Rabino Sacks Pinjás 5776 – La decepción de Moshé

Traductor: Carlos Betesh, Comunidad Chalom, Buenos Aires

Editor: Ben-Tzion Spitz, Gran Rabino, Uruguay

La decepción de Moshé

Pinjás – 30 de julio, 2016 / 24 Tamuz 5776

Rabino Sacks Pinjas 5776 [PDF] 

Escondido bajo la superficie de la parashá Pinjás, los sabios descubrieron una historia muy profunda. Moshé, ante la muerte de su hermano y de su hermana, sabía que su tiempo en el mundo estaba llegando a su fin. Rogó a Dios que nombrara a un sucesor: “Pueda el Señor, Dios de todos los espíritus de la humanidad, nombrar un hombre por sobre esta comunidad para que salga y se ponga a su frente, que los guíe hacia afuera y los haga entrar, que el pueblo del Señor no sea como ovejas sin pastor.”

            Hay, sin embargo una pregunta obvia. Por qué ocurre este episodio en este lugar? Tendría que haber sido posicionado siete capítulos antes, ya sea en el sitio donde Dios le dijo a Moshé y a Aarón que iban a morir sin entrar en la Tierra Prometida, o poco más tarde, al relatar la muerte de Aarón.

            Los sabios detectaron dos pistas que condujeron a una historia detrás de la historia. La primera aparece inmediatamente después del episodio en que las hijas de Zelofejad buscaron y obtuvieron su parte de la tierra de su padre. Fue esto lo que impulsó el pedido de Moshé. Un midrash lo explica:

Cuál fue el motivo por el cual Moshé hizo este pedido después de haber dictaminado el ordenamiento de la herencia? Es que cuando las hijas de Zelofejad heredaron de su padre, Moshé razonó: este es el tiempo justo para que presente mi propio pedido. Si las hijas heredan, con certeza será justo que mis hijos hereden mi gloria.

            La segunda pista está en las palabras de Dios a Moshé inmediatamente después  de haber pedido un sucesor:

Entonces el Señor dijo a Moshé: “Sube a esta montaña de Abarim y ve la tierra que le he dado a los israelitas. Después de haberla visto, también tú te unirás a tu pueblo como lo hizo tu hermano Aarón…”

            Las palabras resaltadas parecen redundantes. Dios le estaba diciendo a Moshé que moriría próximamente. Por qué debía agregar, “como tu hermano Aarón”? El midrash explica: esto nos demuestra que Moshé quería morir como Aarón. El Ktav Sofer explica: Aaron tuvo el privilegio de saber que sus hijos seguirían sus pasos. Elazar, su hijo, fue nombrado Sumo Sacerdote mientras aún vivía Aarón. Hasta el día de hoy los cohanim son descendientes de Aarón. Moshé de igual forma ansiaba ver que alguno de sus hijos, Gershom o Eliezer, ocuparan su lugar como líder del pueblo. Pero no fue así. Esa es la historia detrás de la historia.

            Tuvo una consecuencia. En el libro de Jueces leemos que un hombre llamado Micah estableció un culto idolátrico en la tierra de Efraim y contrató a un Leví para oficiar en el santuario. Algunos integrantes de la tribu de Dan, que se trasladaban hacia el norte buscando mejor tierra para ellos, llegaron hasta la casa de Micah,  se apoderaron de los elementos del culto, y convencieron al Leví que se convirtiera en su sacerdote, diciendo: “Ven con nosotros y sé nuestro padre y nuestro sacerdote. No es preferible que sirvas a una tribu y a un clan de Israel como sacerdote, en lugar de un hombre solo en una casa?”

            Solo al final de la historia nos informan el nombre del sacerdote idólatra: es Jonathan, hijo de Gershom, hijo de Moshé. En nuestros textos se ha insertado la letra nun en este último nombre, de tal forma que se lee Menashé en lugar de Moshé. Sin embargo, la letra está escrita extrañamente por encima de la línea del renglón, como un agregado. El Talmud indica que la letra nun fue agregada para evitar manchar el nombre de Moshé, al revelar que su nieto se había transformado en un sacerdote idólatra.

