Bereishit 5774 – Tomando Responsabilidad

jonathan_sacksComentario del Rabino Jonathan Sacks, traducido del ingles por Ana Barrera.

Editor: Marcello Farias

Bereishit 5774 – Tomando Responsabilidad

Si el liderazgo es la solución, ¿cuál es el problema? Sobre esto, la Torah no puede ser más específica. Es el fracaso de la responsabilidad.

Los primeros capítulos del Génesis se enfocan en dos historias: Adán y Eva, y Caín y Abel. Ambos son sobre un fracaso específico.

Primero Adán y Eva. Como sabemos, ellos pecaron. Avergonzados y apenados, ellos se escondieron, solo para descubrir que no te puedes esconder de Dios:

“El Señor Dios llamó al hombre, “¿Dónde estás?” El respondió, “Te he escuchado en el jardín, y tuve miedo porque estaba desnudo; entonces me escondí.” Y él dijo, “¿Quién te dijo que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del que te mandé no comer?” El hombre dijo, “La mujer que pusiste aquí conmigo – ella me dio fruta del árbol, y yo la comí.” Entonces el Señor Dios dijo a la mujer, “¿Qué es lo que has hecho?” La mujer dijo, “La serpiente me engañó, y yo comí.” (Gen. 3: 9-12)

Ambos insistieron que no era su culpa. Adán culpa a la mujer. La mujer culpa a la serpiente. El resultado es que ambos fueron castigados y exiliados del Edén. Adán y Eva niegan responsabilidad personal. Ellos dicen en efecto, “No fui yo.”

La segunda historia es más trágica. La primera instancia de rivalidad fraternal en la Torah lleva al primer asesinato:

Caín dijo a su hermano Abel…Mientras ellos estaban en el campo, Caín ataca a su hermano Abel y lo mata. Entonces el Señor dijo a Caín, “¿Dónde está tu hermano Abel?” “No lo sé”, respondió. “¿Acaso soy el cuidador de mi hermano?” El señor dijo, “¿Qué has hecho? ¡Escucha! la sangre de tu hermano clama a mi desde la tierra.” (Gen. 4: 8-10)

Caín no niega responsabilidad personal. Él no dice, “No fui yo”, o “No fue mi culpa.” Él niega responsabilidad moral. En efecto el pregunta por qué el debería de estar preocupado con el bienestar de alguien más que no sea él mismo. ¿Por qué no debemos hacer lo que queremos si tenemos el poder para hacerlo? En la República de Platón, Glaucon argumenta que la justicia es lo que sea de mejor interés del partido más fuerte. El poder lo hace correcto. Si la vida es una lucha darwiniana para sobrevivir, ¿por qué deberíamos refrenarnos a nosotros mismos por el bien de otros si nosotros somos más poderosos de lo que son ellos? Si no hay moralidad en la naturaleza entonces yo soy responsable sólo hacia mí mismo. Esa es la voz de Caín a través de los años.

Estas dos historias no son solo historias. Son una cuenta, en el inicio de la narrativa de la Torah sobre la historia de la humanidad, sobre un fracaso, primero personal después moral, en tomar responsabilidad – y es a esto a lo que el liderazgo es la respuesta.

Hay una frase fascinante en la historia de los primeros años de Moisés. Él crece, va hacia su pueblo, los israelitas, y los ve como trabajadores esclavos. El atestigua como un oficial egipcio golpea a uno de ellos. El texto entonces dice: “El miró hacia este lado y hacia aquel y no vio a nadie (Ex. 2:12 vayar ki ein ish, literalmente, ‘el vio que ahí no había ningún hombre’).”

Es difícil leer esto literalmente. Un sitio de construcción no es una locación cerrada. Debe haber habido mucha gente presente.  Sólo dos versículos más adelante descubrimos que había israelitas que sabían exactamente lo que él había hecho. La frase casi seguramente significa, “El miró para este lado y para aquel y vio que nadie más estaba dispuesto a intervenir.”

Si esto es así entonces nosotros tenemos aquí la primera instancia de lo que se convirtió y se conoce como el Síndrome Genovese, o el “efecto espectador”[1], así llamado después de un caso en el que una mujer fue atacada en Nueva York en presencia de un gran número de personas que sabían que ella estaba siendo asaltada pero fallaron en ir a su rescate.

