Edición Familiar: Incertidumbre radical (Emor 5780)

EDICION FAMILIAR: INCERTIDUMBRE RADICAL (EMOR 5780)

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IDEA CLAVE DE LA SEMANA

Al experimentar la Sucá, podemos encontrar la resiliencia que necesitamos hoy.

Emor se enfoca en dos clases de santidad: la de la gente y la del tiempo. El Capítulo 21 habla sobre las personas sagradas: Sacerdotes, y por sobre ellos, el Sumo Sacerdote. Ya que sirven en el Mishkán, los Sacerdotes tienen prohibido hacer ciertas cosas. Por ejemplo, no les está permitido entrar en contacto con un cadáver, y no pueden casarse con cualquier mujer que deseen.

El Capítulo 22 nos recuerda que hay leyes similares para los israelitas comunes cuando desean entrar en el Mishkán, y a continuación enumera imperfecciones que hacen que un animal no se apto para ser ofrecido como sacrificio.

El Capítulo 23 trata en su totalidad sobre el tiempo sagrado, y discute las festividades del año, incluyendo las tres festividades de peregrinación (los shalosh regalim) de Pesaj, Shavuot y Sucot. El

Capítulo 24 habla sobre la Menorá, que se encendía todos los días, y el pan de la proposición, que es renovado cada semana. La parashá termina con una historia – una de las únicas dos historias que hay en el Libro de Vaikrá – sobre un hombre que maldice durante una pelea.

PREGUNTAS PARA PENSAR

  1. ¿Qué es lo que celebramos en cada una de las tres festividades de peregrinación?

Hay algo muy extraño en la festividad de Sucot, cuya fuente principal es nuestra parashá. Por un lado, es la festividad más conectada con la alegría. Es la única festividad que nuestra  parashá que menciona la palabra alegrar: “Y te alegrarás ante el Señor tu Dios durante siete días” (Vaikrá 23:40) En toda la Torá, la alegría no se menciona en absoluto en relación a Rosh Hashaná, Iom Kipur y Pesaj; solo una vez en relación a Shavuot y tres veces en Sucot. De ahí deriva el nombre zman simjatenu, el festival de nuestra alegría.

Pero la sucá en realidad recuerda uno de los episodios más desafiantes de los años del desierto: “Vivirán en cabañas durante siete días; todos los ciudadanos de Israel vivirán en cabañas, para que las generaciones futuras sepan que Yo obligué a los israelitas a vivir en cabañas cuando los saqué de la tierra de Egipto, Yo soy el Señor vuestro Dios.” (Vaikrá 23:42-43)

Durante cuarenta años los israelitas vivieron sin un hogar permanente, siempre en movimiento. Estaban en el desierto, en tierra de nadie, donde era imposible saber qué esperar y qué peligros los aguardaban en el camino. Es cierto que vivían bajo la protección Divina. Pero nunca podían saber de antemano si la protección estaría presente y en qué forma se manifestaría. Era un prolongado período de inseguridad.

¿Cómo podemos entender entonces el hecho de que de todas las festividades, Sucot se llame zman simjatenu, la fiesta de nuestra alegría? Tendría sentido si fuera Pesaj – el aniversario de la libertad – el festival de la alegría. También podría ser que fuera Shavuot, – el día de la revelación del Sinaí – el festival de la alegría. Pero por qué atribuirle ese título a la festividad que conmemora los cuarenta años de exposición al calor, al frío, al viento y a la lluvia. Si recordamos eso, ¿por qué sentir alegría? La sucá simboliza la capacidad de vivir con incertidumbre. Sucot nos enseña que la fe no es certeza. Fe es el coraje de vivir con incertidumbre. Y a pesar de la incertidumbre, ¡podemos alegrarnos!

PREGUNTAS PARA PENSAR

  1. ¿Por qué requiere coraje vivir con incertidumbre?
  2. ¿Cómo encontramos la alegría cuando las cosas son inciertas?

El brote de coronavirus ha perturbado la vida de millones de personas en todo el mundo, y las bodas han sido algunas de las muchas víctimas de la cuarentena, el auto-aislamiento y las prohibiciones oficiales para grandes reuniones públicas. En Israel, dado que se prohibieron las reuniones de más de 10 personas, muchas parejas tuvieron que tomar decisiones rápidas ya sea retrasando sus celebraciones de bodas o renunciando a la boda de sus sueños con la presencia de todos sus amigos y familiares.

Itamar Yakutieli, gerente del salón de eventos Ein Hemed Forest, tuvo una idea para ayudar a las parejas a tomar esta difícil decisión. Lanzó un servicio especial, ofreciendo bodas pequeñas y gratuitas para parejas jóvenes cuyas bodas no podían efectuarse como estaba previsto.

