Edición Familiar: Discusión en aras del cielo (Koraj 5779)

EDICION FAMILIAR: DISCUSIÓN EN ARAS DEL CIELO (KORAJ 5779)

Convenio y Conversación: Edición Familiar es una iniciativa nueva y emocionante de La Oficina del Rabino Sacks para 5779. Escrita como un acompañamiento al ensayo semanal Convenio y Conversación del Rabino Sacks, la Edición Familiar tiene como objetivo conectar a los niños mayores y adolescentes con sus ideas y pensamientos sobre la parashá.

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Esta Edición Familiar es una guía al ensayo principal de Convenio y Conversación para Koraj 5779 que puedes leer aquí.

La historia de la rebelión de Koraj fue un desafío devastador para el liderazgo de Moshé. Como remarca Ramban, sólo pudo ser posible porque después del pecado de los espías y el castigo resultante – que la generación que dejó Egipto no viviría para entrar a la Tierra – el pueblo estaba amargamente decepcionado. En base a este malestar y las esperanzas destruidas, Koraj juntó una plebe de agitadores – algunos de su propia tribu, algunos de la tribu de Reubén, y otros que tenían otras posiciones de liderazgo – y desafió el liderazgo de Moisés y Aarón. La rebelión falló – la tierra se abrió y se tragó a los líderes del levantamiento – pero aún las quejas del pueblo continuaron. Sólo terminaron cuando la vara de Aarón, la única entre las varas de las otras tribus, floreció y dio como frutos almendras, un mensaje de resolución de un conflicto en forma pacífica. La parashá termina con una sección legal detallando los deberes de los Sacerdotes y los Levitas y las ofrendas que les deben dar el resto de la gente.

La rebelión de Koraj fue diferente de las otras quejas y revueltas que Moisés enfrentó durante los años en el desierto. No surgió de un problema que los israelitas enfrentaron, tal como la falta de comida o de agua, o un camino a través del mar, o tener que luchar una batalla contra los gigantes. Fue un ataque personal a Moshé y a Aarón. Koraj y sus rebeldes aliados acusaron a Moshé de favoritismo, de fracaso, de ser un fraude – tomar decisiones para su propio beneficio, en el nombre de Dios.

Esta discusión fue tan grave que se convirtió en el ejemplo clásico de los sabios de la peor clase de desacuerdo – una discusión “no en aras del Cielo”. Lo opuesto a esto es una discusión en aras del Cielo, y el ejemplo clásico que dan los sabios son las discusiones entre Hillel y Shammai (Mishná Avot 5:17).

Meiri (que vivió en España en el Siglo 13) explica la diferencia entre ellos en esta forma: “Hillel y Shammai discutían motivados por el deseo de descubrir la verdad, no por contradecir al otro o solo por el hecho de ganar una discusión… pero Koraj y sus seguidores atacaron a Moshé por celos y el deseo de victoria.” En otras palabras, el primer tipo de discusión es una discusión en aras de la verdad y el segundo una discusión en aras de la victoria.

Esto se vuelve obvio cuando notas la diferencia entre lo que los rebeldes dijeron y lo que realmente buscaban. Lo que dijeron fue que el pueblo no necesitaba líderes, porque todos eran santos. Todos habían oído la palabra de Dios. Por lo tanto, no debería haber líderes de mayor rango o santidad dentro de Israel. “¿Por qué entonces se han erigido por encima de la asamblea del Señor? (Números 16:3). Pero a través de la respuesta de Moshé, queda claro que él sabía que ellos deseaban algo completamente diferente. Él respondió: “¡Ahora escuchen, ustedes Levitas! ¿No es suficiente para ustedes que el Dios de Israel los haya separado del resto de la comunidad de Israel y los haya traído cerca de Él para hacer el trabajo en el Tabernáculo del Señor y para pararse delante de la comunidad y servirles como ministros? … pero ahora ustedes están tratando de conseguir también el Sacerdocio” (Números 16:8-10).

Moshé sabía que en realidad ellos no querían una comunidad sin líderes. En lugar de eso ellos querían ser los líderes. El discurso de Koraj nada tenía que ver con encontrar la verdad, sino que lo que quería era honor personal, status y poder.

PREGUNTAS PARA PENSAR

  1. ¿Cuál es la diferencia entre una discusión en aras del Cielo y una discusión que no es en aras del Cielo?
  2. ¿Qué quería realmente Koraj? ¿Qué crees que buscaban Hillel y Shammai cuando discutían?
  3. ¿Puedes pensar en ejemplos de ambos tipos de discusiones en tu propia vida?

