Traductor: Carlos Betesh
Editor: Ben-Tzion Spitz
En busca del porqué
Bejukotai 5778
Rabino Sacks Bejukotai 5778 [PDF]
Una de las frases de Nietzsche más frecuentemente citadas – en realidad, una de las más mencionadas en tiempos recientes – es su afirmación que “El que tiene un porqué vivir puede soportar casi cualquier cómo.” (1) Si la vida tiene algún sentido, si nuestra propia vida tiene un propósito, si aún hay una tarea para cumplir, entonces hay algo dentro de nosotros que nos da la fortaleza para soportar el sufrimiento y dolor. El llamado del futuro nos ayuda a superar la pena del presente y el trauma del pasado.
Irónicamente, fue Nietzsche mismo el que vio con más claridad que nadie que la pérdida de la fe en Dios podía resultar en la muerte del sentido. Eso es lo que le hace decir a su loco al anunciar la “muerte de Dios.”
Qué fue lo que hicimos cuando desencadenamos la tierra de su sol? Hacia dónde nos movemos ahora? Afuera de todos los soles? No nos estamos cayendo en forma perpetua? Hacia atrás, hacia adelante, de costado, en todas las direcciones? Queda algo del arriba y el abajo? No nos estamos perdiendo como a través de la nada infinita? No sentimos el aliento del espacio vacío? No se ha vuelto más frío? No se está haciendo más y más de noche todo el tiempo? (2)
La nada infinita. El espacio vacío. Un mundo sin Dios es, en última instancia, un universo sin el por qué. Puede tener belleza, grandeza, escala y alcance – pero no sentido.
Casi precisamente lo opuesto le ocurrió, más de doscientos años antes, a uno de los más brillantes matemáticos del siglo XVII, Blas Pascal, que escribió, como anticipándose a Nietzsche, que “el eterno silencio de estos espacios infinitos me aterroriza”. Durante la noche del 23 de noviembre de 1654, Pascal, que entonces tenía 31 años, tuvo una experiencia religiosa que le cambió la vida y que él describe de la siguiente forma: “Fuego. El Dios de Abraham, el Dios de Itzjak, el Dios de Yaakov, no de los filósofos ni de los estudiosos…” y termina citando el Salmo 119.16: “Yo no olvidaré tu nombre. Amén.” Cosió la nota en el saco, y la llevó siempre a todos lados, dedicando el resto de su vida a explorar la fe religiosa.
El Dios de Abraham, Itzjak y Yaakov es el Dios que habla, que llama, que escucha. Los espacios infinitos no están en silencio. Debajo, y más allá de ellos, está la pequeña, suave voz de Dios, y es esto lo que da sentido a la historia y a nuestras vidas individuales. Como escribió el historiador J.H.Plumb: “El concepto de que dentro de la historia misma de la humanidad estaba en juego un proceso que moldearía su futuro…parece haber encontrado su primera expresión entre los judíos. “Para los judíos”, decía Plumb “el pasado se ha transformado en algo más que una colección de cuentos.” se ha convertido en “una parte íntima del destino, y una interpretación del futuro más certera, más absoluta, más abarcadora que cualquier adivinación que pudiera hacerse, tanto por las estrellas o a través de los oráculos.” (3) Los judíos fueron los primeros en encontrar el sentido de la historia. Descubrieron el por qué. Es por eso que pudieron soportar casi cualquier cómo. El judaísmo es la expresión más antigua y profunda de la humanidad como animal que busca y encuentra un sentido.
Estos son, de alguna manera, pensamientos modernos. Pero son centrales de la parashá Bejukotai -si seguimos la interpretación de Maimónides. Bejukotai comienza con las bendiciones que recibirán los israelitas si permanecen fieles a su misión y al pacto con Dios. Después se detallan las maldiciones que vendrán en caso de desobediencia. Son extensas, aterrorizantes e implacables – aunque terminen, como efectivamente ocurre, con una nota de consolación, “Pero, pese a todo esto, cuando estén en la tierra de sus enemigos, no los odiaré ni los rechazaré como para destruirlos y romper Mi pacto con ellos; porque Yo soy el Señor su Dios.” (Lev. 26: 44) Cómo hemos de interpretar la bendición y la maldición?