Una de esas parejas, Roni Ben-Ari y Yonatan Meushar, decidieron aceptar la oferta de Yakutieli, y llevaron a cabo una pequeña e íntima celebración. “Es diferente a lo que habíamos imaginado… pero está perfecto, creo”, dijo Roni, dirigiéndose a Yonatan y riendo.

«Es una manera diferente y única [de casarse]», agregó, «Pero nos estamos acostumbrando a la situación». Un puñado de parientes cercanos asistieron, y muchos otros «invitados» celebraron y participaron virtualmente a través de Zoom.

¡Qué declaración podría ser más poderosa de la fe y la esperanza de que venceremos al coronavirus, que casarnos y planear un futuro más brillante!

PREGUNTAS PARA PENSAR

  1. ¿Cómo es que casarse durante tiempos de crisis es un acto de fe profunda?
  2. ¿Qué actos de fe has llevado adelante durante este período de dificultades?

Además de la pregunta de por qué Sucot está asociado con la alegría, nos podríamos preguntar ¿cuál es el milagro que celebramos? Pesaj y Shavuot recuerdan hechos milagrosos. Pero transitar por el desierto solo con viviendas temporarias no era milagroso ni singular. Eso es lo que hacen habitualmente los que transitan por el desierto. Deben hacerlo. Están en una travesía. Solo pueden tener viviendas temporarias. En este sentido no había nada de especial en la experiencia de los israelitas.

Fue considerar esto lo que llevó a Rabí Eliezer en el Talmud (Sucá 11b) a sugerir que la sucá representa las nubes de la gloria, ananei kavod, que acompañaron a los israelitas durante esos años, guardándolos del calor y del frío, protegiéndolos de sus enemigos, y guiándolos a través del camino. Es una hermosa e imaginativa solución al problema. Señala un milagro y explica por qué puede dedicarse esa festividad para recordarla. Por esta razón tanto Rashi como Ramban lo tomaron en el sentido simple del versículo.

Pero sin embargo, es difícil. Una sucá no se asemeja en nada a las nubes de gloria. Sería difícil imaginar algo menos parecido.

Rabí Akiva disiente con la visión de Rabí Eliezer y dice que la sucá es lo que dice ser: una choza, una cabaña, una residencia temporaria. Entonces, ¿cuál, según Rabí Akiva, fue el milagro? No hay forma de saberlo. Pero lo podemos adivinar.

Si la sucá representa las Nubes de la Gloria – la visión de Rabí Eliezer – entonces celebra el milagro de Dios. Si no representa más que la sucá en sí – la visión de Rabí Akiva – entonces celebra el milagro humano de la fe.

Los israelitas pueden haber protestado y haberse rebelado. Pero siguieron a Dios. Continuaron transitando. Como Abraham y Sara, estaban preparados para viajar hacia desconocido.

Si entendemos que este es el milagro, podemos inferir una profunda verdad sobre la fe en sí. La fe no es certeza. La fe es el coraje de vivir con incertidumbre. Casi cualquier fase del éxodo estuvo plagada de dificultades, reales o imaginarias. Eso es lo que hace que la Torá sea tan poderosa. No supone que la vida es más fácil de lo que es. El camino no es recto y la travesía es larga. Ocurren hechos inesperados. Aparecen crisis súbitamente. Se torna importante grabar en la memoria de un pueblo el conocimiento de que tenemos la capacidad de afrontar lo desconocido. Dios está con nosotros dándonos el coraje que necesitamos.

Es como si en Sucot Dios nos estuviera recordando: no creas que necesitas paredes sólidas para sentirte seguro. Yo conduje a tus antepasados a través del desierto para que nunca olviden la travesía que debían recorrer y los obstáculos que tenían que superar para llegar a esta tierra. Él dijo: “Yo obligué a los israelitas a vivir en cabañas cuando los saqué de la tierra de Egipto.” En esas cabañas, frágiles y expuestas a la intemperie, los israelitas aprendieron a vivir con incertidumbre.

Otras naciones contaron historias celebrando su poderío. Construyeron palacios y castillos como expresión de invencibilidad. El pueblo judío era diferente. Llevó consigo un relato sobre las incertidumbres y los vaivenes de la historia. Habló de la travesía de sus ancestros a través del desierto, sin casas, hogares, ni protección frente a los elementos. Es una historia de fortaleza espiritual, no de fortaleza militar.

Sucot es el testimonio de la supervivencia del pueblo judío. Aun perdiendo su tierra y arrojado nuevamente al desierto, no perderá el corazón ni la esperanza. Recordará que pasó sus primeros años como nación viviendo en una sucá, una vivienda temporaria a  merced de la intemperie. Sabrá que en el desierto, ningún campamento es permanente. Seguirá viajando hasta llegar una vez más a la tierra prometida, Israel, su hogar.

