Noaj 5774 – La rectitud no es liderazgo

jonathan_sacksComentario del Rabino Jonathan Sacks, traducido del ingles por Ana Barrera.

Editor: Marcello Farias

Noaj 5774 – La rectitud no es liderazgo

El cumplido que se concede a Noé no tiene paralelo en ninguna parte del Tanaj. El fue, dice la Torah “un hombre recto, perfecto en sus generaciones; Noé caminaba con Dios”. No se da tal cumplido a Abraham o Moisés o a cualquiera de los profetas. La única persona en la Biblia que está más cerca es Job, descrito como “sin culpa e íntegro (tam ve-yashar); el temía a Dios y rehuía al mal” (Job 1:1). Noé es de hecho el único individuo en el Tanaj que es descrito como recto (tzaddik).

Aún así el hombre que vemos al final de su vida no es la persona que vemos al inicio. Después del diluvio:

Noé, un hombre de la tierra, procedió a plantar un viñedo. Cuando él bebió de su vino, el se emborrachó y se acostó descubierto en su carpa. Ham, el padre de Canaán, vio a su padre desnudo y le dijo a sus dos hermanos que estaban afuera. Pero Shem y Yafet tomaron una manta y la pusieron sobre sus hombros; entonces ellos caminaron hacia atrás y cubrieron el cuerpo desnudo de su padre. Giraron sus rostros hacia el otro lado para que no vieran la desnudez de su padre. (Gen. 9:20-23)

El hombre de Dios se ha convertido en un hombre de la tierra. El hombre recto se ha convertido en un borracho. El hombre vestido en la virtud ahora yace desnudo y sin vergüenza. El hombre que salvó a su familia del diluvio está ahora tan sin dignidad que dos de sus hijos están avergonzados como para verlo. Este es un cuento de decaimiento. ¿Por qué?

Noé es el clásico caso de alguien que es recto pero no es un líder. En una era desastrosa, cuando todo ha sido corrompido, cuando el mundo está lleno de violencia cuando incluso Dios mismo – en la línea más conmovedora en toda la Torah – “se arrepintió de lo que Él había hecho el hombre sobre la tierra, y Él estaba dolido hasta Su centro,” Noé solo justifica la fe de Dios en la humanidad, la fe que lo llevó a Él a crear al ser humano en primer lugar. Eso es un logro inmenso, y nada debe disminuirlo de eso. Noé es, después de todo, el hombre a través del cual Dios hace un pacto con toda la humanidad. Noé es a la humanidad lo que Abraham es para el pueblo judío.

Noé era un hombre bueno en una mala época. Pero su influencia en la vida de sus contemporáneos era aparentemente cero. Eso está implícito en la declaración de Dios, “A ti solo te he encontrado recto en esta generación completa.” Está implícito también en el hecho que sólo Noé y su familia, junto con los animales, fueron salvados. Es razonable asumir que esos dos hechos – la rectitud de Noé y su falta de influencia sobre sus contemporáneos – están íntimamente relacionados. Noé preservó su virtud separándose a sí mismo de su ambiente. Así es como, en un mundo que ha enloquecido, el se mantuvo sano.

El famoso debate entre los sabios sobre si la frase “perfecto en sus generaciones” es un elogio o una crítica que puede bien estar relacionados a esto. Algunos dijeron que “perfecto en sus generaciones” significa, solo al relativo al bajo estándar que prevalecía entonces. Había el vivido en la generación de Abraham, ellos dijeron, el había sido insignificante. Otros dijeron lo opuesto: si en una generación malvada Noé era recto, cuanto más grande el habría sido en una generación con modelos como Abraham.

El argumento, me parece a mí, se da sobre si la aislación de Noé era parte de su carácter – el era un solitario – o si meramente una necesidad táctica en ese tiempo y lugar. Si él era naturalmente un solitario el no habría ganado por la presencia de héroes como Abraham. El habría sido impenetrable a la influencia ya fuera del bien o del mal. Si él no era un solitario por naturaleza sino meramente por circunstancia, entonces en otra era él hubiera buscado espíritus afines y convertirse en aún más grande.