            Cómo explicar el aparente fracaso de Moshé con sus propios hijos y nietos? Una sugerencia hecha por los sabios tenía que ver con el hecho de que durante años vivió en Midian con su suegro Jetro que en ese tiempo era un sacerdote idólatra. Algo de esa influencia midianita apareció en Jonathan tres generaciones más tarde.

Alternativamente, hay indicios de que Moshé estaba tan ocupado liderando al pueblo que sencillamente no tuvo tiempo de ocuparse de las necesidades espirituales de sus hijos. Por ejemplo, cuando Jetro fue a visitar a su yerno luego de la partición del mar Rojo, fue con Tzipora, la esposa de Moshé y sus dos hijos. No habían estado con él hasta entonces.

            Los sabios siguieron especulando acerca de la razón por la cual su hermana Miriam y su hermano Aarón habían hablado mal de él. A lo que se referían, según los sabios, es al hecho de que Moshé estaba separado físicamente de su esposa. Lo había hecho porque la naturaleza de su rol era tal que tenía que estar en estado de pureza todo el tiempo ya que en cualquier momento tendría que hablar con Dios o sería llamado por Él. En síntesis, se quejaban de que estaba descuidando a su propia familia.

            La tercera explicación tiene que ver con la naturaleza del liderazgo en sí. La autoridad burocrática – autoridad dada en virtud del cargo – puede pasarse de padre a hijo. La monarquía y la aristocracia son así. También lo son algunas formas de liderazgo religioso, como el sacerdocio. Pero la autoridad carismática – en virtud de cualidades personales – nunca pasa de una generación a otra. Moshé era profeta, y la profecía depende casi exclusivamente de dones propios. Incidentalmente, es por eso que aunque la realeza y el sacerdocio eran prerrogativas masculinas, la profecía no lo era. Había profetisas, así como profetas. En este aspecto Moshé no era inusual. Pocos líderes carismáticos tienen hijos que sean también líderes carismáticos.

            Una cuarta explicación aportada por los sabios fue bastante diferente. En principio, Dios no quiso que la corona de la Torá pasara de padres a hijos en sucesión dinástica. La monarquía y el sacerdocio, sí. Pero la corona de la Torá, decían, pertenece a cualquiera que desee tomarla y asumir sus responsabilidades. “Moshé nos transmitió la Torá como herencia de la comunidad de Yaakov,” significando que nos pertenece a todos nosotros, no sólo a una élite. El Talmud lo desarrolla más:

Ten cuidado en no desatender a los hijos de los pobres, porque a partir de ellos la Torá va adelante…Por qué es inusual que los estudiosos generen hijos estudiosos?

Joseph dijo: para que no se diga que la Torá es su herencia.

Shisha, hijo de R. Idi dijo: para que no sean arrogantes ante la comunidad.

Mar Zutra dijo: porque actúan con altanería frente a la comunidad.

Ashi dijo: porque llaman asnos al pueblo.

Rabina dijo: porque no recitan la bendición inicial ante la Torá.

En otras palabras, la “corona de la Torá” deliberadamente no fue hereditaria porque podría ser una prerrogativa de los ricos. O porque los hijos de los grandes estudiosos podrían tomar la herencia como cosa natural. O porque generaría arrogancia y desprecio hacia otros. O porque el aprendizaje podría transformarse en un mero objetivo intelectual en lugar de ejercicio espiritual (“no recitan la bendición inicial ante la Torá”).

