Haremos y escucharemos (Mishpatim 5780)

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Dos palabras que leemos hacia el final de la parashá – naasé ve-nishmá, “Haremos y escucharemos” – se cuentan entre las más famosas del judaísmo. Es lo que dijeron nuestros antepasados cuando aceptaron el pacto en el Sinaí. Configura el contraste más contundente con las quejas, pecados, incidentes y rebeliones que parecían marcar muchos de los relatos de los años del desierto descritos en la Torá.

Existe una tradición  del Talmud[1] en la que Dios tuvo que suspender la montaña por encima de las cabezas de los israelitas para persuadirlos de que acepten la Torá. Pero nuestro versículo parece indicar lo opuesto, que los israelitas aceptaron el pacto en forma voluntaria y entusiasta:

Entonces (Moshé) tomó el Libro del Pacto y lo leyó al pueblo. Ellos respondieron: Haremos y escucharemos (naasé ve-nishmá) todo lo que el Señor ha dicho” (Éxodo 24:7)

Sobre esta base se desarrolló una tradición opuesta, que dice que al pronunciar estas palabras, los israelitas reunidos ascendieron al nivel de ángeles.

Rabí Simlai dijo: cuando los israelitas se apresuraron a decir “haremos” antes que “escucharemos,” una multitud de sesenta miradas de ángeles oficiantes descendieron y colocaron dos coronas sobre cada persona de Israel, una como recompensa por haber dicho “Haremos” y la otra por decir “Escucharemos.”

Rabí Eleazar dijo: cuando los israelitas se apresuraron a decir “haremos” antes que “escucharemos” una voz Divina dijo: ¿Quién ha revelado a Mis hijos este secreto sólo empleado por los ángeles oficiantes?[2]

¿Pero qué significan exactamente estas palabras? Naasé directamente significa “Haremos.” Se refiere a una acción, un comportamiento, un hecho. Pero los lectores de mi obra saben que el significado de la palabra nishmá no es para nada claro. Podría significar “oiremos” o también “obedeceremos”, o aún “comprenderemos.” Esto sugiere que hay más de una manera de interpretar naasé ve-nishmá. Acá tenemos algunas:

[1] Significa “Haremos y después escucharemos.” Esta es la visión del Talmud (Shabat 88a) y de Rashi. El pueblo expresa su total fe en Dios. Acepta el pacto aún antes de escuchar sus términos. Dicen “haremos” antes de saber qué es lo que Dios quiere que hagan. Es una hermosa interpretación, pero depende de la lectura de Éxodo 24 con otra secuencia. Leyendo directamente los eventos en el orden estricto en que ocurrieron, primero los israelitas aceptaron el pacto (Éxodo 19:8), después Dios reveló los Diez Mandamientos (Éxodo 20), luego Moshé expuso muchos de los detalles de la ley (Éxodo 21-23) y sólo después dijeron los israelitas naasé ve-nishmá, habiendo entonces escuchado una buena parte de lo expuesto en la Torá.

[2] “Nosotros haremos (lo que ya nos han ordenado hasta ahora) y obedeceremos (todas las órdenes futuras).” Esta es la interpretación de Rashbam. La declaración de los israelitas consideró los eventos tanto hacia atrás como hacia adelante. El pueblo comprendió que estaba en una travesía  espiritual y además física, y podrían no percibir todos los detalles de la ley de una sola vez. Shemá significa no solamente “oír” sino “escuchar, obedecer, responder fielmente con hechos.”

[3] “Haremos obedientemente” (Sforno). En esta visión las palabras naasé y nishmá son endíadis, o sea, una misma idea expresada mediante dos términos. Los israelitas estaban diciendo que harían lo que Dios les pidiera, no por obtener algún beneficio sino simplemente porque querían hacer Su voluntad. Él los había salvado de la esclavitud, los había guiado a través del desierto y quisieron expresarle su lealtad total como redentor y dador de leyes.

[4] “Haremos y comprenderemos” (Isaac Arama en Akedat Ytzjak).  La palabra shemá puede entenderse como “comprender” al igual que la declaración de Dios en la Torre de Babel: “Entonces bajemos y confundamos su habla allí, de tal forma que no se  comprendan (yshme’u) uno a otro” (Génesis 11:17). De acuerdo a esta explicación, cuando los israelitas ponen ‘hacer’ antes de ‘entender’, estaban  expresando una profunda verdad filosófica. Hay ciertas cosas que solo se comprender al hacer. Solo se comprende el liderazgo al liderar. Solo se comprende la autoría de un texto, escribiendo. Solo se comprende la música escuchando. Leer estos temas en los libros no es suficiente. Así es con la fe. Sólo comprendemos el judaísmo viviendo de acuerdo a sus preceptos. No es posible entender la fe desde afuera. La acción conduce a la comprensión.