Aún así, ¿qué era exactamente lo que se suponía tenía que hacer Noé? ¿Cómo podía el haber influenciado para bien en una sociedad inclinada hacia la maldad? ¿Realmente su misión era hablar en una época en la que nadie escuchaba? Algunas veces la gente no escucha ni la voz de Dios mismo. Tenemos un ejemplo de esto justo en dos capítulos anteriores, cuando Dios advierte a Caín del peligro de sus sentimientos violentos hacia Abel – “¿Por qué estás tan furioso? ¿Por qué estás deprimido?….el pecado está agazapado en la puerta. Ansía detrás de ti, pero lo puedes dominar” (Gen. 4: 6-7). Aún así Caín no escuchó, y en su lugar fue y asesinó a su hermano. Si Dios habla y el hombre no escucha, ¿cómo podemos criticar a Noé por no hablar cuando toda la evidencia sugiere que ellos tampoco lo habrían escuchado?

El Talmud levanta esta misma pregunta en un contexto diferente, en los años que llevaron a la conquista de Babilonia y a la destrucción del Primer Templo, otra era sin ley:

R. Aha b. R Hanina dijo: Nunca el Uno Santo tuvo una palabra favorable, bendito sea Él, que Él se retractó del mal, excepto en lo siguiente, donde está escrito: “Y el Señor dijo hacia él, Ve a través del medio de la ciudad, a través de la mitad de Jerusalén, y pon una marca en las frentes de los hombres que suspiren y lloren por todas las abominaciones que se harán en el medio de esta”. El Uno Santo, bendito sea Él, dijo a Gabriel, “Ve y pon una marca de tinta en las frentes de los justos, que los ángeles destructores no puedan tener poder sobre ellos; y una marca de sangre sobre las frentes de los malvados, que los ángeles destructores puedan tener poder sobre ellos.” Dijo el Atributo de Justicia ante el Uno Santo, bendito sea Él, “¡Soberano del Universo! ¿Cómo son estos diferentes de aquellos?” “Aquellos son hombres completamente justos, mientras que estos son completamente malos”, Él respondió. “¡Soberano del Universo!” dijo Justicia, “ellos tenían el poder de protestar pero no lo hicieron”. Dijo Dios, “Fue totalmente conocido lo que tenían, si protestaban no habrían hecho caso de ellos.” “¡Soberano del Universo!” dijo Justicia, “Si fue revelado a ti, fue revelado a ellos?” Por lo tanto está escrito, “(Asesina) al hombre viejo, al joven y a la doncella, a los niños pequeños y a las mujeres; pero no vayas cerca de ningún hombre sobre quien esté la marca; y empieza en mi Santuario (mikdashi). Entonces ellos empezaron con los viejos que estaban ante la casa.” R. Joseph dijo “No leas mikdashi sino mekuddashay (Mis santificados): esto se refiere a la gente que llenó la Torah de alef a tav.” (Shabbat 55a)

De acuerdo a este pasaje, incluso los justos en Jerusalén fueron castigados en el tiempo de la destrucción del Templo porque ellos no protestaron las acciones de sus contemporáneos. Dios objeta el reclamo de Justicia: ¿Por qué castigarlos por su falla de protestar cuando era claro que si ellos lo habían hecho, nadie habría escuchado? Justicia responde: Esto puede ser claro a los ángeles – traducir esto significa, esto pudo haber sido claro en retrospectiva – pero al mismo tiempo, ningún humano podría haber estado seguro que estas palabras no hubieran tenido impacto. Justicia pregunta, ¿Cómo puedes estar seguro que fallarás si tú nunca lo intentas?