Cuenta una historia en el Talmud (Eruvin 13b) que durante tres años Bet Shammai y Bet Hillel (los estudiantes de Shammai y Hillel) discutieron sobre un asunto de halajá, sin poder convencer al otro para que cambiara de opinión. Bet Shammai dijo “la halajá sigue nuestra opinión” y Bet Hillel dijo “la halajá sigue nuestra opinión”. Eventualmente, se oyó una voz del cielo anunciando: “Tanto esta opinión como la otra son las palabras del Dios viviente. Pero la halajá sigue la opinión de Bet Hillel”. El Talmud entonces pregunta “Si Dios declara que tanto esa como esta son las palabras del Dios viviente, ¿por qué la halajá sigue la opinión de Bet Hillel?” Se da la siguiente explicación: los seguidores de Hillel eran amables y pacientes, trataban a todos con respeto, y cuando enseñaban la halajá enseñaban las enseñanzas de Bet Shammai, así como sus propias enseñanzas. De hecho, cuando presentaban su propia posición en un debate entre las enseñanzas de Hillel y Shammai, daban prioridad a las enseñanzas de Shammai, enseñando esta posición antes que la suya.

PREGUNTAS PARA PENSAR

  1. ¿Cómo es posible que las posiciones de Hillel y de Shammai sean las palabras del Dios viviente si se contradicen entre ellas?
  2. Si ambas posiciones son correctas. ¿Por qué Dios necesita anunciar un ganador?

La primera respuesta de Moshé fue proponer una simple prueba. Que los rebeldes traigan una ofrenda de incienso al día siguiente y Dios mostrará si lo acepta o lo rechaza. Esta es una respuesta racional. Ya que Koraj y sus aliados sostenían que Moshé hacía lo que él quería, no lo que Dios quería, que sea Dios el que decida quién debía ser el verdadero líder. Era un experimento controlado, una prueba empírica. Dios le haría saber al pueblo en forma no ambigua quién tenía razón. Establecería, de una vez por todas, la verdad.

Pero Moshé no se detuvo ahí, como hubiera hecho si fuera solamente la verdad lo que estaba en discusión. Como hemos visto en la mención anterior (en La idea central), ante el disenso de Koraj, Moshé trató de convencerlo, no discutiendo su postura sino hablando del resentimiento subyacente. Le dijo que él había recibido una posición de honor. Puede no haber sido sacerdote, pero era un levita, y los levitas tenían un status sagrado especial no compartido con otras tribus. Le estaba diciendo que esté satisfecho con el honor conferido y que no deje que la ambición lo supere.

En esta instancia la confrontación se tornó más intensa. Por primera y única vez en su vida, Moshé arriesgó su liderazgo a la aparición de un milagro. Dijo: “Por esto sabrás que fue el Señor el que me mandó hacer estas cosas, que no eran de mi propio designio. Si estos hombres mueren de forma natural y sufren el destino de toda la humanidad, entonces el Señor no me ha enviado. Pero si el Señor produce algo totalmente nuevo, y la tierra se abre y traga a todos ellos con todo lo que les pertenece, y caen vivos en su fosa, entonces sabrán que estos hombres han tratado al Señor con desprecio.” (Números 16: 28-30)

Tuvo una respuesta inmediata. Apenas había terminado de hablar, “El suelo por debajo de ellos se partió, la tierra abrió su boca y los tragó.” (Números 16: 32) Los rebeldes “bajaron vivos a su tumba” (16: 33). No es imaginable una vindicación más dramática. Dios mostró, sin ninguna posibilidad de duda, que Moshé estaba en lo cierto y los rebeldes no. Pero esto no cerró la discusión. Eso es lo extraordinario. Lejos de disculparse y arrepentirse, el pueblo al día siguiente siguió quejándose – esta vez no por quién debía liderarlos sino por la forma que había elegido Moshé de terminar con la disputa: “Al día siguiente toda la comunidad israelita se quejó ante Moshé y Aarón. ‘Han matado al pueblo del Señor’ dijeron” (17: 6).

