bendición antes de morir.” (Génesis 27:4) Ya fuera la comida lo que amaba Ytzjak o lo que representaba del carácter de Esav – que quería tanto a su padre como para hacer la comida que él deseaba – Ytzjak necesitaba del amor para poder darle la bendición.

¿Por qué entonces se especifica que la bendición de esta mitzvá y no otra debe hacerse con amor? Porque en todos los demás casos es el individuo el que suministra el maasé mitzvá, el acto que constituye el precepto. A diferencia del caso de las bendiciones sacerdotales, el Sacerdote es meramente un majshir mitzvá – alguien que facilita, no que hace. El Hacedor es Dios mismo: “Que coloquen Mi nombre sobre los hijos de Israel y Yo los bendeciré.” Los Cohanim son meramente canales a través de los cuales fluyen las bendiciones de Dios.

Eso significa que no deben ser egoístas en el momento de pronunciar las bendiciones. Dejamos que Dios penetre en el mundo y en nosotros a tal punto que nos olvidamos de  nosotros mismos y nos concentramos en los demás.[6] De eso se trata el amor. Lo vemos en el pasaje en el que Yaakov, habiéndose enamorado de Rajel, acepta los términos propuestos por Labán de trabajar para él durante siete años. Leemos: “Así, Yaakov trabajó siete años para tener a Rajel, pero fueron como pocos días para él por su amor por ella.” (Génesis 29:20) Los estudiosos hacen la pregunta obvia: precisamente por estar enamorado, los siete años debían ser como un siglo. La respuesta es igualmente obvia: él pensaba en ella, no en sí. No había egoísmo en ese amor. Estaba enfocado en su presencia, no en su impaciente deseo.

Existe quizás, una explicación alternativa para todas estas cosas. Como expliqué en la parashá Kedoshim en Convenio y Conversación, fueron los Sacerdotes los que enseñaron al pueblo la ética específica de la santidad (a diferencia de la ética profética de la justicia social y la ética de la sabiduría de carácter y consecuencia).

El texto clave de la ética de la santidad es Levítico 19. “Se santo porque Yo, el Señor tu Dios, soy santo.” Es en este capítulo donde se enseñan los dos grandes preceptos del amor interpersonal,  el amor al prójimo y al extranjero. La ética de la santidad, enseñada por los Sacerdotes, es la ética del amor.

Esa ética es el resultado de una visión especial del Sacerdote, establecida en Génesis 1, que ve al mundo como obra de Dios y al ser humano como imagen de Dios. Nuestra existencia y la existencia del universo son el resultado del amor de Dios.

Las voces proféticas y de la sabiduría están basadas en otras cosas – los profetas en la historia judía, especialmente en el éxodo, y la sabiduría en la observación de cómo funciona el mundo.

Al bendecir al pueblo, los Sacerdotes le mostraron lo que es el amor al prójimo. Esta es la definición de Rambam de lo que significa cumplir el mandato de “Amarás al prójimo como a ti mismo”: “Uno debe elogiar al prójimo, y ser considerado de su dinero, en la misma forma en que uno es considerado con su propio dinero, o desea preservar su propio honor.”[7] Bendecir a la gente demuestra que les deseas el bien – y desearles el bien es de lo que trata el amor.

Así, los Cohanim fueron un ejemplo para el pueblo por esta manifestación pública de amor – o lo que hoy llamaríamos “el bien común.” Ellos promovieron así una sociedad en la cual cada uno buscó el bienestar de todos – y esa sociedad es bendecida, porque los vínculos entre sus miembros son fuertes, y porque  el pueblo pone el interés de toda la nación por delante de su interés personal. Esa es una sociedad bendecida por Dios, mientras que la sociedad egoísta no lo es, y no puede ser bendecida por Dios. Ninguna sociedad egoísta ha sobrevivido mucho tiempo.

De ahí las respuestas a nuestras preguntas: ¿por qué los Cohanim? Porque su ética hace énfasis en el amor – al prójimo y al extranjero – y se necesita amor para bendecir. A eso se debe la mención del amor en la bendición del precepto, porque es mediante el amor que entran las bendiciones al mundo. ¿Y por qué los humanos traen bendición y no Dios en forma directa? Porque los Cohanim fueron el modelo de lo que significa que los seres humanos se esfuercen por el bienestar de los demás. Yo creo que Birkat Cohanim contiene  un mensaje que hoy es vital para nosotros: Una sociedad cuyos miembros desean el bienestar del otro es santa y será bendecida.

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[1] Sotá 39a.

[2] Sección 378.

[3] R. Abraham Ganfi, Be-Inyan Birkat Cohanim, Zajor LeAbraham, 1996, 523-531.

[4] Rab Yerujam Perla, comentario a R. Saadia Gaón, Sefer Mitzvot Gadol, 16.

[5] Zohar III, 147b; ver Maguen Abraham, 128:18.

[6] Sotá 5a: “Sobre cualquier persona que tenga arrogancia dentro de sí, el Santo, Bendito es Él, dijo: él y Yo no podemos residir juntos en el mundo.”

[7] Rambam, Hiljot Deot 6:3.


Traductores

Carlos Betesh