De acuerdo al Talmud, Dios acepta de mala gana. De ahí el principio fuerte: cuando cosas malas están pasando en la sociedad, cuando la corrupción, violencia e injusticia prevalecen, es nuestro deber registrar una protesta, incluso si parece como que no tendrá efecto. ¿Por qué? Porque eso es lo que la integridad moral demanda. El silencio puede ser tomado como un consentimiento. Y además, nunca podemos estar seguros que nadie escuchará. La moralidad demanda que ignoramos probabilidades y nos enfocamos en posibilidades. Quizá alguien tomará nota y cambiará sus formas, y ese “quizá” es suficiente.

Esa idea no aparece súbitamente por primera vez en el Talmud. Está dicha explícitamente en el libro de Ezequiel. Esto es lo que Dios le dice al profeta:

Hijo del hombre, te estoy enviando a los israelitas, a una nación rebelde que se ha rebelado contra mi; ellos y sus ancestros han tenido revueltas contra mi hasta este día. El pueblo al que te estoy enviando es obstinado y terco. Diles ‘Esto es lo que el Dios Soberano dice’. Y ya sea que escuchen o no te escuchen – ya que son un pueblo rebelde – ellos sabrán que un profeta está entre ellos. (Ezequiel 2:3-5)

Dios le dice al profeta que hable, sin importar que la gente vaya a escuchar.

Entonces, una de las formas de leer la historia de Noé es un fracaso en el liderazgo. Noé era un hombre recto pero no era un líder. Él era un hombre bueno que no tenía influencia sobre su ambiente. Hay, para estar seguros, otras formas de leer la historia, pero esta me parece la más franca. Si es así, Noé es el tercero en una serie de fallas de responsabilidad. Adán y Eva fallaron en tomar responsabilidad personal por sus acciones (“No fui yo”). Caín se rehusó a tomar responsabilidad moral (“¿Soy el guardián de mi hermano?”). Noé falló la prueba de tomar responsabilidad colectiva.

Esta forma de interpretar la historia, si es correcta, conlleva una fuerte conclusión. Sabemos que el judaísmo involucra responsabilidad colectiva (“Todo Israel es responsable uno del otro”). Pero puede ser que ser humano también involucre responsabilidad colectiva. No sólo son los judíos responsables unos de otros. También lo somos todos, sin importar nuestra fe o falta de ella. Entonces, de todos modos, argumentaba Maimónides, aunque Nahmanides no estuviera de acuerdo. (Maimonides, Hilkhot Melakhim 9: 14. Ramban, Comentario al Génesis 34: 13, s.v. Ve-rabbim.).

Los jasídicos tienen una forma simple de marcar el punto. Ellos llaman a Noé tzdaddik im peltz, “un hombre recto en abrigo de piel.” Hay dos formas de mantener el calor en una noche fría. Puedes ponerte un abrigo de piel o con fuego. Ponte un abrigo de piel y puedes calentarte a tí mismo. Prende un fuego y puedes calentar a otros. Se supone que nosotros debemos prender el fuego.

Noé era un hombre bueno pero no era un líder. ¿Estaba él, después del diluvio, atormentado por la culpa? ¿Pensó en las vidas que pudo haber salvado si hubiera hablado, ya fuera a sus contemporáneos o a Dios? No podemos estar seguros. El texto es sugerente pero no concluyente.

Aunque parece, que la Torah toma un alto estándar por la vida moral. No es suficiente ser recto si eso significa darle la espalda a una sociedad que es culpable o hace el mal. Debemos tomar una posición. Debemos protestar. Debemos disentir y estar en desacuerdo incluso si la probabilidad de cambiar las mentes es pequeña. Eso es porque la vida moral es la vida que compartimos con otros. Somos, en algún sentido, responsables de la sociedad de la que somos parte. No es suficiente ser bueno. Debemos alentar a otros a ser buenos. Hay tiempos en que cada uno de nosotros debe liderar.

 

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