Puede que hayas tenido razón, dieron a entender, y que Koraj haya estado equivocado. ¿Pero esa es la forma de ganar una discusión? ¿Haciendo que sus oponentes sean tragados vivos? Esta vez Dios sugirió una forma totalmente distinta de resolver la cuestión. Le dijo a Moshé que cada una de las tribus tome una vara y escriba su nombre en ella, y que las coloquen en la Tienda de Reunión. En la vara de los levitas debía escribir el nombre de Aarón. Una sola vara brotaría, y esa sería la señal de la elección de Dios. Así lo hicieron las tribus y al día siguiente vieron que la vara de Aarón había brotado, florecido y producido almendras. Con eso finalmente se terminó la discusión. (Números 17: 16-24)

Lo que resolvió la disputa, en otras palabras, no fue una demostración de poder sino algo totalmente diferente. El hecho de que la vara de Aarón hubiera producido brotes de almendras parece tener un rico simbolismo. En el Medio Oriente el almendro es el primer árbol en brotar, sus flores blancas señalan el fin del invierno y el comienzo de una nueva vida. Las flores del almendro recuerdan las flores de oro de la Menorá (Éxodo 25:31; 37:17) encendida diariamente por Aarón en el Santuario. La palabra hebrea tzitz usada acá para significar “florecer” recuerda el tzitz, el cabezal de oro puro usado como parte del tocado de la cabeza de Aarón sobre el cual estaba inscripta la frase “Santificar al Señor” (Éxodo 28: 36) El florecimiento de la rama de almendra era, por lo tanto, más que una señal. Era el símbolo multifacético de la vida, la luz, la santidad y la presencia atenta de Dios.

Casi se podría decir que la rama del almendro simboliza el deseo de vida sacerdotal como contrapartida del deseo de poder de los rebeldes. El sacerdote no gobierna al pueblo, lo bendice. Él es el conducto a través del cual fluyen las energías vitales de Dios. Él conecta a la nación con la Divina Presencia. Lo que hace a un líder espiritual no es la ambición sino la humildad. Moshé le contestó a Koraj en los mismos términos que Koraj, mediante una demostración de fuerza. Dios le contestó de una manera bastante diferente, señalando que el liderazgo no es autoafirmación sino autoanulación.

Los sabios celebraron el majloket leshem shamaim, ‘discusión en aras del cielo’. Lo personificaron en las discusiones arquetípicas entre Hillel y Shammai, sobre quienes está dicho que elu veelu dibrei Elokim jaim, ‘tanto esta opinión como la otra son las palabras del Dios viviente.’ El documento central del judaísmo rabínico, el Talmud de Babilonia, está escrito como secuencia de discusiones. La discusión en sí misma y la clarificación de los problemas involucrados es usualmente más importante que la conclusión a la que llega. Las opiniones rechazadas son consideradas tanto como las aceptadas. De hecho, el Talmud fija que seguimos los fallos de la escuela de Hillel porque, entre otras cosas, estudiaban tanto la visión de su oponente como la propia, y lo hacían antes que la propia. La discusión, para los sabios, es una modalidad discursiva profundamente religiosa: no sólo una discusión entre hombres, sino también entre el hombre y Dios. La literatura hagádica o interpretativa del período talmúdico convirtió las conversaciones bíblicas entre el hombre y Dios – el pedido de Moshé por los israelitas después del pecado del Becerro de Oro, por ejemplo, o la plegaria de Jana por un hijo – en confrontaciones intensas y dramáticas que los rabinos llamaron jutzpá kelapei shemaya, audacia hacia el cielo. Respecto a esto, estaban continuando una tradición bíblica de discusión entre la tierra y el cielo – recordamos el diálogo de Abraham sobre el destino de Sedom, el de Iob sobre su tragedia, el de Moshé y Jeremías sobre la justicia de la Providencia. Es un tono notablemente distintivo de la espiritualidad judía, uno que avergonzaba a Filo y otros filósofos judíos, pero que se ha mantenido cerca del corazón judío.

Traditional Alternatives, p. 202

PREGUNTAS PARA PENSAR

  1. ¿Por qué crees que la discusión es tan central en la cultura judía, el proceso halájico, e incluso en la espiritualidad judía?
  2. ¿Cómo puede una discusión entre el hombre y Dios puede ser considerada una ‘discusión en nombre del cielo’?
  1. ¿Cuál es la agenda detrás de una discusión en aras del cielo, en oposición a una discusión que no es en aras del cielo?
  2. ¿Puedes pensar en ejemplos de ambos tipos de discusiones en tu propia vida?
  3. ¿Cómo eran los debates de Hillel y Shammai un ejemplo paradigmático de una discusión en aras del cielo?
  4. ¿Por qué, en los ojos del pueblo, el terremoto no fue suficiente para resolver la disputa?
  5. ¿Por qué crees que los textos clave del judaísmo son “antologías de discusiones”?

