Anti-Sionismo es Anti-Semitismo
(Rabino Sacks escribe para Newsweek)
abril 4 2016
Traducido por Sara Winkowski
Judaismo y Tora Moralidad y Ética No en el nombre de Dios Religión y Espiritualidad Sociedad y Comunidad El Pueblo Judío e Israel
El 27 de marzo, en una entrevista con el Sunday Times, el ex Arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, manifestó su preocupación por el creciente antisemitismo en los campus de las universidades británicas. Nos preocupa, dijo, lo que parece ser una repetición de la Alemania de los años 30′. Dos días más tarde, Chris Bryant, líder sombra de la Cámara de los Comunes y decano del partido laborista británico advirtió en The Times, que la izquierda estaba cuestionando cada vez más el derecho de Israel a existir, de hecho, “una forma no muy sutil de antisemitismo.”
Los judíos se van de Europa. Una investigación de la Agencia de la Unión Europea para los Derechos Fundamentales realizada en el año 2013 mostraba que por el creciente antisemitismo casi la tercera parte de los judíos europeos están pensando en emigrar, cifras que llegan al 46% en Francia y al 48% en Hungría.
No es un problema sólo de Europa. Un estudio de la Universidad Brandeis entre estudiantes universitarios norteamericanos judíos encontró que el 75% había estado expuesto a una retórica antisemita. Un tercio denunció incidentes de acoso por ser judíos. En los campus universitarios aumentan los actos intimidatorios durante la semana de “Israel Apartheid” o por la campaña de BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) contra Israel. Eventos que se han convertido en lo que era la Pascua en la Edad Media, el momento para atacar a los judíos.
Evidentemente algo pasa, ¿pero qué? Muchos en la izquierda argumentan que se les acusa injustamente. Dicen que no están en contra de los judíos, sino que simplemente se oponen a la política del Estado de Israel. Evidentemente es cierto, la crítica al gobierno israelí no significa ser anti-semita. Tampoco el movimiento de BDS es inherentemente anti-semita. Mucho de quiénes lo apoyan están realmente preocupados por los derechos humanos. Sin embargo, representa una fachada para el anti-semitismo, una alianza no sacra entre el islamismo radical y la política de izquierda.
¿Qué es entonces el anti-semitismo? No es un conjunto coherente de creencias sino un conjunto de contradicciones. Antes del Holocausto se odiaba a los judíos porque eran pobres y porque eran ricos, porque eran comunistas y porque eran capitalistas, porque se cerraban al resto de la comunidad y porque se infiltraban por todas partes, porque se aferraban tenazmente a antiguas creencias religiosas, y porque eran cosmopolitas desarraigados que no creían en nada.
El anti-semitismo es un virus que sobrevive a través de las mutaciones. En la Edad Media se odiaba a los judíos por su religión. En los siglos XIX y XX se les odiaba por su raza. Hoy en día se les odia por su nación-estado, Israel. El anti-sionismo es el nuevo anti-semitismo.
También cambió la forma de legitimar. A través de la historia, cuando se quería justificar el anti- semitismo se recurría a la autoridad culturalmente más importante. En la Edad Media era la religión. Luego de la “era de las luces en Europa” fue la ciencia. Actualmente son los derechos humanos. Por esa razón a Israel, que es la única democracia que funciona plenamente en el Medio Oriente, con libertad de prensa y con un sistema judicial independiente, se le acusa permanentemente de los cinco crímenes contra los derechos humanos: racismo, apartheid, crímenes contra la humanidad, limpieza étnica e intento de genocidio. Es el libelo de sangre de nuestro tiempo.
El anti-semitismo es un clásico ejemplo de lo que el antropólogo René Girard percibe como la forma primaria de la violencia humana: el chivo expiatorio. Cuando algo malo sucede en un grupo, se pueden plantear dos preguntas: “¿Qué hicimos mal?” o “Quién es el culpable?” El destino de todo el grupo depende de lo que elijan.
Si se pregunta “¿Qué hicimos mal?”, comienza una auto-crítica elemental en toda sociedad libre. Si se pregunta “¿Quién es el culpable?” se definen como víctima. Comenzarán a buscar un chivo expiatorio, el culpable de todos los problemas. En general siempre fueron los judíos.
Hoy el argumento es el siguiente: Después del Holocausto toda persona de bien tiene que oponerse al nazismo. Los palestinos son los nuevos judíos. Los judíos son los nuevos nazis. Israel constituye el nuevo crimen contra la humanidad. Por tanto toda persona de bien tiene que oponerse al Estado de Israel, y dado que todos los judíos son sionistas, tenemos que oponernos a los judíos. El argumento es totalmente equivocado. Los que murieron en los ataque terroristas en Toulouse, Paris Bruselas y Copenhagen fueron judíos, no israelíes.
El anti-semitismo es una forma de fracaso cognitivo. Reduce los problemas complejos a simplicidades. Divide al mundo entre blanco y negro, entiende que sólo un lado es culpable y el otro es víctima. Culpabiliza a un grupo entre cientos de culpables. Silencia el disenso y nunca hace una auto-crítica. El argumento es siempre el mismo. Nosotros somos inocentes; ellos son los culpables. Sigue el concepto de que si nosotros, cristianos y miembros de la raza aria o musulmanes hemos de ser libres, hay que destruirlos a ellos, los judíos o al Estado de Israel. Así es como comienzan los grandes crímenes.
A los judíos se les odia porque son diferentes. Eran la minoría no cristiana más visible en la Europa cristiana antes de la guerra mundial. Hoy son una presencia visible no musulmana en el medio oriente islámico. El antisemitismo siempre representó la incapacidad de un grupo para aceptar al diferente. Ningún grupo que adopte esta posición va a crear una sociedad libre.
El odio comienza con los judíos y nunca termina con los judíos. En un mundo lleno de odios por las divisiones religiosas, las personas de todas las creencias y las ateas deben unirse, no sólo para terminar con el anti-semitismo, sino también para asegurar la defensa de las minorías donde quieran que estén.
La historia juzgará como enfrentaremos este desafío. No podemos fallar.