No es casual que el pueblo judío es el único en haber sobrevivido dos mil años de exilio y dispersión, su identidad intacta y su energía sin disminución. Es el único pueblo que puede vivir en una choza con ramas como techo y aún sentirse rodeado de nubes de gloria. Es el único pueblo que puede habitar una vivienda temporaria y regocijarse.

El economista John Kay y el ex-gobernador del Banco de Inglaterra Mervyn King han publicado recientemente un libro intitulado Radical Uncertainty (Incertidumbre radical). En el mismo hacen la distinción entre el riesgo, que es calculable, y la incertidumbre, que no lo es. Argumentan que la gente se ha basado excesivamente en cálculos de probabilidad sin tomar en cuenta el peligro que puede surgir de una fuente totalmente inesperada. La aparición repentina del coronavirus justo en el momento de la edición del libro lo confirma. Se sabía que existía la posibilidad de una pandemia. Pero nadie sabía cómo iba a ser, de dónde provendría, cuán rápidamente se iba a expandir ni qué consecuencias tendría.

Más importante que el cálculo de probabilidades, dicen, es la comprensión de la situación, la respuesta a la pregunta: “¿Qué está pasando?” Esto, afirman, nunca ha sido respondido por las estadísticas o predicciones sino por la narrativa, contando una historia.

Exactamente de eso trata Sucot. Es una historia de incertidumbre. Nos cuenta que podemos saber de todo, pero nunca podremos saber qué nos deparará el mañana. El tiempo es una travesía por el desierto.

En Rosh Hashaná y Iom Kipur rezamos para ser inscriptos en el Libro de la Vida. En Sucot nos regocijamos porque creemos haber recibido una respuesta favorable a nuestro rezo. Pero cuando encaramos el año siguiente, aceptamos desde el principio que la vida es frágil, vulnerable de mil maneras. No sabemos cómo será nuestra salud, nuestra carrera o nuestros ingresos, ni qué pasará con nuestra sociedad ni con el mundo. No podemos escapar de la exposición al riesgo. De eso trata la vida.

La sucá simboliza vivir con incertidumbre. Sucot es el festival de incertidumbre radical. Pero la coloca en el marco de una narrativa, exactamente como sugieren Kay y King. Nos dice que a pesar que estemos atravesando el desierto, nosotros como pueblo llegaremos a destino. Si vemos la vida con los ojos de la fe, sabremos que estamos rodeados de nubes de gloria. Dentro de la incertidumbre seremos capaces de regocijarnos. No necesitamos castillos de protección ni palacios de gloria. Una humilde sucá servirá, pues cuando estamos sentados en ella estaremos bajo lo que el Zohar llama “la sombra de la fe.”

Yo creo que la experiencia de dejar la protección de una casa y entrar en la exposición de la sucá es una manera de calmar nuestro temor a lo desconocido. Nos dice: hemos estado antes aquí. Somos todos viajeros en una travesía. La Divina Presencia está con nosotros. No tenemos por qué tener miedo. Es la fuente de resiliencia que necesitamos en este mundo interconectado, peligroso y radicalmente incierto.

PREGUNTAS PARA PENSAR

  1. ¿Qué declaración de fe estamos haciendo cuando dejamos nuestras casas para sentarnos en la sucá?

 La fe no es certeza. Es el coraje de vivir con la incertidumbre. Es no conocer todas las respuestas. Es usualmente vivir con las preguntas. No es una sensación de invulnerabilidad. Es el conocimiento de que somos absolutamente vulnerables, pero es precisamente en nuestra vulnerabilidad que nos conectamos con Dios, y a través de esto aprendemos a conectarnos con otros, capaces de comprender sus miedos y dudas. Aprendemos a compartir, y al compartir descubrimos el camino a la libertad. Es sólo porque no somos dioses es que somos capaces de descubrir a Dios.

Currículo “Diez caminos a Dios”, Unidad 7 – Fe: Amor como lealtad

  1. ¿Por qué Sucot es descrito como zeman simjatenu, el festival de nuestra alegría, si nos recuerda un periodo difícil de la historia judía?
  2. ¿Qué es lo milagroso de la fe humana en tiempos de incertidumbre (representado por la sucá)
  3. ¿Qué mensaje crees que tiene para nosotros la festividad de Sucot, ahora, que estamos experimentando la época del Covid-19?