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LA IDEA CENTRAL

  1. Una discusión en aras del cielo involucra a ambas partes que se esfuerzan por establecer la verdad. El bando perdedor en una discusión aceptará con gracia la derrota porque la verdad ha sido alcanzada y esa fue su única motivación para la discusión. Sin embargo, una discusión no en aras del cielo es impulsada por motivos ulteriores como el honor y el estatus. El perdedor en tal argumento sentirá el dolor de la derrota y le resultará difícil de aceptar, porque su único objetivo no se ha logrado.
  2. Koraj quería el estatus y el poder que tenían Moshé y Aarón. Estaba celoso de la posición y el estatus que Dios les había entregado. Hillel y Shammai sólo tenían un objetivo en sus debates: decidir sobre la halajá. Esta era su verdad y aunque Shammai fue derrotado en todas las ocasiones, salvo en cinco, él lo aceptó porque se había establecido la verdad acerca de una decisión de la halajá.
  3. Si somos honestos con nosotros mismos, podemos encontrar ejemplos de discusiones que hemos tenido que se han tratado menos acerca de encontrar la verdad y más sobre ganar la discusión. Ojalá que también podamos encontrar ejemplos de discusiones en las que hemos aceptado con gracia la derrota porque sólo estábamos interesados en la cuestión que se debatía.

UNA VEZ SUCEDIÓ…

  1. Ambas posiciones son vistas como “correctas” y “verdaderas” a los ojos de Dios. Ninguno de los dos es superior al otro (si una posición lo fuera, entonces habría desmentido a la otra y habría habido un claro ganador sin necesidad de que Dios declarara cuál era el halajá). No todas las discusiones están entre la verdad y la falsedad. A veces dos verdades pueden estar en contraposición.
  2. Debido a que se trata de una cuestión de halajá normativa, necesitamos tener una decisión final para poder saber cómo actuar. Dios debía anunciar cuál de las dos posiciones legítimas es la que se convertiría en la halajá normativa.

DEL PENSAMIENTO DEL RABINO SACKS

  1. La cultura del debate y la discusión democratiza el conocimiento y la espiritualidad judíos. Significa que cualquiera puede será parte de la conversación. Los sabios incluso extendieron esto a pararse cara a cara con Dios y desafiarlo por justicia o entendimiento. Ya sean los grandes líderes judíos como Moshé y Aarón, o judíos simples como Iob o como tú o yo, cada uno tiene el derecho de pararse frente a Dios y desafiarlo y discutirle, dentro de los parámetros de una fe profunda en Dios.
  2. Si una discusión en aras del cielo es la persecución de la verdad, cuando Moshé, Abraham y Iob desafiaron a Dios buscaban una demostración de la verdad. Este es un paradigma espiritual notable y único para una relación personal con Dios. El hombre puede y debe hacer responsable a Dios por la verdad y la justicia. Sin embargo, esto también debe ser dentro del marco de la fe y humildad que reconoce que no toda la verdad puede ser comprendida por la humanidad finita.

ALREDEDOR DE LA MESA DE SHABAT

  1. Ver La idea central, respuesta 1.
  2. Ver La idea central, respuesta 2.
  3. Porque estaban buscando solo la verdad y no estaban interesados en el honor y status personal. Esto se puede ver en la forma en que aceptaron la legitimidad de la posición del otro, aceptando haber sido “vencidos” con gracia, porque al final no era visto como una derrota, sino como una victoria en la búsqueda de la verdad. Bet Hillel demostraba esto especialmente en la forma en que respetaban la opinión de sus oponentes, haciendo más importante estudiar las opiniones de Bet Shammai primero.
  4. A veces tener la verdad de tu lado para ganar una discusión no es lo más importante. La forma en que tratas a tu oponente y como haces lugar en la sociedad para aquellos que se sienten excluidos por el resultado de la discusión es más importante. La forma más efectiva de resolver el conflicto se demostró más tarde. Cuando todos los líderes plantaron sus varas, sólo la de Aarón floreció. Esto fue un signo de vida y luz, renacimiento y la reconciliación final.
  5. Ver Del pensamiento del Rabino Sacks, respuesta 1. “Esa es la gloria del judaísmo. Que la Divina Presencia no se encuentra en esta voz contra aquella, sino en la conversación como un todo.” Esto empodera a que todos sean parte de la conversación en la búsqueda de la verdad.

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Esta Edición Familiar es una guía al ensayo principal de Convenio y Conversación para Koraj 5779 que puedes leer aquí.

Traducción y edición

  • Iair Salem
  • Carlos Gómez
  • Inés Jawetz
  • Abraham Maravankin