Siguiendo esta interpretación, podremos escuchar otra implicancia importante.  Si examinamos cuidadosamente los capítulos 19 y 24 de Éxodo podremos ver que los israelitas aceptaron el pacto tres veces, pero los tres versículos en los que aparecen son significativamente diferentes:

  1. El pueblo, todo junto, le respondió: Haremos (naasé) todo lo que el Señor nos ha dicho. (Éxodo 19:8).
  2.  Cuando Moshé fue y le transmitió al pueblo las palabras del Señor y las leyes, respondieron con una sola voz: “Todo lo que ha dicho el Señor, haremos (naasé).” (Éxodo 24:3)
  3. Entonces (Moshé) tomó el Libro del Pacto y lo leyó a todo el pueblo. Ellos respondieron: “Haremos y escucharemos (naasé ve-nishmá) todo lo que el Señor ha dicho.” (Éxodo 24:7)

Sólo el tercero de estos versículos contiene la frase naasé ve-nishmá, y sólo esta carece de la declaración de unanimidad del pueblo. Los otros dos son enfáticos en decir que el pueblo era como uno: el pueblo “respondió todo junto” y “con una sola voz.” ¿Están conectadas estas diferencias?

Es posible que así sea. En el nivel de naasé, el hecho judío, somos uno. Ciertamente, existen diferencias entre los Ashkenazim y los Sefaradim. En cada generación hay desacuerdos entre los principales poskim, las autoridades halájicas. Eso es así en todo sistema legal. Pobre es la Corte Suprema que no da lugar a opiniones disidentes. Pero esas diferencias son menores comparadas con los acuerdos respecto a lo fundamental de la halajá.

Esto es lo que históricamente unió al pueblo judío. El judaísmo es un sistema legal. Es un código de conducta. Es una comunidad de hecho. Es ahí donde requerimos consenso. Por lo tanto cuando llegamos a los hechos – naasé – los israelitas hablaron “juntos” y en una sola voz.” Pese a las diferencias entre Hillel y Shamai,  Abaye y Rava, Rambam y Rosh, Iosef Caro y R. Moshé Isserles, estamos unidos por la coreografía del hecho judío.

Sin embargo, en el nivel de nishmá, comprensión, no hemos sido llamados a ser uno. El judaísmo ha tenido a sus racionalistas y a sus místicos, filósofos y poetas, estudiosos cuyas mentes estaban firmemente fijadas en la tierra y santos cuyas almas se elevaban hacia los cielos. Los rabinos dijeron que en el Sinaí todos recibieron la revelación a su manera.

“Y todo el pueblo vio” (Éxodo 20:15) los sonidos del sonido y las llamas de las llamas. ¿Cuántos sonidos había y cuántas llamas? El significado es que cada uno escuchó de acuerdo a su poder (de comprender lo experimentado), y esto es lo que quiere decir (Salmo 29:4) “la voz del Señor en poder, la voz del Señor en majestad.”[3]

Lo que une a los judíos, o como debería ser, es la acción, no la reflexión. Hacemos las mismas acciones, pero las comprendemos de manera diferente. Hay acuerdo en cuanto al naasé, pero no con el nishmá. Eso es lo que quiso decir Maimónides en su Comentario sobre la Mishná, que “cuando no hay acuerdo entre los sabios y no se trata de una acción sino solo  establecer una opinión (sevara) no es apropiado hacer de ella una regla halájica a favor de una de las partes.[4]

Eso no significa que el judaísmo no tenga convicciones muy firmes. Las tiene. La formulación más simple – según R. Shimon ben Zemaj Duran y Iosef Albo, y en el siglo XX Franz Rosenzweig – consiste en tres creencias fundamentales: la creación, la revelación y la redención.[5] Los 13 principios de Maimónides elaboran esta estructura básica. Y como he demostrado en mi Introducción al Sidur, estas tres creencias constituyen la estructura del rezo judío.[6]

La Creación significa ver el universo como la tarea de Dios. La Revelación, ver la Torá como la palabra de Dios. La Redención es ver la historia como un hecho de Dios y Su llamado. Pero dentro de estos parámetros generales, debemos cada uno de nosotros encontrar nuestra propia comprensión, guiados por los sabios del pasado, instruidos por nuestros maestros del presente, y encontrando nuestra propia ruta hacia la Divina presencia.

El judaísmo es tema tanto de credo como de hechos. Pero es necesario dar al pueblo un amplio margen en cómo comprenden la fe de nuestros ancestros. La persecución de la herejía no es nuestra actividad más feliz. Una de las grandes ironías de la historia judía es que nadie más que el mismo Maimónides elevó el credo al nivel de dogma normativo halájico, y él mismo resultó ser la primera víctima de su doctrina. En vida, fue acusado de herejía, y después de su muerte sus libros fueron quemados. Estos fueron episodios lamentables.

“Haremos y comprenderemos,” significa: haremos todo de la misma forma; comprenderemos a nuestra propia manera. Yo creo que la acción nos une, dejándonos el espacio para encontrar nuestro propio camino hacia la fe.


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Fuentes

[1] Shabat 88a, Avodá Zara 2b.

[2] Shabat 88a.

[3] Mejilta 20:15b.

[4] Maimónides, Comentario a la Mishná, Sanedrín 10:3.

[5] Ver Menajem Kellner, Dogma in Medieval Jewish Thought (1986); Marc Shapiro, The Limits of Orthodox Jewish Theology (2011) y Changing the Immutable (2015).

[6] “Understanding Jewish Prayer”, Authorised Daily Prayer Book, Collins, 2006, pp. 20-21; The Koren Siddur, Koren Publishers Jerusalem Ltd., 2006, pp. xxxi-xxxii.

Traductores

Carlos Betesh