¿Quieres ganar un Sidur con los rezos diarios semanales de Koren Aviv? Este Sidur ha sido diseñado para ayudar a los jóvenes a explorar su relación con Dios así como los valores, historia y religión de su pueblo. Envía un correo electrónico a: CCFamilyEdition@rabbisacks.org con tu nombre, edad, ciudad y una pregunta u observación sobre la parashá de Convenio y Conversación Edición Familiar. Los participantes deben ser menores de 18 años. Cada mes seleccionaremos dos de las mejores, y ambos recibirán un Sidur dedicado por el Rab Sacks! Gracias a Koren Publishers por la amabilidad de donar estos maravillosos Sidurim.

en pocas palabras

  1. Pesaj conmemora el Éxodo de Egipto y la cosecha de cebada. Shavuot conmemora la entrega de la Torá y la cosecha de trigo. Sucot recuerda la travesía de 40 años en el desierto, que pasaron viviendo en cabañas y la recolección de los cultivos al final de la temporada de cosecha. Sucot es la festividad más rara de las tres, porque no está conectada con un evento basado en un milagro. Esto se estudia más a fondo en el mensaje de esta semana de Convenio y Conversación.

LA IDEA CENTRAL

  1. Para aquellos que creen que tienen todas las respuestas, que no hay incertidumbre en su mundo, y que no se necesita el coraje para vivir. Para aquellos que están 100% seguros de que saben cuál es el plan de Dios, es fácil vivir con fe. Pero esta no es fe verdadera, porque nadie puede saber verdaderamente cuál es el plan de Dios. La fe verdadera requiere valor para creer que, a pesar de las incertidumbres de vivir en un mundo sin respuestas claras, seguimos creyendo que Dios estará ahí para nosotros.
  2. Esta fe profunda, ante la incertidumbre, nos permite enfocarnos en la alegría de la vida, a pesar de no conocer el camino exacto que tomarán nuestras vidas.

UNA VEZ SUCEDIÓ…

  1. Cuando el mundo está dado vuelta y el caos parece reinar, es difícil pensar sobre y planear el futuro. Casarse, sentar las bases para una familia, y mirar hacia traer hijos al mundo, es una declaración profunda de fe de que el futuro será mejor que el presente. Se basa en la creencia de que vale la pena continuar con la humanidad, y decidir participar activamente en esa continuidad.
  2. Durante este tiempo, cualquiera puede tomar decisiones y dar pasos que demuestran una fe en el futuro. Estos pueden ser actos de bondad y voluntarios, la planificación de programas futuros en la comunidad, o hasta en tu vida privada. Incluso, un estudiante que hace su tarea es un importante acto, porque hace una declaración de fe que vale la pena trabajar y luchar por el mañana.

PENSANDO MÁS PROFUNDAMENTE

  1. La sucá simboliza el vivir con incertidumbre. Pero al sentarse, comer y vivir en ella indica que aunque viajamos a través del desierto, nosotros como pueblo llegaremos a nuestro destino. Si vemos la vida a través de los ojos de la fe, sabremos que estamos rodeados de Nubes de Gloria. En medio de la incertidumbre, nos encontraremos capaces de alegrarnos. No necesitamos castillos de protección ni palacios de gloria. La experiencia de dejar la protección de una casa y entrar en la exposición de la sucá nos dice: hemos estado antes aquí. Somos todos viajeros en una travesía. La Divina Presencia está con nosotros. No tenemos por qué tener miedo. Esa es la fuente de resiliencia que necesitamos en este mundo interconectado, peligroso y radicalmente incierto.

ALREDEDOR DE LA MESA DE SHABAT

  1. Podemos experimentar una vida de incertidumbre, pero podemos encontrar fuerza y consuelo en nuestra fe en Dios, de que la vida será protegida. Esa es la fuente de nuestra alegría. En Sucot, vivimos en la sucá, una representación física de lo desconocido, y aun así encontramos que estamos protegidos. Esta fe nos da gran alegría.
  2. Mientras que el enfoque que Rabí Eliezer da sobre la sucá es que esta representa las Nubes de Gloria de Dios y Su protección para con nosotros, Rabí Akiva señala que la sucá representa nada más que una cabaña frágil. Replicamos las originales sucot. Pero si estamos buscando un milagro para conmemorar Sucot (como tienen las otras dos festividades de peregrinaje) entonces este es el acto de coraje que es la fe ante la incertidumbre. Que los judíos sintieran la presencia y protección de Dios, a pesar de todas las incertidumbres del desierto, era sobrehumano y milagroso.
  3. La humanidad actualmente está viviendo un profundo sentimiento de incertidumbre y vulnerabilidad, muy similar al de la generación que vivió en los años del desierto. Cada año, nos sentamos en la sucá para recordar lo que sintió esa generación, y reavivamos nuestra fe en la protección de Dios. Estos días, necesitamos nuestra fe en Dios más que nunca, para que nos guíe a través de este tiempo difícil.

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Esta Edición Familiar es una guía al ensayo principal de Convenio y Conversación que puedes leer aquí.

Traducción y edición

  • Iair Salem
  • Carlos Gómez
  • Inés Jawetz
  • Michelle Lahan
  • Abraham Maravankin