Comentario del Rabino Jonathan Sacks, traducido del ingles por Ana Barrera.
Editor: Marcello Farias
Vayeji 5774 – Sobreviviendo al fracaso
El libro de Bereshit termina con una sublime nota de reconciliación entre Yosef y sus hermanos. Sus hermanos estaban asustados de que él no los hubiera perdonado realmente por haberlo vendido a la esclavitud. Ellos sospechaban que él estaba meramente retrasando su venganza hasta que su padre muriera. Entonces después de la muerte de Jacob ellos expresaron su miedo. Sin embargo Yosef insistió:
“No estén asustados. ¿Estoy acaso en el lugar de Dios? Ustedes tuvieron la intención de lastimarme, pero Dios tuvo la intención de hacerlo por el bien de cumplir lo que ahora se ha hecho, la salvación de muchas vidas. Entonces, no estén asustados. Yo proveeré para ustedes y para sus hijos.” Y él les tranquilizó hablándoles gentilmente. (Gen. 50: 19-21)
Esta es la segunda vez que él (Yosef) ha dicho algo así a sus hermanos. Anteriormente les había hablado similarmente cuando se descubrió – que el hombre que ellos pensaron era un Virrey egipcio llamado Zophenat Paneakh – era de hecho su hermano Yosef.
“¡Soy su hermano Yosef, al que vendieron a Egipto! Y ahora, no estén preocupados y no estén enojados con ustedes mismos por venderme aquí, porque fue para salvar vidas, que Dios me envió delante de ustedes. Por dos años ya hemos tenido hambruna en la tierra, y por los siguientes cinco años no podremos arar o cosechar. Pero Dios me envió delante de ustedes para preservar un remanente de tierra y salvar sus vidas por una gran liberación. Entonces, no fueron ustedes los que me enviaron aquí, sino Dios.” (Gen. 45: 3-8)
Este es un momento crucial en la historia de la fe. Marca el nacimiento del perdón, el primer momento registrado en el que una persona perdona a otra por el mal que ha hecho. Pero también establece otro principio importante: la idea de la divina providencia. La historia no es lo que Joseph Heller llamó “una bolsa de basura de coincidencias al azar que volaron en el viento”. Tiene un propósito, un punto, una trama. Dios está trabajando tras bambalinas. “Hay una divinidad que forma nuestro fin”, dice Hamlet, “sin embargo a menudo metemos la pata.”
La grandeza de Yosef era que él sentía esto. Nada en su vida, que él ahora sabía, había sucedido por accidente. La trama de matarlo, su venta como esclavo, las falsas acusaciones de la esposa de Potifar, su tiempo en prisión, y su decepcionada esperanza en que el mayordomo jefe pudiera recordarlo y asegurar su liberación – todos estos eventos que pudieron haberlo echado hacia las profundidades de la desesperación, lo convirtieron en retrospectiva en pasos necesarios en el viaje que eventualmente lo convirtieron en el segundo al mando en Egipto y en la única persona capaz de salvar a todo el país – así como a su propia familia – de morir de hambre en los años de hambruna.
Yosef tenía en doble medida uno de las necesarias virtudes de un líder: la habilidad de seguir adelante a pesar de la oposición, la envidia, las falsas acusaciones y repetidos reveses.
Cada líder que defiende cualquier cosa enfrentará oposición. Esta puede ser un genuino conflicto de intereses. Un líder elegido para hacer una sociedad más equitativa seguramente ganará el apoyo de los pobres y el antagonismo de los ricos. Uno elegido para reducir el peso de los impuestos hará lo contrario. No puede ser evadido. Política sin conflicto es una contradicción en términos.
Cualquier líder elegido para cualquier cosa, o más amado o talentoso que otros, enfrentará envidia. Los rivales dirán, “¿Por qué no fui yo?” Eso es lo que Koraj pensó sobre Moisés y Aarón. Es lo que los hermanos pensaron sobre Yosef cuando ellos vieron que su padre lo amaba más que a ellos. Es lo que Antonio Saliere pensó sobre el más talentoso Mozart de acuerdo a la obra de Peter Shaffer, Amadeus.
En cuanto a las falsas acusaciones, han ocurrido muy a menudo en la historia. Juana de Arco fue acusada de herejía y quemada en la hoguera. Un cuarto de siglo después fue póstumamente declarada inocente por una investigación oficial de la corte. Más de veinte personas fueron enviadas a la muerte como resultado de los juicios de Brujas de Salem en 1692–3. Años después, mientras su inocencia se empezaba a percibir, un sacerdote presente en los tribunales, John Hale, admitió. “Tal era la oscuridad de ese día….que caminamos en las nubes, y no podíamos ver nuestro camino”. La más famosa falsa acusación de los tiempos modernos fue el juicio contra Alfred Dreyfus, un oficial francés de origen judío acusado de ser un espía alemán. El asunto sacudió a Francia durante los años 1894 y 1906 hasta que Dreyfus fuera finalmente absuelto.
Los contratiempos también son parte de la historia de vida de los más exitosos. La primera novela de J.K Rowling fue rechazada por los primeros 12 publicistas a los que la envió. Otro escritor de libros sobre niños sufrió veintiún rechazos. El libro se llamaba “El Señor de las Moscas” y su autor, William Golding, fue eventualmente premiado con el Nobel de Literatura.
En sus famoso comienzo del discurso que dio en la Universidad de Stanford, el fallecido Steve Jobs contó la historia de tres golpes de destino que formaron su vida: dejar la universidad, haber sido despedido de Apple, la compañía que él fundó, y haber sido diagnosticado con cáncer de páncreas. En lugar de derrotarse por estos eventos, él los convirtió todos hacia un uso creativo.
Por veintidós años yo viví cerca de Abbey Road, al Norte de Londres, donde un famoso grupo pop grabó todos sus éxitos. En la primera audición, ellos actuaron para una compañía de discos que les dijo que las bandas de guitarras estaban “en camino a terminar”. El veredicto sobre su actuación (en enero de 1962) fue: “The Beatles no tienen futuro en el negocio del show”
Todo esto explica la gran observación de Winston Churchill “el éxito es la habilidad de ir de un fracaso a otro sin perder el entusiasmo”.
Es posible que lo que sostiene a gente a través de repetidos contratiempos es creer en ellos mismos, o completa tenacidad, o falta de alternativas. Aunque, lo que sostuvo a Yosef, fue su visión hacia la Divina providencia. Un plan se desplegaba cuyo final él podía tenuemente discernir, pero en algún punto parece haberse dado cuenta que él era uno de los personajes en un drama mucho más grande que todas las cosas malas que le habían pasado y que éstas eran necesarias si tenía la intención de que ocurriera el resultado. Como había dicho a sus hermanos, “No fueron ustedes los que me mandaron aquí, sino Dios.”
La voluntad de dejar que los eventos se den a sí mismos de acuerdo con la providencia, entender que somos no más que los co-autores de nuestras vidas, permitieron a Yosef sobrevivir sin resentimientos sobre el pasado o desesperación en afrontar el futuro. Confiar en Dios le dio una fuerza inmensa, que es lo que nosotros necesitaremos si nos vamos a atrever a la grandeza. Cualquier malicia que otras personas alberguen contra nosotros – y entre más exitoso que seas, más malicia habrá – si podemos decir “Tú tienes la intención de lastimarme, pero Dios tiene la intención de que sea para bien”, nosotros sobreviviremos, con nuestra fuerza intacta, nuestra energía sin disminuir.