Traductor: Carlos Betesh
Editor: Ben-Tzion Spitz
El camino más largo, más corto
Beshalaj 5778
Rabino Sacks Beshalaj 5778 [PDF]
Al final de su nuevo libro, Tribe of Mentors, Timothy Ferris cita la siguiente poesía de Portia Nelson. Se llama ‘Autobiografía de cinco capítulos cortos’:
Capítulo 1: Camino por la calle. Hay un pozo profundo en la vereda. Me caigo. Estoy perdido…Estoy indefenso. No es culpa mía. Me lleva una eternidad encontrar una salida.
Capítulo 2. Camino por la misma calle. Hay un pozo profundo en la vereda. Hago de cuenta de que no lo veo. Me caigo nuevamente. No puedo creer que esté en el mismo lugar. Pero no es culpa mía. Aún me lleva mucho tiempo salir.
Capítulo 3. Camino por la misma calle. Hay un pozo profundo en la vereda.Veo que está ahí. Y todavía me caigo…es un hábito…pero mis ojos están abiertos. Sé donde estoy. Es culpa mía. Salgo inmediatamente.
Capítulo 4. Camino por la misma calle. Hay un pozo profundo en la vereda. Lo bordeo.
Capítulo 5. Camino por otra calle.
Es como la vida de muchos de nosotros. Seguramente lo fue para mí. Salimos confiados en saber adónde vamos, sólo para confirmar que raras veces es tan simple. “La vida” dijo John Lennon, “es lo que pasa cuando estamos haciendo otros planes.” Caemos en pozos. Cometemos errores. Después volvemos a hacerlo. Eventualmente los evitamos, pero entonces quizás tengamos la creciente sospecha de que nos equivocamos de camino desde el comienzo. Si tenemos suerte, encontraremos otro camino.
De ahí el inicio de la parashá de esta semana:
Cuando el Faraón dejó salir al pueblo, éste no fue conducido por el camino de los filisteos, aunque era más próximo, pues Dios dijo: “No vaya a ser que el pueblo cambie de opinión cuando se enfrente con la guerra y retorne a Egipto. Entonces Dios condujo al pueblo por un camino indirecto por la vía del desierto hasta el mar Rojo…”(Ex. 13: 17-18).
Este es en realidad un texto bastante difícil de entender. En sí mismo tiene bastante sentido. Dios no quiso que el pueblo librara batallas de inmediato contra las siete naciones de Canaan ya que, como esclavos recientemente liberados, no estaban preparados psicológicamente para la guerra. Sabemos ahora que además había un factor adicional. Había fortalezas egipcias en varios puntos a lo largo del camino costero hacia Canaan, por lo que los israelitas se enfrentarían con ellos antes de llegar a la tierra.
Hay sin embargo, tres hechos que necesitan ser tomados en cuenta. Primero, la Torá dice que Dios “endureció el corazón del Faraón” (Ex.14: 4), llevándolo a perseguir a los israelitas con una dotación de seiscientos carruajes. Esto desmoralizó tanto a los israelitas que exclamaron “No había suficientes tumbas en Egipto que tuviste que traernos aquí para morir en el desierto?…Hubiera sido mejor ser esclavos en Egipto que morir en el desierto” (Ex. 12: 11-12). Por qué hizo Dios que el Faraón persiguiera a los israelitas si no quería que pensaran en retornar? Tendría que haber hecho que la primera etapa de la travesía fuera lo menos exigente posible.
En segundo lugar, el pueblo efectivamente se encontró con la guerra mucho antes de estar bien cerca de la tierra de Canaan. Ocurrió casi inmediatamente después de cruzar el Mar Rojo, cuando fueron atacados por los amalekitas (Ex. 17: 8). Lo extraño es que cuando tuvieron que librar las batallas por sus propios medios, sin ninguna intervención milagrosa de Dios, no manifestaron temor alguno. Inspirados por Moshé, alzaron las armas, pelearon y ganaron (Ex. 17: 10-13).
Tercero, la ruta alternativa no pudo evitar el informe de los espías. Aterrorizados por contemplar la fuerza de la población nativa y la sólida fortificación de sus ciudades, dijeron: “Elijamos un (nuevo) líder y volvamos a Egipto” (Num. 14: 4).
Parece ser por lo tanto, que la ruta alternativa que eligió Dios para conducir a los israelitas no estaba destinada a evitar que deseen volver, sino más bien para impedir que retornen. Conducir al pueblo milagrosamente a través del Mar Rojo, fue como el caso de Julio César cruzando el Rubicón o de Hernán Cortés quemando las naves antes de la conquista de los aztecas. Hizo que la vuelta atrás fuera imposible. Cualquiera que fueran sus dudas o temores, los israelitas no tuvieron elección alguna. Debían seguir adelante, aun cuando al final tardaron cuarenta años y una nueva generación para llegar a destino.
Lo que esto significó para los judíos aún desde los albores de su historia como nación, fue que tuvieron que aprender que los logros perdurables llevan tiempo. No se puede llegar nunca por el camino más corto. Gracias al trabajo de Anders Ericsson, popularizado por Malcolm Gladwell, sabemos que llegar a la grandeza en muchas áreas lleva unas 10,000 horas de práctica (1). La historia de tantas naciones nacidas después de la Segunda Guerra Mundial y el fin del imperio, nos muestran que no se puede crear una democracia por decreto de las Naciones Unidas, ni la libertad por la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Aquellos que intentan enriquecerse rápidamente muchas veces descubren que su riqueza es como la calabaza de Jonás: aparece a la noche y desaparece al día siguiente. Cuando se trata de cortar camino, es posible encontrarse, como el poeta, caído dentro de un pozo.
El Talmud nos cuenta la historia del Rab Yehoshua ben Hanania que le preguntó a un joven sentado en la bifurcación de un camino: “Cuál es la ruta a la ciudad?” El joven apuntó a una de ellas y dijo “Este camino es corto pero largo. El otro es largo pero corto.” Yehoshua optó por el primero, llegando rápidamente a la ciudad, pero vio que estaba bloqueado por jardines y árboles frutales. Volvió entonces al joven y le preguntó: “No me dijiste que ese era el camino más corto?” “Así es.” dijo el joven, “pero también le advertí que era largo” (2) Es mejor tomar el camino más largo que eventualmente te llevará a tu destino que el más corto que parece mejor pero no lo es.
El mundo actual está repleto de libros, videos y programas que prometen abreviar el tiempo para casi cualquier logro, desde bajar de peso hasta riqueza, fama y éxito. La idea que cambia la vida, simbolizada por el camino que Dios eligió para los israelitas cuando salieron de Egipto, es que no hay atajos.
El camino largo es el más corto; el corto es largo. Mejor saber desde el comienzo que el camino va a ser largo, que el trabajo va a ser duro, y que habrá muchos inconvenientes y desvíos. Se requerirá valentía, resiliencia, resistencia y tenacidad. En lugar de la nube que guíe el camino, se necesitará el consejo de los conocedores y el aliento de los amigos. Pero el camino es fascinante, y no hay otra vía. Cuanto más difícil es, más fortalece.
- ver Anders Ericsson, Peak, secrets from the new science of expertise, Mariner, 2017; Malcolm Gladwell, Outliers, Little, Brown, 2013. Naturalmente, como muchos lo han señalado, esto no es válido en todas las áreas ni es el único factor relevante.
- Eruvin 53b