La palabra clave de las maldiciones es keri. Esa palabra aparece siete veces – y en ningún otro lugar de todo el Tanaj. El principio básico está claro: Si actúas conmigo con keri – dice Dios – Yo lo haré hacia ti con keri.” Pero el significado de la palabra no está claro. Las diversas traducciones la citan como rebeldía, obstinación, indiferencia, insensibilidad y reticencia.
Maimónides, sin embargo, lo asocia con la palabra mikreh que significa “por azar.” Él interpreta todo el pasaje como: si tú te comportas como si la historia fuera un simple azar, no por la providencia Divina, entonces, dice Dios, te dejaré librado al azar. El resultado será que Israel – una pequeña nación puesta en el medio de un entorno altamente hostil, entonces y ahora – eventualmente será derrotada, devastada y quedará cerca de la destrucción.
Esta es una lectura notable y apunta a una distinción que a veces olvidamos: entre el castigo Divino por un lado, y el retiro de la Providencia Divina por el otro – lo que la Torá llama “ocultar la cara” de Dios. (4) Cuando Dios castiga, Él lo hace a los culpables. Pero cuando Dios “oculta su cara”, aún los inocentes pueden sufrir.
Dios oculta Su cara del hombre cuando éste oculta su cara de Dios. Es así como entiende Maimónides la parashá, y es llamativamente similar a la frase de Nietzsche de la “muerte de Dios.” Cuando Dios está eclipsado, todo lo que resta es la “nada infinita” y el “espacio vacío.” El que muere no es Dios sino el hombre, el animal que busca el sentido. En su lugar, como supo Nietzsche, aparece el animal que busca poder. De ahí hay un corto camino al nihilismo y la barbarie.
Ser judío es tener la fe en que nuestro individualismo vive y nuestra historia colectiva tiene un sentido. Dios está ahí aunque no lo podamos percibir. Él nos escucha aun cuando no Lo podamos escuchar. Esa es la bendición. Le dio a nuestro pueblo el coraje para sobrevivir a los peores castigos que pueden caer sobre un pueblo. Es lo que nos da a nosotros, como individuos, la fortaleza para atravesar “las hondas y las flechas de la fortuna atroz.” Perder esa fe es perder la fortaleza. Estamos librados “al azar.” Esa es la maldición. El azar no es benévolo sino ciego. La maldición no es castigo, sino consecuencia.
De ahí la idea que cambia la vida: busca un sentido y descubrirás fortaleza. La vida no es mikreh, mero azar. Es una historia de la cual tú formas parte, una pregunta de la cual eres la respuesta, un llamado al celular de tu alma. Ese es el destino colectivo del pueblo, dentro del cual cada uno de nosotros tiene un propósito específico e individual. Encuéntralo y tu porqué te conducirá a través de cualquier cómo. O como dijo Jordan Peterson: “El sentido es el Camino, la senda de la vida más abundante, el lugar donde vives cuando estás guiado por el Amor y la Verdad, cuando nada de lo que desees o quieras posiblemente obtener, tome precedencia sobre precisamente eso.” (5) Dice su Regla 7: Persigue lo que tiene sentido, no lo que es conveniente.
Para todo hay un sentido. No siempre nos dice: este es el motivo por el cual tal cosa ocurrió. Algunas veces dice que ya que tal cosa ocurrió, esto es lo que debes hacer. Una vez que encontramos el porqué, hasta una maldición puede transformarse en bendición. Sin el por qué hasta una bendición puede ser maldición. Así que busca el por qué y el resto seguirá: fortaleza, logros, paz.
- La cita precisa , de la sección ‘Máximas y Flechas’ del Crepúsculo de los Ídolos es: “Si poseemos nuestro por qué de la vida podemos soportar casi cualquier cómo.” Nietzsche, Crepúsculo de los Ídolos y el Anticristo, traducido por R.J.Hollingdale, Penguin, 2003, 33. La ironía es que la persona que más hizo para popularizar esa frase fue Viktor Frankl, un sobreviviente de Auschwitz. Sobre el antisemitismo de Nietzsche ver Robert C. Holub, Nietzsche’s Jewish Problem, Princeton University Press, 2016.
- Friedrich Nietzsche, The Gay Science, traducido por Walter Kaufmann, Vintage Books, 1974,181.
- H.Plumb, The Death of the Past, Pelican, 1973, 56-7.
- Ver Deuteronomio 31: 18.
- Jordan B. Peterson, 12 Rules for Life: an antidote to chaos, Allen Lane, 2018,201