Traductor: Carlos Betesh
Editor: Ben-Tzion Spitz
Por qué amaba Itzjak a Esav?
Toldot – 3 de diciembre, 2016 / 3 Kislev 5777
Rabino Sacks Toldot 5777 [PDF]
Aun antes de nacer, Yaakov y Esav luchaban en la matriz. Como si estuvieran destinados a ser eternos adversarios. No solo eran distintos de carácter y aspecto, sino que también lo eran en cuanto al afecto de los padres.
Los jóvenes crecieron, y Esav se transformó en hábil cazador, hombre de campo abierto, mientras que Yaakov era callado y habitaba las carpas. Itzjak, que gustaba de la caza, amaba a Esav, pero Rebeca amaba a Yaakov. (Gen: 25: 27-28).
Sabemos por qué Rebeca amaba a Yaakov. Antes de que nacieran los mellizos, los dolores de Rebeca eran tan grandes que “fue a preguntarle al Señor.” Y esto es lo que El le dijo:
“Dos naciones hay en tu matriz, y dos pueblos dentro de ti serán separados; un pueblo será más fuerte que el otro, y el mayor servirá al menor.” (Gen. 25: 23)
Parecía que Dios estaba diciendo que el más joven prevalecería y llevaría a cabo el peso de la historia, y por eso era el más joven, Yaakov, a quien ella amaba. Pero en tal caso, por qué amaba Itzjak a Esav? Acaso no conocía el oráculo de Rebeca? Ella no le había contado? Además, no sabía que Esav era salvaje e impetuoso? Realmente, podemos tomar en forma literal que Itzjak amaba a Esav porque “gustaba de la carne de animales salvajes,” como si sus afectos estuvieran guiados por el estómago, por el hecho de que su hijo mayor le proveía de la carne de caza que tanto le gustaba? Seguramente que no, sobre todo cuando el futuro del pacto estaba en juego.
La respuesta clásica, brindada por Rashi, se concentra literalmente en el texto. Esav, dice la Torá, “sabía cómo atrapar (yode’a tzayid).” Itzjak lo amaba “porque el atrapar estaba en su boca (ki tzayid bevif).” Esav, dice Rashi, lo atrapó a Itzjak por su boca. Este es el comentario de Rashi sobre la frase “sabía cómo atrapar”:
Sabía cómo atrapar y engañar a su padre con la boca. Él le preguntaba, “Padre, como es el diezmo de la sal y la paja?” haciéndole creer al padre que observaba estrictamente los preceptos. (Rashi a 25: 27) Esav sabía perfectamente que la sal y la paja no requieren diezmos, pero preguntaba para dar la impresión de que era un observante estricto. De ahí el comentario de Rashi sobre la frase que Itzjak lo amaba “porque atrapar estaba en su boca”:
La explicación midráshica es que había engaño en la boca de Esav, que atrapaba a su padre y lo engañaba con sus palabras. (Rashi a 25: 28)
El Maguid de Dubnow agrega un comentario perspicaz de por qué Itzjak, y no Rebeca, fue el engañado. Rebeca creció con el astuto de Laban. Percibía el engaño cuando lo veía. Itzjak, por el contrario, creció con Abraham y Sara. Conoció sólo la honestidad total y era fácilmente engañable. (Bertrand Russell comentó en una oportunidad sobre el filósofo G. E. Moore que sólo en una ocasión lo escuchó decir una mentira: fue cuando le preguntó a Moore si alguna vez había mentido, y Moore le contestó: “sí”.)
O sea que la versión clásica es que Itzjak amaba a Esav porque no sabía quién era ni qué era. Pero hay otra respuesta posible: que Itzjak amaba a Esav precisamente porque sabía qué era.
Al comienzo del siglo XX alguien le llevó al gran Rabino Avraham Itzjak Kook, el primer rabino ashkenazí del pre-Estado de Israel, el siguiente dilema: un hombre le había dado a su hijo una buena educación judía. Siempre observó los preceptos en el hogar. Sin embargo, su hijo se alejó del judaísmo. Ya no cumplía con las ordenanzas, ni se identificaba como judío. Qué debía hacer el padre?
“Lo amabas cuando era religioso?” le preguntó el Rav. “Por supuesto”, contestó el padre. “Entonces”, siguió Rav Kook, “ahora ámalo aún más.” A veces el amor logra lo que no puede ninguna admonición. La Torá puede decirnos que Itzjak era cualquier cosa, menos ciego a la verdadera naturaleza de su hijo mayor. Pero si uno tiene dos hijos, uno bien educado y el otro con posibilidad de terminar mal, cuál es el que va a merecer mayor atención? A cuál será necesario dedicar más tiempo?
Es posible que Itzjak amara a Esav, no ciegamente, sino con los ojos bien abiertos, sabiendo que vendrían tiempos en que su hijo mayor le traería penas, pero sabiendo también que la responsabilidad moral de la paternidad obliga a no desesperar, ni negar, al hijo díscolo.
Tuvo el amor de Itzjak algún efecto sobre Esav? Si y no. Está claro que había un vínculo, una conexión especial entre Esav e Itzjak. Esto fue reconocido por algunos sabios:
Rabí Shimon ben Gamliel dijo: no hubo hombre que honrara a su padre más que yo, pero vi que Esav honró a su padre aún más. (Debarim Rabá 1: 15)
Rabí Shimon dedujo esto del hecho de que generalmente la gente honra a sus padres vistiendo ropas comunes, guardando la mejor vestimenta para salir. Esav, en cambio guardaba sus mejores ropas para servir a su padre la carne que había salido a cazar. Fue por eso que Yaakov pudo vestirse con esa ropa cuando Esav había salido a cazar. (27: 14).
Encontramos más adelante en la Torá que Dios prohíbe a los israelitas alzarse en guerra contra los descendientes de Esav. Le dice a Moshé:
Dale al pueblo estas órdenes: “Están por pasar a través del territorio de vuestros hermanos, los descendientes de Esav, que viven en Seir. Ellos los temerán, pero sean ustedes muy cuidadosos. No provoquen la guerra, porque Yo no les daré nada de la tierra de ellos, ni como para que puedan colocar un solo pie en la misma. Yo le he dado a Esav la tierra montañosa de Seir como propia. (Deut. 2: 4-5)
Y más tarde aún, Moshé ordena a los israelitas:
No odies a un edomita (descendiente de Esav), porque es tu hermano. (Deut. 23: 8)
Los sabios percibieron estas indicaciones como una recompensa a Esav por la forma en que honró a su padre.
Entonces, tenía razón o no Itzjak en amar a Esav? Él también amó a su padre, pero siguió siendo Esav, el cazador, el hombre del campo, no el hombre que pudiera llevar adelante el exigente pacto con el Dios invisible y los sacrificios espirituales que implicaba. No todos los hijos siguen el camino de los padres. Si ésa era la intención de Itzjak, que Esav lo siguiera, entonces fracasó.
Pero hay fracasos honorables. Amar a los hijos, independientemente de lo que ulteriormente resulten, es un ejemplo de ello, pues seguramente es así como Dios nos ama a nosotros.