            Sin embargo, hay un quinto factor que merece ser considerado. Algunas de las figuras más grandes de la historia judía no lograron tener éxito con todos sus hijos. Abraham fue el padre de Ishmael. Esav, hijo de Itzjak y Rebeca. Los doce hijos de Yaakov permanecieron en el grupo familiar, pero tres de ellos  – Ruben, Simón y Leví – decepcionaron a su padre. De Simón y Leví él dijo: “Que mi alma no entre en su complot; que mi espíritu no se junte con su grupo” (Gen. 49: 6). En apariencia, se estaba disociando de ellos. (1) Sin embargo, los tres grandes líderes de los israelitas durante el éxodo – Moshé, Aarón y Miriam – eran todos hijos de Leví.

            Rehoboam, hijo de Salomón, condujo al pueblo en forma tan desastrosa que terminó dividiendo al reino. Hezekiah, uno de los reyes más grandes de Judá, fue el padre de Menashé, uno de los peores. No todos los padres tienen siempre éxito con sus hijos. No podía ser de otra forma. Tenemos libertad. Decidimos, cada uno de nosotros en cierta medida, lo que elegimos ser. Ni los genes ni la educación pueden garantizar que seremos la persona que nuestros padres pretendían que fuéramos. Tampoco es justo que los padres impongan su voluntad sobre los hijos que han llegado a la edad de la madurez.

            Frecuentemente esto es para bien. Abraham no fue idólatra como su padre Teraj. Menashé, el arquetipo de rey malvado, fue abuelo de Josiah, uno de los mejores. Estos son hechos importantes. El judaísmo coloca a la paternidad, a la educación y al hogar en el corazón de sus valores. Uno de nuestros primeros deberes es asegurar que nuestro hijo conozca y llegue a amar nuestra herencia religiosa. Pero a veces fallamos. Los hijos pueden transitar por su propio camino, que no es el nuestro. Si esto ocurre, no debemos paralizarnos por la culpa. No todos tuvieron éxito con sus hijos, ni Abraham, Moshé, David o Salomón. Ni Dios mismo. “He criado hijos, han crecido pero se han rebelado contra Mí.”(Is. 1: 2)

            Dos cosas rescatan la historia de Moshé y de sus hijos de la tragedia. El libro de Crónicas (1 Crón. 23: 16, 24: 20) refiere al hijo de Gershom no como Jonathan sino como Shevual o Shevuel, que los rabinos tradujeron como “retorno a Dios.” En otras palabras, Jonathan eventualmente se arrepintió de su idolatría y volvió a ser un judío fiel. Cuanto más alejados hayan estado él o ella, con el paso del tiempo pueden retornar.

            El otro factor está insinuado en la genealogía en Números 3. Comienza con las palabras “Estos son los hijos de Moshé y Aarón,” pero detalla solo los hijos de Aarón. Los rabinos explican que como Moshé enseñaba a los hijos de Aarón, los consideraba como propios. En general, los “discípulos” son llamados “hijos.”

            Puede que no todos tengamos hijos. Y aunque los tengamos, quizás podemos, a pesar de nuestros mejores esfuerzos, verlos seguir durante un tiempo una senda diferente. Pero todos podemos dejar tras nosotros algo que continúe viviendo. Algunos lo hacen siguiendo el ejemplo de Moshé: enseñando, facilitando o estimulando a la generación siguiente. Otros lo hacen siguiendo la línea rabínica de que “la verdadera descendencia de los justos son las buenas acciones.” (2)

            Cuando los hijos siguen nuestros pasos debemos ser agradecidos. Cuando nos sobrepasan, debemos dar las gracias a Dios. Y cuando eligen otro camino, debemos ser pacientes, sabiendo que el más grande de los judíos de todos los tiempos tuvo la misma experiencia con uno de sus nietos. Y no debemos perder nunca la esperanza. El nieto de Moshé retornó. En casi las últimas palabras del último de los profetas, Malají previó el tiempo en que Dios “volverá los corazones de los padres a sus hijos, y los corazones de los hijos a sus padres”. Los que se alejaron, se reunirán con fe y amor.

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(1) Observar sin embargo que Rashi interpreta que la maldición está limitada específicamente a Zimri, descendiente de Simón, y a Koraj, descendiente de Leví.

(2) Rashi a Gen. 6:9.

 

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