Científicos sociales han realizado muchos experimentos  para tratar de determinar lo que pasa en situaciones como esta. Algunos argumentan que la presencia de otros espectadores afecta la interpretación de lo que está sucediendo. Ya que nadie más está yendo al rescate, concluyen que lo que está pasando no es una emergencia.

Otros, sin embargo, argumentan que el factor clave es difusión de responsabilidad. La gente asume que desde que hay muchas personas presentes alguien más va a dar un paso adelante y actuará. Eso parece ser la correcta interpretación de lo que estaba pasando en el caso de Moisés. Nadie más estaba preparado a ir al rescate. En todo caso, ¿quién podría hacerlo? Los egipcios eran dueños de los esclavos. ¿Por qué deberían de preocuparse en tomar el riesgo en salvar a un israelita? Los israelitas eran esclavos. ¿Por qué ellos deberían ir a ayudar a alguno de sus compañeros si, por hacerlo, ellos ponían su propia vida en riesgo?

Se necesitó que Moisés actuara. Pero eso es lo que hace un líder. Un líder es quien toma responsabilidad. El liderazgo nace cuando nosotros somos activos no pasivos, cuando nosotros no esperamos que alguien más actúe porque quizá no haya nadie más, al menos no aquí, no ahora. Cuando pasan cosas malas, algunos desvían sus ojos. Algunos esperan a que otros actúen. Algunos culpan a otros por fracasar en actuar. Algunos simplemente se quejan. Pero hay algunos que dicen “Si algo está mal déjenme estar entre los primeros en que lo pongan correctamente.” Ellos son los líderes. Ellos son los que hacen la diferencia en el tiempo de su vida. Ellos son los que hacen de nuestro mundo un mundo mejor.

Muchas de las grandes religiones y civilizaciones están basadas en la aceptación. Si hay violencia, sufrimiento, pobreza y dolor en el mundo, es por la manera en la que el mundo es. O, esa es la voluntad de Dios. O, eso es la naturaleza de la naturaleza misma. Todo estará bien en el mundo por venir.

El judaísmo era y permanece en el mundo como la gran religión de la protesta. Los héroes de la fe no aceptaron; protestaron. Ellos estaban dispuestos a confrontar a Dios mismo. Abraham dijo, “¿Será que el Juez de toda la tierra no hará justicia?” (Gen. 18:25). Moisés dijo, “¿Por qué has hecho mal a este pueblo?” (Ex. 5:22). Jeremías dijo, “¿Por qué están los impíos en el poder?” (Jer. 12:1). Así es como Dios quiere que respondamos. El judaísmo es el llamado de Dios a la responsabilidad humana. El mayor logro es convertirse en socio de Dios en el trabajo de la creación.

Cuando Adán y Eva pecaron, Dios los llamó “¿Dónde estás?” Como el Rabino Shneur Zalman de Liadi, el primer Rebbe de Lubavitch, apuntó, este llamado no estaba dirigido solo a los primeros humanos. Hace eco en cada generación. Dios nos dio libertad, pero con libertad viene la responsabilidad. Dios nos enseña lo que debemos hacer pero no lo hace por nosotros. Con raras excepciones, Dios no interviene en la historia. El actúa a través de nosotros, no hacia nosotros. La suya es la voz que nos dice, como Él le dijo a Caín antes que el cometiera su crimen, que podemos resistir el mal en nosotros así como al mal que nos rodea.

La vida responsable es una vida que responde. El hebreo para responsabilidad, ajrayut, viene de la palabra ajer, que significa un “otro”. Nuestro gran Otro es Dios mismo, llamándonos a usar la libertad que Él nos dio, para hacer el mundo que es más como el mundo que debería ser. La gran pregunta, a la vida que lideramos es la respuesta, es, ¿cuál voz escucharemos? La voz del deseo, como en el caso de Adán y Eva? ¿La voz de la ira como en el caso de Caín? ¿O la voz de Dios llamándonos a hacer un mundo más justo y amable?

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[1] Para una discusión, ver https://es.wikipedia.org/wiki/Kitty_Genovese

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